Tras el desalojo frustrado en 2014, Urbanismo propondrá en la próxima junta municipal de distrito del Albaicín crear un equipo de trabajo para ordenar la zona de una manera definitiva.
Leer en Ideal, 20-07-2016
La última vez que el Ayuntamiento desalojó y tapió varias cuevas en el cerro de San Miguel fue en 2014. Lo hizo a lo grande, con un gran dispositivo policial y detrás de un halo mediático. No sirvió para nada. Las grutas duraron cuatro días cerradas. Ni era la primera vez que lo hacían -ya en 2007 y en 2010 se había intentado el proceso de desalojo- ni era la primera vez que se volvían a reabrir. Es el sino de las cuevas de San Miguel.
El nuevo equipo de gobierno no quiere darse por vencido con este tema. De hecho, va a afrontarlo y a tomar cartas en el asunto. En la próxima junta de distrito Albaicín, el concejal de Urbanismo, Miguel Fernández Madrid, propondrá crear una comisión o grupo de expertos para reactivar la reorganización de la zona tanto urbanística como socialmente, especialmente, porque vuelve a ser un punto candente que genera quejas en los vecinos del barrio.
«Ya nos han llegado protestas de algunos residentes que viven en las inmediaciones o en los caminos de acceso al cerro y queremos intervenir para dar una solución definitiva», apunta el concejal.
Medidas permanentes
Las quejas de las que habla el edil son conocidas por todos los que viven allí. «Ahora llegan los moradores del verano», explican los vecinos. Así es. El cerro de San Miguel se ha convertido en un lugar de paso, son muy pocas cuevas las que tienen escrituras y tienen regularizada su propiedad, el resto se convierten en una especie de casas de alquiler que se van pasando de unos inquilinos a otros. La mayoría de ellos extranjeros y que habitan temporadas en la zona pero que luego se marchan.
Es en el verano cuando además de las ocupaciones se hace convivencia en la calle. «El sonido de los tambores se escuchan desde las 7 de la tarde y, en ocasiones, se prolongan hasta altas horas de la noche», explican desde el barrio. No sólo se escuchan percusiones, algunos vecinos aseguran que en algunas cuevas se realizan directamente actividades culturales y teatrales, que no critican, pero que cuando congregan a muchos asistentes acaban molestando al resto.
Que el equipo de gobierno vuelva a reactivar el plan de las cuevas es algo que no ven con malos ojos ni los vecinos del Albaicín ni los del Sacromonte. De hecho, esta medida ya se propuso en una de las últimos juntas de distrito que celebró el PP antes de que Francisco Ledesma fuera presidente. «Que regularicen la zona, se adecente y se tomen medidas nos parece bien, pero no es la primera vez que se intenta y se queda en nada», señala Lola Boloix, de la Asociación de vecinos del Bajo Albaicín. Su reflexión es común a la de Francisco Ballesteros, vicepresidente de la Asociación del Sacromonte, quien mantiene que el equipo de trabajo debe ser multidisciplinar y abarcar aspectos clave como la situación social de las personas afectadas. «Lo que no se puede hacer es actuar y que después no pase nada y se olvide la intervención, porque entonces la historia se volverá a repetir». Los representantes vecinales vuelven a traer a escena que la proliferación de asentamientos ilegales ya no sólo afecta a San Miguel sino que detrás de la muralla del Sacromonte o en la Fuente del Avellano la ‘acampada’ de gente sigue siendo continua.
Los vecinos de los barrios, que son testigos a diario de la vida en las cuevas, apuntan que la intervención que allí se haga no sólo llega a los ramales de Urbanismo sino que también tendrían que tomarse medidas a nivel medioambiental. «Partes de las que rodean la Alhambra, como el Sacromonte y parte San Miguel, tiene protección y son zonas con unas características propias que no deben perderse y que se están vulnerando con los asentamientos y la creación de caminos para llegar a los asentamientos», señalan desde las asociaciones.
La propuesta municipal para reactivar el plan de las cuevas se tratará con los vecinos el próximo día 28 y será entonces cuando se vuelva a poner en marcha el engranaje para intervenir en las cuevas, quizás, de manera definitiva.
