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[PRENSA] ‘Quién vio los templos caer’: el film que aborda el problema de la vivienda en Granada con una poesía audiovisual

La ópera prima de Lucía Selva viaja hasta una ciudad tomada por la gentrificación mediante un relato, que mezcla lo documental y lo distópico, paseando por las calles a los pies de la Alhambra de la mano de personajes icónicos como Chorrojumo

El Diario, 5-11-2025

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Chorrojumo nació en 1838 en Ítrabo (Granada), pero nadie sabe con certeza ni cuándo ni dónde murió. Su rastro, el del gitano más icónico que albergaron nunca las faldas de la Alhambra, se pierde entre las callejuelas del Albaicín, sin que se sepa si iba o venía. Él, ataviado con un sombrero que pocos se atreverían a poner, sigue vagando por la ‘Graná’ que nunca dejó de ser, pero que ha cambiado para siempre fruto de la gentrificación y del hecho de haberse disfrazado en una ciudad reconvertida en parque temático para el turista, que expulsa incluso los pasos de Chorrojumo de sus sinuosos trazados.

Esa premisa, la del gitano icónico que desafía al paso del tiempo porque nunca murió, se convierte en el hilo conductor de ‘Quién vio los templos caer’, el primer largometraje de la cineasta granadina Lucía Selva. Un film que, a medio camino entre la poesía audiovisual y la crudeza de la realidad que viaja en maletas entre pisos de Airbnb y puertas cerradas para los vecinos, apunta directamente al problema de la vivienda que vive Granada. Una película que, ya desde su título, abraza la decadencia de una ciudad que se abandona perdiendo el templo que pudo ser.

Entre lo documental y la ficción, la historia presenta a Chorrojumo junto a Anas, un joven marroquí que busca el hogar de sus antepasados expulsados. Juntos recorren la ciudad transformada por la turistificación y la pérdida de identidad, donde cada calle, cada casa y cada esquina parecen contar la historia de un desplazamiento silencioso. Selva convierte a Granada en un territorio en tránsito, donde el pasado y el presente se funden y donde la memoria colectiva se enfrenta a la presión del mercado inmobiliario.

“La película nace del deseo de vivir en un lugar amable, de reconocer lo que tenemos antes de perderlo”, explica Selva. La elección de Chorrojumo como hilo conductor no es casual: “Conecta con la Granada del siglo XIX, que empieza a sufrir cambios muy fuertes y que nos permite observar el origen de procesos que hoy vivimos de manera exacerbada”, señala. El personaje, que ha vagado por la ciudad durante siglos, se convierte en un espejo que refleja tanto la magia de Granada como los efectos de la gentrificación y la turistificación.

La presencia de Anas añade otra capa a la narrativa. Según la directora, incluir a este joven marroquí no era una decisión arbitraria: “Decidir incluir su figura era poder entablar otro diálogo con el tiempo y con la Granada que fue”. Su recorrido por la ciudad, en busca de los pasos de sus antepasados, evoca paralelismos históricos con la expulsión musulmana y apela directamente a la dificultad de acceder a un hogar propio en una ciudad que ha dejado de pertenecer a quienes la habitan. Las imágenes del joven caminando desubicado sin hablar ni siquiera el idioma local o buscando puertas que se puedan abrir cerradas refuerzan ese mensaje con poesía y realidad simultáneamente.

El film también recurre a símbolos históricos y urbanos para profundizar en su mensaje. La leyenda de la mano de la Puerta de la Justicia de la Alhambra y el leitmotiv de la llave se repiten a lo largo del largometraje. Selva explica: “Hay diferentes llaves, diferentes manos… ¿qué pasa cuando la mano coge la llave? Es una manera de mostrar cómo los símbolos siguen hablándonos a día de hoy”. En la película, la llave se convierte en un símbolo de acceso y poder: quien la tiene controla la ciudad, mientras los habitantes se ven desplazados. La directora hace un paralelismo entre esta simbología y la realidad contemporánea, donde el turismo y la especulación se han adueñado de Granada. Ni siquiera las míticas cuevas del Sacromonte se libran de la mirada del capital.

Los paralelismos y el simbolismo están presentes en toda la película
Los paralelismos y el simbolismo están presentes en toda la película

Una fotografía del tiempo

El rodaje, que se realizó en distintas localizaciones de la ciudad, somete al espectador a la paradoja de verse entre la belleza del Albaicín y los alrededores de la Alhambra y la realidad de sentir cómo se van perdiendo para disfrute de los turistas. De hecho, para Lucía Selva la propia película sirve como eje temporal y fotografía fija de un periodo de tiempo tan concreto como el actual y que le sirve a ella misma para poder regresar cada vez que quiera al mismo punto.

Tanto es así que se ha rodeado de un equipo cercano y colaborativo, compuesto en su mayoría por amigos y familiares, a los que introduce en las escenas para captar la cotidianeidad y la memoria viva de la ciudad. “Quería volver, hacer una fotografía de Granada y de la gente que la habita. La mayoría de los participantes forman parte de este imaginario colectivo que queríamos registrar”, explica. La película muestra así no sólo la ciudad física, sino también la ciudad emocional y cultural, las historias que se pierden cuando el espacio deja de pertenecer a sus habitantes.

La directora también resalta la importancia de contar con voces locales, como la de Curro Albaicín, cantaor flamenco y un habitante emblemático de Granada que sirve de narrador. Selva no lo dudó a la hora de contar con él: “Estuvimos hablando mucho sobre los procesos de gentrificación y la historia del Sacromonte –el barrio en el que vivió principalmente Chorrojumo– y su voz aportó una capacidad interpretativa que no hubiera encontrado en ningún otro lugar”. La elección de Curro refuerza el sello inconfundiblemente local de la película y conecta el pasado con el presente, integrando la memoria viva de la ciudad en el relato audiovisual.

Con un recorrido internacional que incluye estrenos en CPH:DOX, Shanghái y Montreal, ‘Quién vio los templos caer’ llega ahora a España para su estreno nacional en el Festival de Cine Europeo de Sevilla el 10 de noviembre, donde Selva participará en una charla coloquio posterior a la proyección. La película se proyectará también el 12 y el 15 de noviembre, consolidando la apuesta de la directora por un cine artesanal que explora la relación entre espacio, memoria e identidad a través de un lenguaje poético y experimental.

Selva no rehúye la denuncia social: “Hoy por hoy, el acceso a la vivienda en Granada es fatal. No hay una regulación que proteja a quienes vivimos aquí; el objetivo parece hacer de la ciudad una fábrica de dinero”, reflexiona. Esa mirada crítica atraviesa todo el largometraje, donde la belleza de la ciudad convive con la crudeza de la especulación, el desplazamiento y la transformación forzada de barrios históricos.

En definitiva, ‘Quién vio los templos caer’ propone un retrato de Granada que se sostiene entre la belleza y la denuncia: un lugar lleno de historia, de personajes que siguen caminando pese al paso del tiempo, y de realidades urbanas que invitan a la reflexión sobre quién puede habitar la ciudad y quién se ve obligado a marcharse. Una película que habla de memoria, de vivienda y de la urgencia de no perder lo que nos define como comunidad.

Categoría:Novedades, Prensa
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