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[PRENSA] La Puerta de Elvira, el lugar que hacía llorar al poeta

Fue construida por los sultanes ziríes y formaba parte de una gran fortaleza defensiva

En la época cristiana era convertida en arco del triunfo cada vez que nos visitaba alguien importante

Allí se homenajeó en 1980 a Rafael Alberti, el poeta que “nunca había entrado en Granada”

Los investigadores y autores de las numerosas guías que hay sobre Granada parece que lo tienen seguro: La Puerta Elvira o Arco de Elvira se levantó en el siglo XI y fueron los sultanes ziríes los que ordenaron su construcción. Pero en lo que no están seguros es en qué años de este siglo se llevó a cabo. Torres Balbás dice que se construyó entre 1013 y 1030. Gómez Moreno afina más y apuesta por el año justo en que comenzó el siglo. Y Luis Seco de Lucena y Paredes concreta incluso más y dice que fue el rey de Taifa Häbus el que la mandó construir. Sea como fuere, parece ser que el conjunto fortificado denominado Puerta de Elvira debió edificarse en dos etapas. La primera fue en el siglo XI, como queda dicho, y la segunda durante el mandado del sultán nazarí Yüsuf I, que en su más de veinte años de reinado (1333-1354), le dio por hacer muchas cosas, entre otras las Puerta de la Justicia, el palacio de Comares, la torre de la Cautiva y la Madraza. Hoy es difícil Granada sin su Puerta de Elvira, el signo y significado de muchas historias que han acompañado siempre a la ciudad. Por eso está en el ADN de Granada y por eso llega hoy a ser tema de esta serie.

Andrés Cárdenas en Granada Hoy, 18-5-2025

El nombre se lo pusieron porque allí estaba la puerta en la que comenzaba el camino hacia la ciudad Elvira, en las cercanías de Atarfe, que fue el centro urbano antes de serlo Granada. Formaba parte de una muralla que seguía para arriba, hacia la puerta de Monaita. En principio fue una fortaleza defensiva con sus correspondientes dependencias para el alcaide y en sus inmediaciones había un gran cementerio que ocupaba el terreno de lo que hoy es la plaza del Triunfo y hasta el Hospital Real.

Fue el cementerio más importante de la ciudad entre los siglos XI y XV. Por eso no es raro hacer excavaciones por allí y encontrarse con restos humanos. En el siglo XVII fue destruida la barbacana y se construyeron doce casas adosadas. En el siguiente siglo se destruyó la muralla y gran parte del complejo defensivo. En fin, que lo que queda hoy es la mínima parte del complejo al que perteneció. Gómez Moreno dice que la salida hacia la calle Elvira tenía tres arcos y que entre dos de esos arcos estaba situada la tiendecilla donde venía libros San Juan de Dios.

El principal acceso

La Puerta Elvira fue durante mucho tiempo el principal acceso a la ciudad para los que venían de Castilla, lo que hizo que sirviera de arco de triunfo en varias ocasiones, ya en la época cristiana. El arco daba entrada a una de las calles más largas y antiguas de la ciudad. Por la Puerta de Elvira entraron en Granada, en sus diferentes visitas, los Reyes Católicos, Carlos V y don Juan de Austria. También entraron por la Puerta de Elvira los restos mortales de los reyes conquistadores, de su hija Juana La Loca y de su esposo Felipe el Hermoso y los de la emperatriz Isabel de Portugal, que primero fue enterrada en Granada antes de ser trasladados sus restos al Escorial. Todos esos cadáveres pasaron por allí camino de la cripta de la Capilla Real. Paco Izquierdo dice en su Guía secreta de Granada, que “esta Puerta ha dado paso a los más espectaculares acontecimientos históricos del Reino de Granada”. Y luego enumera los que han entrado o salido por allí cuyos nombres han quedado en la Historia: entró el rey Alhamar para ocupar el Palacio del Gallo, salió Cristóbal Colón con las capitulaciones bajo el brazo, salió Mariana Pineda camino del cadalso, salió Alhamar a encontrar la muerte en la vega granadina y en ella se desesperaba Muley Hazem por la pérdida de Alhama. Hubo un tiempo en el que se colgaban en la Puerta de Elvira las cabezas de los delincuentes y proscritos y cuenta Paco Izquierdo que la cabeza de uno de estos desgraciados llegó a estar 27 años metida en una jaula y expuesta al público. Y que se retiró la cabeza por necesidades de albañilería.

Un corregidor, Pedro de Antequera, hizo poner una lápida de mármol antes de marcharse de la ciudad con un horrendo epigrama en lengua latina en el que se repetía profusamente: ¡Adiós, bella Granada! La placa, de grandes dimensiones, estuvo allí 270 años y hoy se encuentra en el Museo Arqueológico. “Adiós bella Granada, ciudad de mil trofeos/ornamento de España, adiós Granada, adiós”. Un acierto el retirarla.

Paco Izquierdo habla también de aquel rellano al principio de la calle Elvira, justo después de atravesar el Arco, cerca de la Placeta del Pilar, que recordaba a “un enorme escenario para zarzuelas en los que pululan infinidad de figurantes y ningún protagonista”. Estaba la barbería de Longanas, el churrero, la pescadería de Manolo el Calvo, el lotero, el cafetín de Ramón, los borrachos y las vendedoras de nardos. “Y las ‘manolas’ de la calle Elvira transformadas peyorativamente en furcias, en putones de marca mayor, cuando en principio eran majas de escasa picardía: Granada, calle de Elvira/donde habitan las manolas/las que se van a la Alhambra/las cuatro y las cinco solas”.

En el siglo XX la Puerta de Elvira fue objeto de varias obras de restauración y consolidación. Marianos Contreras, Francisco Prieto Moreno, Antonio Almagro y Antonio Orihuela han sido algunos arquitectos que se han encargado de procurar que esta construcción –declarada en 1896 Monumento Histórico Artístico Nacional– quede en buenas condiciones para las siguientes generaciones.

En 1980, en la Puerta de Elvira el alcalde de Granada, Antonio Jara, recibió al poeta Rafael Alberti, que llegó a la capital granadina para hacer campaña en el referéndum sobre la autonomía y así romper el mito “del nunca entró en Granada”. El poeta gaditano le había hecho una promesa a su amigo Federico García Lorca de visitarlo en la Huerta de San Vicente. Tras la muerte de este la promesa quedó en el aire y entonces compuso Balada del que nunca fue a Granada. Cuando traspasó el Arco de Elvira, se dio por sentado de que el poeta por fin había entrado en Granada. El alcalde le entregó las llaves de oro de la ciudad.

Federico García Lorca compuso un poema llamado Gacela del mercado matutino en el que el Arco de Elvira era el protagonista. Y en 1998 Carlos Cano compuso una bella canción con el texto del poema: Por el Arco de Elvira/quiero verte pasar/para saber tu nombre/y ponerme a llorar.

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