Disfrute de sus plazas…si puede entrar: Plaza Nueva
Granada está llena de espacios públicos que serían más disfrutables si tuvieran mejores accesos. Hoy: Plaza Nueva
Leer en Ideal, 15-10-2015
Tras analizar en profundidad la Plaza de Mariana Pineda, toca hacer lo mismo con otra que es aún más emblemática y visitada por granadinos y foráneos: la Plaza Nueva. Y tirando del mismo procedimiento empírico del nunca bien ponderado Hegel, la conclusión es que sus accesos también distan mucho de ser los deseables.
Aunque no es el camino elegido por la mayor parte de los transeúntes, se puede entrar en ese espacio público por el final de la calle Elvira. Si se intenta en horario comercial (de 8 a 11 de la mañana y de 3 a 6 de la tarde, según reza el cartel), se lo pondrán muy difícil las numerosas furgonetas que aparcan allí aprovechando que es zona de carga y descarga. Las posibilidades son dos: un estrecho hueco por la acera si se llega por la izquierda, o cruzar la calle y pasar por el estrecho espacio que eventualmente haya entre las furgonetas, si se viene desde la derecha. En ningún caso el paseante lo hará con desahogo, sobre todo si va cargado de maletas (cosa habitual, ya que es zona de hoteles), trata de repartir cajas, lleva un carrito de niño chico o sufre algún tipo de minusvalía física.
Pero la cosa probablemente empeora si lo que se pretende es entrar a la Plaza Nueva desde la calle Reyes Católicos, que es lo que hace la mayoría de la gente. Después de atravesar un cruce regulado por semáforo, en la esquina de la cafetería Lisboa, se llega teóricamente al destino pero ahí es donde de verdad empiezan los problemas, porque lo que abarca la vista es, mirando de izquierda a derecha, lo siguiente: furgonetas de reparto estacionadas, kiosko, contenedor de aceite usado, farola, árbol y contenedores de vidrio, estos últimos ya casi en la esquina.
El ojo bien entrenado observará que entre el árbol y los contenedores de vidrio está el mejor vado, pero cuando inicie la aventura y se adentre en ese bosque de mobiliario urbano, se dará cuenta de que a mitad de camino tiene que girar a la izquierda porque, si no, chocará contra un tenderete de la ONCE, que por cierto está al lado de unos urinarios públicos y de otro árbol. Entre esa fila y la plaza en sí hay otra hilera de obstáculos, a saber: banco, fuente, farola y banco. Para resumir: por esa ruta, entrar en la Plaza Nueva en línea recta es misión imposible. Es cuestión de imaginarse cómo lo pasará un invidente cada vez que trate de hacerlo.
El viandante ha podido venir paseando por la otra acera de Reyes Católicos (la de la derecha, la que llevaría hasta la iglesia de Santa Ana) y en ese caso no tendría que hacer esa suerte de slalom que se ha descrito, pero tampoco el suyo será un camino expedito. Si quiere entrar en la plaza desde algún punto ubicado en el tramo entre la Gran Taberna (o sea, la esquina con la Cuesta de Gomérez) y el edificio de los juzgados, deberá cruzar la carretera por un sitio donde no hay semáforos, pero sí vehículos autorizados transitando, y meterse por algún hueco entre taxi y taxi, porque allí hay una parada casi siempre concurrida.
Ya dentro, y tras los oportunos abrazos y palmaditas en la espalda que se darán mutuamente los unos a los otros por haber superado tamañas pruebas, los paseantes no dejarán de percibir que hay más amplitud; aunque, como todo espacio público granadino que se precie, no faltan las terrazas. En el tramo más angosto hay hasta tres, que ocupan una buena porción de los más de 2.500 metros cuadrados que tiene en total el recinto. Siguiendo en dirección al Paseo de los Tristes ya se puede andar con más holgura, la fuente es prácticamente el único obstáculo que queda y es fácil de sortear. Hay otra terraza y un puesto de golosinas, pero están esquinados y no representan un problema grave.
Si el paseante quiere continuar, el último escollo con el que va a encontrarse tiene forma de pilonas de granito. Son las que delimitan el acceso al recinto que rodea el imponente palacio que albergó la Real Chancillería y ahora al TSJA. No hay mucho espacio entre un pilón y otro, pero es suficiente como para que pasen dos o tres personas a la vez. Eso sí: hay que procurar entrar aprovechando los huecos entre los mojones que no están unidos por un cordón de hierro macizo. Tropezar con uno de ellos no es lo mismo que hacerlo con una cuerdecita de las de saltar a la comba. Representa una caída segura, con consecuencias difíciles de prever.
1 Comentario
Toda la razon, pero lo que mas espacio ocupan y mas afean son esas mega terrazas que quitan espacio publico y dejan la plaza en un pasillo.