PRENSA: Reaparece el paraíso hippie de la Fuente del Avellano
La capital cuenta con su propio ‘Beneficio’: la comuna itinerante de extranjeros cambia de ubicación con frecuencia en el valle del Darro
Leer en Ideal, 19-03-2019
Los campistas se han trasladado con sus mochilas a otra parte. Del albergue esporádico e ilegal del hotel Reúma- disuelto por la continua vigilancia- sólo queda un colchón, litronas vacías y latas de comida canina. Sin dejar las orillas del Darro, una decena de visitantes extranjeros se han instalado nuevamente en una explanada y en las cuevas cercanas a la Fuente del Avellano. Con la llegada del buen tiempo, los habituales en estos asentamientos comparten su espacio con más peregrinos. Las vistas a la abadía del Sacromonte no tienen nada que envidiar a la panorámica de la Alpujarra visible desde la comuna de fama internacional orgiveña. El centro de Granada cuenta con su propio ‘Beneficio’, menos alejado de ojos curiosos, pero con la intimidad suficiente que les ha otorgado la madre naturaleza.
Refugiados entre árboles y separados de la civilización por un camino pedregoso, doce personas habitan en seis tiendas de campaña. Rostros jóvenes de Bélgica, Alemania, Holanda o Chile se reúnen frente a una hoguera apagada. Comparten comida y techo de forma temporal. La mayoría son nómadas y ‘okupas’ que recorren Europa. Entre marcha y marcha paran a descansar dónde se sienten a salvo y respaldados; «fuera del sistema». Así lo explica Javiera, de 27 años de edad y natural de Chile, mientras remueve un brebaje a base de ron, cola cao y zumo de naranja. La joven dejó su país, su oficio como chef y el «agobio» de la promesa de una vida corriente con casa, trabajo y coche para viajar por el mundo. En Barcelona conoció al que ahora es su marido, de origen alemán y pastelero, y juntos siguieron el camino. La pareja se quedará unas semanas, lo suficiente para acudir a la fiesta del dragón y ahorrar dinero a través de la venta de artesanía.
Estancias cortas y estacionales. Bram, es el residente más longevo. Habita el camping desde hace ocho meses con su perra. El joven belga afirma que la policía nunca ha irrumpido en el campamento, tranquilidad que agradece Henk. El holandés errante se refugia del clima frío en Granada y de los recuerdos de su país natal. Henk pasó cinco meses en la cárcel por agredir a dos personas en la calle «cuando estaba un poco loco» relata. La estancia en prisión le ayudó a aprender español y a decirse a venir al país. En verano huirá a Asturias para dejar atrás los termómetros a 40 grados. Historias pasajeras que transcurren a los pies de la Alhambra, esperan poder quedarse más tiempo y no recibir visitas de las autoridades: «Somos gente tranquila. No queremos problemas, ni los ocasionamos» , concluyen.
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