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PRENSA: La última gran fábrica del Albayzín

Las naves de Tejidos San Miguel (en el óvalo verde). Al fondo, las iglesias de San Bartolomé y San Cristóbal.

Un excepcional reportaje de Gabriel Pozo Felguera sobre la Granada que desaparece; Tejidos San Miguel, la última fábrica del Albayzín, aquella pujante empresa creada por la familia Ferrer durante tres generaciones, cuyos productos de calidad llegaron hasta el último rincón de España. Esta es su historia y su legado. Para no perdérselo.

El Independiente, 09-01-2022

En el corazón del Albayzín llaman poderosamente la atención dos naves industriales de ladrillo. Se ven perfectamente desde el Cerro del Aceituno y desde la Silla del Moro. ¿Qué pintan entre el caserío morisco dos edificios de esas características desde hace justo un siglo? Son ni más ni menos que los restos arquitectónicos de la última gran fábrica que tuvo el barrio: Tejidos San Miguel. En sus mejores tiempos llegó a ocupar a cien personas directamente, más unos cuantos puestos temporales. Rara es la casa de España que no guarde todavía una hamaca, un costal, una manta, una cortina, un toldo… fabricado por la familia Ferrer desde 1889 en las varias sedes que tuvo aquella hilatura local. Todavía quedan vivas bastantes personas que trabajaron en sus telares o sus tiendas del centro de Granada.

Hace unos meses abrió un supermercado en la calle Pagés del Albayzín, llamado Elemen. Esta tienda ha vuelto a dar utilidad a las naves industriales que fueron el núcleo de Tejidos San Miguel hasta 1976. Son edificios al más puro estilo de arquitectura industrial del primer tercio del siglo XX granadino. Aunque en sus buenos momentos la factoría de los Ferrer ocupó más terrenos que las dos naves que utiliza el supermercado actual; se extendió a la mayor parte de la manzana demarcada por las calles Pagés, Agua, Pardo y Fátima. Incluida una casa morisca.

Naves industriales a finales de siglo XX. AHPGR.

El Albayzín tuvo tradición de cordeleros, atarazanas y esparteros prácticamente desde época medieval. Los siglos XVII y XVIII fueron su momento dulce con la fábrica de velas del carril de la Lona. Fabricaba buena parte de los velámenes para los barcos de la Armada española. A su alrededor hubo infinidad de industrias auxiliares. Pero en el primer tercio del siglo XIX aquella industria de lonas se desmoronó con la incorporación de los motores de vapor a la navegación. También se aprovechó la fuerza de la Acequia Aynadamar para los molinos por encima de Fajalauza y el canal de Axares para los molinos de trigo y telas de San Juan de los Reyes.

Patio de Carmen de los Rayos donde comenzó Tejidos San Miguel en 1889. Se ven fardos de algodón en el suelo e hilos colgados en cuerdas del piso alto. AHPGR.

No obstante, el Albayzín tuvo y retuvo la tradición de fabricación artesanal de cordelería, sacos y lonetas, que solían practicar bastantes familias en sus casas. Hasta que uno de aquellos artesanos decidió dar un paso adelante y ponerse a fabricar a escala mayor, al estilo de las industrias catalanas; había aprendido en la fábrica de San Patricio, creada en 1875 por el ingeniero riojano Patricio García Muros. Se llamaba Miguel Ferrer Salinas. Corría el año 1889 y vivía en calle de San Luis, en el Palacio de los Rayos, situado en el número 23. En aquel patio y bajos de la casa montó los primeros telares manuales y empezó a fabricar costales y lonas. Sus primeros empleados fueron la amplia familia y el vecindario. El negocio empezó a irle bien y fue ampliando plantilla, la mayoría de carácter temporal; la maquinaria y telares primigenios eran manuales, de origen morisco, pero él empezó a adquirir aparatos de segunda mano de las fábricas que iban renovando en Cataluña. Miguel Ferrer, el fundador, quería montar una fábrica como las de Barcelona.

La familia Ferrer Salinas, en la calle San Luis, finales del siglo XIX. En el centro de la mesa, el fundador, Miguel Ferrer Salinas. AHPGR.

Tres generaciones: Miguel Ferrer Salinas (con sombrero); Francisco Ferrer Puertollano (en pie); y Francisco Ferrer Cuesta (niño). María Puertollano de la Torre (abuela) y Dolores Cuesta González (en pie). Esta foto debe ser de finales de los años 20-principios de los treinta.

En poco tiempo, Tejidos San Miguel (bautizado así por el nombre del fundador y por el patrón del Albayzín) necesitó más espacio y ubicó otro taller en la una casa de calle San Martín. También empezó a repartir trabajo a infinidad de vecinos que lo hacían a destajo en sus propias casas. El volumen de trabajo y de pedidos le hizo necesario utilizar una red comercial para vender por los pueblos y también abrir una primera tienda en la calle Marqués de Gerona, 9 (que más tarde duplicó con otra en Mesones, 32).

