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De burros y hormigoneras

En el Albayzín (con sus calles estrechas, cuestas pronunciadas y, con frecuencia, aceras inexistentes) la convivencia con el tráfico es difícil tanto para el peatón como para el barrio mismo. El aire que respiramos, los ruidos que escuchamos, los atascos que soportamos, el deterioro de la calzada y de las fachadas, etc., tiene que ver con el tipo de vehículos que circulan por aquí.
Vivimos en un lugar de obras permanentes. Es lógico, por su larga historia, el deterioro de edificios, las necesarias rehabilitaciones y las nuevas construcciones.
Durante siglos los burros fueron un elemento esencial en el acarreo de materiales y retirada de escombros, hasta que llegó el dumper y facilitó estas tareas.
Pero desde hace unos años, quizás empujados por el auge del turismo y la proliferación de viviendas para este uso, entran por nuestras calles camiones de grandes proporciones que con dificultad sortean esquinas, estrecheces y personas. Entran por la carretera de Murcia y tienen que volver a salir por el mismo sitio (San Miguel Bajo es demasiado estrecho para estos gigantes), en dirección prohibida en buena parte de sus trayectos, ocasionando inconvenientes y atascos. Unos llevan o retiran enormes grúas (otro elemento desconocido hasta hace poco) y otros son hormigoneras que nos quitan los pocos aparcamientos que tenemos mientras descargan en las obras.
No creo que esté justificada la circulación de estos camiones. Son una buena herramienta de trabajo para las empresas constructoras, pero a costa de problemas, inconvenientes y trastornos cada vez más frecuentes para nuestro barrio, sus habitantes y el difícil tráfico que soportamos.
Un barrio que necesita que el Ayuntamiento y otras administraciones piensen y sean sensibles con las necesidades cotidianas de sus habitantes.

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Después de tardar más de dos años, tapan con hormigón los baches en las arquetas calle San José
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