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PRENSA: Las huellas de las otras ‘tomas’ de Granada

Restos arqueológicos del bajo Albaicín, arrasados en el siglo XII. / IDEAL

El bajo Albaicín es uno de los pocos lugares de la ciudad donde se pueden apreciar aquellos enfrentamientos del siglo XII

Ideal, 16-08-2021 Por Ángel Rodríguez

Granada ha sido codiciada, asediada, defendida y conquistada en varios momentos de su historia. La más conocida de todas es sin duda la de los Reyes Católicos en 1492, pero existieron otras ‘tomas’ no tan pacíficas como la que supuso el fin de al-Andalus.

Los habitantes del oppidum íbero de Iliberri pactaron con Roma su sumisión, colaborando activamente con la nueva potencia del Mediterráneo. En el siglo XI el emir Abd Allah, último de la dinastía zirí, invitó a los almorávides para frenar el avance cristiano y fue depuesto por los norteafricanos sin mucha resistencia, dando paso a un nuevo periodo de la historia de la ciudad. A partir del año 1090, momento en el que se produjo este acontecimiento, Granada pasó a ser la capital política de los almorávides en al-Andalus.

Almorávides y almohades fueron dos movimientos nacidos en el Norte de África, con tintes religiosos más o menos rigoristas por su interpretación del Corán y del resto de los textos sagrados, especialmente los hadices –tradiciones de la vida del Profeta–, que se sustentaron en bases tribales diferentes: los primeros procedentes de la zona del actual Sáhara y los segundos de las tribus de las montañas del Atlas. Este sustrato poblacional es lo que fundamenta las diferencias entre ambos, más que las divergencias teológicas, aunque a la postre serán las que esgrima Ibn Tumart, fundador del movimiento almohade, para sublevarse contra los almorávides. La lucha entre ambos se trasladó a la Península Ibérica, provocando un periodo de larga inestabilidad.

El siglo XII es el de hegemonía de ambos imperios norteafricanos, fue convulso e inestable, notándose con especial virulencia en nuestra ciudad, primero por el intento de asalto por parte de Alfonso I el Batallador, luego por las interminables luchas entre almorávides, almohades y reyezuelos andalusíes que querían zafarse del yugo de los norteafricanos. Granada fue en más de una ocasión escenario de estas luchas.

En los momentos finales del imperio almorávide, Granada, capital andalusí, se mantuvo como la última ciudad fiel frente al avance efervescente almohade, y como consecuencia sufrió varios asedios.

En el año 1145 uno de los rebeldes pro-almohades conocido como Zafadola se hizo fuerte en la colina de la Sabika mientras que las tropas almorávides de la ciudad quedaron recluidas en la Alcazaba Qadima. El asedio afectó de forma notable al espacio urbano que ocupaba la orilla derecha del Darro, situado extramuros. Finalmente tuvo que huir y, años más tarde, en el 1148, la ciudad era conquistada definitivamente por los almohades, aunque su poder no se afianzó de forma definitiva hasta la segunda mitad del siglo XII con brotes de sublevaciones encabezadas por sectores todavía fieles a los almorávides.

Un episodio similar pero más violento aún sufrieron los almohades en 1162. Dos caudillos andalusíes, emparentados como yerno y suegro, y opositores a los almohades, ibn Hamusk e ibn Mardanis, quisieron conquistar Granada. Apoyados por facciones de judíos y mercenarios castellanos entre los que se encontraba Alvar Rodríguez el Calvo, nieto de Alvar Fáñez compañero de armas del Cid, repitieron la estrategia que diecisiete años antes había intentado Zafadola. Ibn Hamusk se hizo fuerte en la Sabika desde donde, cuenta la tradición, que arrojaban prisioneros almohades a los sitiados con sus catapultas, en vez de piedras. A pesar de todo, los recluidos en la Alcazaba Qadima, consiguieron pedir auxilio al califa Abd al-Mumin que se encontraba en Marrakesh, enviando refuerzos a los pocos días, pero de nuevo en un golpe de suerte, fueron vencidos en la Vega por las huestes de los rebeldes. Para hacer la situación de los sitiados más precaria, llegaron los refuerzos de ibn Mardanis, el Rey Lobo de Murcia, que se asentó en el Cerro de San Cristóbal, sobre el Albaicín.

La derrota de las tropas califales en la Vega no fue decisiva y los refuerzos que se habían salvado fueron reorganizados por Yusuf Suleyman, que se adelantaron a los sitiadores tomando por sorpresa la Sabika al amanecer del 13 de julio. Ante la derrota, revanchista y sangrienta a decir de las fuentes, su aliado murciano decidió levantar el campo y huir. Recuperada la seguridad y estabilidad en Granada, se ordenó reparar los muros de la alcazaba y abastecerla suficientemente de víveres, agua y sal.

Los asedios del siglo XII

La posición que ocuparon en ambos casos los dos bandos enfrentados, unos en la Sabika y otros en la antigua alcazaba del Albaicín, dejaba un espacio, a modo de tierra de nadie, propicio para sufrir con dureza los ataques de cada uno de ellos. Ese lugar es el bajo Albaicín y es uno de los pocos de la ciudad donde arqueológicamente se pueden apreciar con claridad las huellas de aquellos enfrentamientos del siglo XII. Uno de los motivos, a parte de encontrarse en medio de las fuerzas de choque de los contendientes, era su posición extramuros, sin defensas adecuadas. Solamente había un punto fortificado, la conocida como coracha, pero el resto del barrio, poblado desde época zirí, quedó a su suerte, tanto en 1145 como en 1162.

Arqueológicamente hemos comprobado que sobre la fase fundacional del siglo XI existe un nivel de abandono generalizado, con episodios de incendios y desplomes de estructuras, todo en un periodo muy corto de tiempo que sugieren ser consecuencia de algún fenómeno violento y unísono en todo el barrio. Ejemplos que podemos relacionar con este episodio se documentaron en los solares de los antiguos Tejidos Casares, entre la calle San Juan de los Reyes y Espino; también en la Cuesta de la Victoria, Callejón de Zafra o en distintos puntos de San Juan de los Reyes. A partir del siglo XIII se reconstruyó el barrio, dándole un nuevo carácter, ya en época nazarí, que es cuando el barrio de Axares adquiere su configuración como barrio aristocrático. Es muy posible que este cambio estuviera directamente ligado al hecho de la construcción de la Alhambra, que de una vez por todas eliminaba un punto débil en la defensa del resto de la ciudad… siempre que esta se mantuviera fiel a los nazaríes, porque la alcazaba roja seguía controlando desde la orilla izquierda del Darro la vida de los granadinos.

Ficha técnica

Localización C/ San Juan de los Reyes y barrio del Bajo Albaicín.

Descripción Restos de la trama urbana y viviendas, arrasadas y destruidas de forma generalizada en el siglo XI.

Cronología Restos arqueológicos fundados en el siglo XI y destruidos en el siglo XII. Reconstrucciones posteriores.

Tipo de protección Se encuentra dentro del ámbito de protección arqueológica del PEPRI Albaicín.

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