Las dos primeras décadas del siglo XX fueron gloriosas para Tejidos San Miguel. Sus principales clientes eran los sectores agrícolas a industriales de Granada. Las fábricas azucareras estaban a pleno rendimiento, precisaban infinidad de mangas de lona y costales para el envasado del azúcar. Los talabarteros, zapateros, alpargateros y loneros de media España se dirigían a Tejidos San Miguel demandando sus productos, de los mejores en cuanto a calidad. Y no sólo estos artesanos, también los ayuntamientos para enlonar las calles en verano y proteger los escaparates del ardiente sol estival; se ven infinidad de fotos de época cubriendo las puertas de tiendas y casas en aquellos años; los toldos que cubrían las calles Mesones (Granada), Larios (Málaga) y Sierpes (Sevilla) eran fabricados por San Miguel del Albayzín. Y no digamos la infinidad de mecedoras y hamacas de nuestros abuelos (todavía quedan algunas utilizables), con sus características rayas de colores, al estilo de las jarapas moriscas. Los burros iban tan a gusto con sus albardas nuevas de lona suave de los Ferrer y los arrieros con sus alforjas rayadas al hombro.

Postal de la calle Mesones, con lonas protegiendo los escaparates del sol.

Ampliación de 1922 y nuevo edificio

Al comenzar la década de 1920, Tejidos San Miguel solía dar empleo directo a más de ochenta personas, más el indirecto de los recolectores de fibras, tratamiento del cáñamo, vendedores, etc. Las dos casas de San Luis y San Martín estaban colapsadas, incluso en épocas de calor solían salir a trabajar a las calles del barrio.

Francisco Ferrer Puertollano, a mediados de los años 20, cuando impulsó la fábrica y construyó las naves. AHPGR.

Con aquel nuevo y amplio espacio empezaron también a llegar máquinas tejedoras de segunda mano, pero también algunas de estreno

Miguel Ferrer Salinas se había hecho mayor. Dejó el negocio en manos de su hijo Francisco Ferrer Puertollano (fallecido en 1965). La familia tomó la decisión de construir una fábrica nueva y amplia. El lugar elegido fue una casa y corralón, al que se entraba por Plaza de los Muñoces (actual Pagés) y también por calles Agua, Pardo y Fátima. Están linderas con la Casa de los Gallos o de las Palomas (s. XV-XVI). El arquitecto autor del edificio lo desconozco, pero debió ser alguno con experiencia en construcción de molinos y fábricas de las muchas que abundaron en el entorno de la Acequia Gorda. Corría el año 1922 cuando entró el proyecto en el Ayuntamiento y para finales de 1923 ya estaba a pleno rendimiento. Por primera vez el Albayzín contaba con una fábrica de telares mecánicos, movidos por la electricidad suministrada por la empresa Mengemor (más tarde absorbida por Sevillana de Electricidad). Disponía de un solo motor que movía un eje de poleas, que a su vez daba fuerza al resto de telares. Hasta quince años más tarde no fue reforzada la línea eléctrica, casi al comienzo de la guerra civil.

Con aquel nuevo y amplio espacio empezaron también a llegar máquinas tejedoras de segunda mano, pero también algunas de estreno. Allí hubo marcas de telares británicos fabricados por Butterworth&Dickinson, de Gerona (Planas, Flaquer y Cía.), Barcelona (Textil Rossell S. A.), pero también fabricadas por el taller de J. Pastor de Granada.

Placas de las marcas de los telares que se conservan en el Archivo Histórico Provincial.

Las décadas de 1920-30 fueron fulgurantes. Faltaban mujeres en el Albayzín para trabajar en Tejidos San Miguel. Sobre todo, en las campañas de verano, ya que solía haber mucho empleo temporal. Porque la mayoría de empleadas como tejedoras solían ser mujeres. San Miguel fue de las primeras fábricas granadinas que daban igual trato a ambos sexos… excepto en lo salarial, donde había una importante brecha entre hombres y mujeres; también contemplaban los mismos derechos en mutualidades, maternidad, jubilación y asistencia a hijos. Las trabajadoras supervivientes guardan un magnífico recuerdo de los propietarios.

Durante la guerra civil (1936-39), Tejidos San Miguel fue considerada industria estratégica y fue militarizada. Los alzados utilizaron sus instalaciones para fabricar ropas, lonas y elementos necesarios para emplearlos en los frentes de guerra. Incluso se llegaron a fabricar camillas para transporte de soldados heridos, cabestrillos y material sanitario. A sus empleadas se les dejaba tiempo libre para asistir al Frente de Juventudes a ampliar su formación (sobre todo en el espíritu de la nueva nación).

Tercera generación a partir de 1957

Francisco Ferrer Puertollano dejó paso a sus hijos a partir de 1957. Las hilaturas granadinas, prácticamente artesanales, venían perdiendo fuelle ya desde principios de los años cuarenta. El potente apoyo del nuevo régimen a las imponentes fábricas catalanas (precisamente capitaneadas por el hijo de un emigrante granadino, Julio Muñoz Ramonet) hizo de Can Batlló la mayor concentración europea de fábricas de telas y lonas. Una fabriquilla artesanal del Albayzín tenía poco que hacer con tamaña competencia. Y para empeorar la situación, la industria azucarera había cerrado casi por completo en Granada. Sumado a la pobreza de la agricultura de posguerra, donde nada se compraba nuevo y todo se zurcía.

Familia Ferrer Cuesta, años veinte: Dolores Cuesta González, Juan Guillermo, Francisco y el padre Francisco. AHPGRA

Familia Ferrer Cuesta, años 50, a punto de dar el traspaso de Tejidos San Miguel a los dos hijos de la izquierda. AHPGR.

La tercera generación que mantuvo viva Tejidos San Miguel estuvo capitaneada por Francisco Ferrer Cuesta (fallecido en el año 2000)Formó tándem con su hermano Juan Guillermo Ferrer Cuesta como director comercial. De Tejidos San Miguel pasó a llamarse Hijos de Francisco Ferrer. La crisis empezaba a golpearles de lleno; hubo que cerrar parte de las instalaciones y casi retroceder a los tiempos del fundador; la agricultura tradicional ya no precisaba sacos, ni los burros albardas. Ahora empezaban a llegar los tractores y las fibras artificiales que sustituyeron al lino, lana, algodón y fibras vegetales.

Diversos modelos de lonas de los catálogos que se conservan y lista de precios que llevaban sus “viajantes” y ofrecían en las tiendas del centro de Granada. AHPGR.

Pero a pesar de todo, la fábrica textil del Albayzín continuó luchando contra viento y marea hasta el año 1976, en que fue cerrada como centro productivo. La rama familiar que seguía ligada a la actividad continuó aprovechando algunas máquinas y restos de materias primas para encargos y ventas puntuales. Hasta que cesó por completo unos pocos años más tarde y en las naves industriales de la calle Pagés se instaló una fábrica de faroles granadinos; la actividad de TORFER (Torres Fernández) tampoco duró mucho, pues se trasladó pronto al polígono Asegra. Era evidente que el lugar no era el más adecuado para una industria moderna.

Una mecedora de lona, otro de los productos de la compañía.

La Diputación de Málaga se hizo cargo de la restauración de uno de los telares, que actualmente está expuesto en el Museo de las Chimeneas de Antequera

Entre la década final del siglo XX y primera del siglo XXI empezaron a desmontar las máquinas que habían servido para nutrir de telas, lonas y lonetas a media España. La Diputación de Málaga se hizo cargo de la restauración de uno de los telares, que actualmente está expuesto en el Museo de las Chimeneas de Antequera.

Todavía quedan algunos costales, cortinas y bastantes hamacas fabricadas por la familia Ferrer en sus factorías albayzineras. Han superado con creces su lema de durar para toda la vida.

NOTA: La mayor parte de la documentación que se conserva de aquella fábrica fue depositada en el Archivo Histórico Provincial de Granada, de dónde he tomado prácticamente todos los datos para este artículo.

COLECCIÓN FOTOGRÁFICA

Canillera y lanzadera manual, de principios del siglo XX.

Devanadera.

Telares eléctricos instalados en la fábrica nueva, en calle Pagés, movidos por un motor y tren de poleas en el techo.

Anuncios publicitarios en prensa granadina de los años treinta.

Tarjeta de visita del segundo propietario de los telares.

Puerta de entrada principal, en un callejón ciego que da a calle Pagés.

Fábrica de San Patricio (actual sede de GEGSA), de donde procedían algunas de las máquinas que tenía San Miguel, tras el cierre de esta actividad en la zona de la carretera de la Sierra. También San Miguel se quedó con parte de los telares tras el cierre de la fábrica de Santa Brígida.

Urdidor mecánico de los años setenta.

Cuatro de los telares, ya arrumbados, tras el cierre de 1976.

Último telar salvado, antes de ser restaurado.

El mismo telar, ya en Málaga, para proceder a su restauración.

Telar ya restaurado y expuesto en el museo de Antequera.

 

1 comentario

  1. Fatima Camarero
    12 enero, 2022

    Magnifico reportaje, magnífico artículo. Felicidades

    Responder

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