Sus más de mil años de existencia no son obstáculo para el vandalismo con sus periódicas pintadas, que van acumulándose tras cinco años de dejadez de las autoridades que deben verlar por el patrimonio y evitar su deterioro. Tampoco sus milenarios sillares manchados de pintura sirven de urgente llamada a las Administraciones Públicas para intervenir. Este monumento es el fiel reflejo de la desidia pese a los grandilucuentes discursos sobre el Albayzín como Patrimonio Mundial declarado por la Unesco y abandonado por todos.
Otro de sus lados que acumula pintadas desde hace cinco años: