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[PRENSA] Los libros plúmbeos, la ‘fake news’ más famosa del siglo XVI que fue ‘trending topic’

Los moriscos se inventaron santos cristianos de origen árabe para intentar no ser expulsados de España

Las 22 planchas de plomo regresaron a Granada en el 2000, después de estar 358 años acumulando polvo en Roma

Andrés Cárdenas en Granada Hoy, 26-1-2025

Conocí a alguien que creía que los libros plúmbeos que se encuentran en la Abadía del Sacromonte se llamaban así porque eran un coñazo. Y en verdad lo son porque los mensajes que contienen están muy embrollados y no hay quien los entiendan. Lo primero que hay que decir que no son libros como tales, sino planchas circulares de plomo donde hay escritas palabras en árabe y latín y cuya noticia de su descubrimiento llegó a situar a Granada en uno de los lugares de peregrinación más famosos de España. Desde entonces, tanto se ha hablado de estos libros que se han convertido en material genético de Granada.

Estoy convencido de que, a estas alturas de la película aun muchos granadinos no saben lo que son los libros plúmbeos y que pasó con ellos. Así que voy a intentar explicarlo, sobre todo para los que andan un poco perdidos con este trozo de historia granadina. Sitúense. Los Reyes Católicos ya han conquistado Granada y se han firmado las Capitulaciones. Los moros conquistados pueden seguir con sus creencias, sus costumbres y seguir rezando en sus mezquitas. Durante unos años va bien la cosa. Hasta que llega a Granada el cardenal Cisneros (tercer inquisidor de Castilla y confesor de la reina) y dice que ya está bien tanta tolerancia y tanta tontería, que todo el que viva en Al Ándalus (que ya empieza a llamarse España) tiene que ser cristiano. Y no hay más. Así que el inquisidor más famoso de la época elimina de un plumazo las festividades islámicas, quema los libros con grafía árabe (hizo una fogata con 4.000 coranes y otros textos nazaríes en la plaza Bib-Rambla) y derrumba mezquitas para convertirlas en iglesias. Se jodió la marrana.

Las capitulaciones se convierten así en papel mojado y a los moros que prefieren bautizarse como cristianos antes de abandonar la tierra en la que han nacido, se les llama moriscos. Muchos moriscos hacen el paripé de que son cristianos, pero luego a escondidas practican su religión y leen el Corán, lo que permite que sean perseguidos y acosados. El espionaje se convierte en una profesión y hasta hay recompensas para quien descubra a un falso cristiano. Los moriscos se rebelan ante tanta ignominia y tanta represión, pero son finalmente aplastados por don Juan de Austria, el hijo ilegítimo del emperador Carlos V y medio hermano de Felipe II. Fue en 1571, en la tercera fase de lo que se llamó la Guerra de Las Alpujarras. Los vencidos son, o bien deportados a Castilla o bien conminados a que abandonen España. Es entonces cuando, por arte de birlibirloque, aparecen en Granada un cofre con un pergamino y más tarde los libros plúmbeos.

El pergamino

La noticia corrió como la pólvora. Resulta que en 1588, en las obras de la catedral de Granada, durante la demolición de la Torre Turpiana (antiguo minarete de la mezquita mayor) aparece un cofre con reliquias cristianas y un pergamino que habla de un santo hasta entonces desconocido llamado San Cecilio, que sería medio árabe y medio cristiano y discípulo del apóstol Santiago. El cofre también tenía una imagen de la Virgen.

Los encargados de difundir el descubrimiento son Alonso del Castillo y su yerno Miguel de Luna, dos ilustrados moriscos. Ellos son los comisionados para traducir el pergamino y llegan a la conclusión de que el pergamino hablaba de San Cecilio, un santo que había sido quemado vivo en un horno de cal por los romanos y que había sido el fundador de la diócesis de Granada y, por lo tanto, el primer obispo. Este hallazgo tiene su continuación con otro en el mismo Sacromonte de unos huesos que serían los de San Cecilio. Pero es que, por si fuera poco, poco después aparecen en Valparaíso, muy cerca de la abadía del Sacromonte, unas 22 planchas circulares en plomo con extraños signos y palabras escritas en latín y en árabe. ¿A quién llaman para que las traduzcan? A los moriscos Alonso del Castillo y a Miguel de Luna. Y dicen: A ver, este descubrimiento es muy importante porque lo que llevan estas planchas grabado es un nuevo evangelio, esta vez rebelado por la Virgen María, que es una mezcla de islamismo y cristianismo. ¡Ooooh! ¡La leche, qué descubrimiento!, exclama la ciudadanía. Al propio arzobispo de Granada, Don Pedro de Castro, le gusta la versión de los dos moriscos y la da por cierta. Además, le interesa porque eso pondría a Granada por encima del Toledo en la lucha por la supremacía religiosa. Granada comienza a ser un lugar más de peregrinación de la cristiandad. Un total de 1.200 cruces llegaron a erigirse en el camino hasta el Sacromonte por los devotos. Y en el año de 1610, mientras que buscaban pruebas de la discutida autenticidad de los “libros santos”, que es como comienzan a llamar a las planchas de plomo, hasta se erigió una Iglesia. Muchas autoridades cristianas también creen en la autenticidad de las tablillas, aunque hay otras que tienen la mosca detrás de la oreja y creen que son falsas.

El debate, en el que intervienen los más sesudos historiadores religiosos del momento, dura casi un siglo, hasta que en 1682 el Vaticano concluye que las tablas son falsas, que el galimatías del que se habla en ellas no tiene razón de ser y, además, no hay quien las entienda. Fue el papa Inocencio XI quién declara falsos y heréticos los libros plúmbeos encontrados en Granada. Es entonces cuando se sospecha que todo había sido una maniobra de los dos moriscos citados y otros de alta posición social que, de alguna manera, querían relacionar y conciliar el cristianismo con el islam para evitar su expulsión de España y la desaparición de sus creencias. El papa sí da por verdaderas las reliquias encontradas y que pertenecen a un santo varón apostólico. Y fin del partido: San Cecilio 1-Libros Plúmbeos 0. San Cecilio es nombrado patrón de Granada y los libros plúmbeos son llevados a Roma y guardados bajo siete llaves para que a nadie se le dé por buscar más versiones de lo allí escrito.

De vuelta a Granada

Pero en el año 2000, después de 358 años acumulando polvo, los libros plúmbeos vuelven a Granada. Permite el regreso el cardenal Joseph Ratzinger (que luego sería el papa Benedicto XVI), hombre ilustrado y muy culto que decide atender la añeja petición granadina de recuperar las planchas de plomo. Y en junio de ese año, hacia Roma se va el arzobispo de Granada, monseñor Cañizares, en una furgoneta para traerse los famosos libros plúmbeos, parte de los cuales se pueden ver hoy día en el museo que existe en la Abadía del Sacromonte.

Es así, señoras y señores, como los falsificadores se sacaron de la manga a san Cecilio y a san Tesifón, dos varones apostólicos de los que no se sabía nada y que, además, eran árabes, en un intento de despertar la simpatía de los cristianos hacia los moriscos. De ese modo, Granada se convirtió en una ciudad con un santo inventado y con varios falsos mártires. En cuanto a los libros plúmbeos resultaron ser toda una noticia falsa que fue una tendencia en aquella época. Dicho en lenguaje informático: la ‘fake news’ más famosa del siglo XVI que fue ‘trendig topic’. Hasta en los lavaderos del Realejo se hablaba de los libros plúmbeos.

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