Caciques sin remedio
Miguel Ángel Madrid, 20-11-2014
No estoy en política para hacer lo políticamente correcto, para dejar pasar actitudes antidemocráticas. Es fácil recurrir al argumento de cosas de partidos políticos, que todo es una pelea entre partidos, pero lo que viví en la pasada Junta de Distrito del Albaicín fue una demostración de caciquismo.
Fue tal mi impresión que reconozco que no estuve elocuente, me pudo la indignación, el estupor. El museo cuevas del Sacromonte está gestionado por una sociedad, una cooperativa creo, a través de una concesión administrativa, ya que la propiedad es municipal. Como todas las concesiones administrativas tienen unas contraprestaciones para el conjunto de los granadinos, y entre ellas podemos valorar la mejora del entorno y la oferta cultural y turística que realiza quien tiene la concesión.
Resulta que el acceso al museo se realiza a través de un viario público, municipal. Un viario en mal estado que ha visto agravada su situación por las últimas lluvias. El acceso no está garantizado en condiciones de seguridad y repercute en las visitas al museo y, por tanto, afecta también a los comercios y hosteleros de la zona. Es sencillo, la gente que va al museo aprovecha para tomarse una cerveza en algún bar de la zona o ver un espectáculo flamenco, etc. Los turistas precisan de servicios idóneos con el fin de facilitar su estancia, que gasten su dinero en nuestra ciudad y, lo más importante, se vayan con la intención de volver y recomendar Granada en sus lugares de origen.
Para poder reformar el vial, ha sido preciso realizar toda la tramitación administrativa oportuna: la correspondiente al Ayuntamiento como responsable del mismo, como la que exige la ley ante la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía.
En la pasada Junta de Distrito del Albaicín, responsables del museo reiteraron su petición de arreglo del vial ante el presidente de este órgano municipal, el concejal de cultura del PP, Juan García Montero. Argumentaron los responsables que comprendían la situación económica del Consistorio, pero que toda vez que la Consejería de Fomento le había devuelto cuatrocientos y pico mil euros al Ayuntamiento por no llevar a buen puerto el proyecto de la Muralla Zirí, se podría destinar parte de ese dinero al arreglo del vial.
La respuesta del responsable del PP fue más o menos la siguiente:
- La petición está cargada de mala intención porque se presenta cuando la Junta de Andalucía ha dado el visto bueno al proyecto de renovación del vial del Ayuntamiento. Para tener buena intención la petición, debería haberse hecho en el momento en que la Junta tramitaba el permiso.
- Quien goza de una concesión administrativa como la gente que gestiona el museo, debería ser menos exigente y mostrar algo más de agradecimiento.
No pude reprimirme y le reproché al concejal Montero su argumentación. Una argumentación que viene a decirle a los administrados, a la ciudadanía, a las empresas: A ver, guapitos y guapitas, aquí quien manda somos nosotros, y las peticiones, -qué os voy a contar de las críticas-, no son de recibo, y menos si se hacen en público. Así que más os valdría estar calladitos si no queréis tener… ¿Qué?, ¿represalias?
¿No es esta forma de dirigirse a la ciudadanía una amenaza?
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