Pintadas ¿a la espera de las cámaras? Pero, ¿se puede esperar más?

Ideal publica hoy en su portada una imagen del vergonzoso estado del Arco de las Pesas, monumento emblemático del Albayzín y Bien de Interés Cultural, máximo nivel de protección del patrimonio. Desde la Asociación Vecinal Bajo Albayzín venimos denunciando desde hace más de una década el ataque a nuestro patrimonio y su deterioro mediante las pintadas y el abandono de las Administraciones. Años llevamos denunciando esas pintadas. Y nos preguntamos si esa dejadez no es objeto de responsabilidades más allá de la políticas. ¿Se necesitan años para limpiar unas pintadas? ¿Quién nos libra del daño causado y la imagen que tenemos quienes a diario vemos este desastre o quienes nos visitan y se llevan esta impronta?  Seguro que no falta dinero cada año para asistir a FITUR, pero no lo hay para limpiar de pintadas nuestros monumentos. Esa es la contradictoria y falsa política hacia el Patrimonio.

Arco de las Pesas, Puerta Monaita, aljibe de Zenete, palacio de Daralhorra y su entorno,… son algunos ejemplos de daños al patrimonio, pero es que es el conjunto del Albayzín el que además está declarado Patrimonio Mundial, lo que debería haber supuesto un esfuerzo añadido de las administraciones públicas para su protección.

El deterioro de esos elementos patrimoniales, como el Arco de las Pesas, Monaita, Zenete, Daralhorra,… han llegado a unos niveles impensables en otras muchas ciudades donde se mima el patrimonio. En cambio aquí ni el Ayuntamiento, ni la Junta de Andalucía, las dos Administraciones responsables de preservarlo han hecho nada para mantener sin pintadas degradantes el rico patrimonio mundial del Albayzín.

Por cierto, alguien piensa en serio que las cámaras van a ser la solución para eliminar las pintadas del barrio, o tan siquiera, de los monumentos donde van a ser instaladas.

Los vecinos y el barrio volveremos a escuchar, dentro de unos meses, las mismas excusas para resolver este problema o para preservar el valor monumental del Albayzín, hoy más que ayer en manos de la depredadora industria turística y la especulación, que no solo degradan los monumentos, sino que expulsan lo más valioso de su patrimonio, sus gentes.