[PRENSA] Pegote o patrimonio: la rehabilitación del ‘hotel Reúma’ en la colina de la Alhambra reaviva el debate
Imagen del antiguo hotel Bosques de la Alhambra, popularmente conocido como hotel Reuma, situado a los pies de la Alhambra.Álex Cámara (Álex Cámara / El País)
La Academia de Bellas Artes de San Fernando reclama la demolición del edificio, construido en 1910 con aire afrancesado y nada nazarí
El hotel Reúma, en la ladera norte de la colina de la Sabika y a 90 metros de los muros de la Alhambra, es sin duda un cuerpo extraño en su entorno. Allí, en el bosque de San Pedro de la Sabika, coto de caza del sultán Muley Hazen en el siglo XV, y coronado por el recinto nazarí, este edificio de 125 metros cuadrados y tres plantas surge en 1910 con su aire historicista y afrancesado, un peculiar tejado de zinc y su remate central a modo de asa donde aparecía el rótulo. Nacido con el nombre de hotel Bosques de la Alhambra, la humedad y el frío de ese bosque hizo inviable el negocio y cerró en apenas dos años. Los granadinos, claro, no tardaron en bautizarlo como “hotel Reúma” o casa de la maleta, por la apariencia del edificio con su asa en el tejado. Tuvo distintos usos a lo largo del siglo XX, y la Alhambra lo adquirió hace 25 años. Cuerpo extraño, edificio exótico o pegote, tiene un valor simbólico indudable para la ciudad.
Este otoño, el Patronato de la Alhambra ha puesto en marcha su rehabilitación, con la oposición de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que ha emitido un informe solicitando su demolición. Se renueva, pues, el debate de qué hacer en estos casos. Justo este miércoles comenzó un congreso de dos días organizado por el Patronato para discutir el plan director que regirá la gestión del monumento en los próximos 10 años, en el que tendrá que incluirse el futuro del hotel Reúma.
La arquitecta Blanca del Espino Hidalgo, urbanista y especialista en patrimonio de la Universidad de Sevilla, explica que ahora “la visión contemporánea del patrimonio cultural incluye la superposición de todas las aportaciones, las culturas y las épocas. Además, es relevante la valoración del bien que tienen las personas en contacto con él”. Para Del Espino, la sociedad granadina tiene interiorizada la presencia en esa ladera norte de la Alhambra del hotel Reúma como algo inherente al entorno. Suma a ello que “el único criterio para su conservación no es que las arquitecturas sean de grandísima calidad, porque entonces no tendríamos muchos ejemplos de arquitectura vernácula o no existirían muchos elementos de patrimonio inmaterial”. Y añade: “La valoración se hace desde la contemporaneidad, desde cómo las personas nos sentimos identificadas con nuestro patrimonio”. Además, agrega, uno de los grandes dilemas de la intervención patrimonial es siempre: “¿Con qué capa nos quedamos, hasta dónde desmontamos, cuál es el estado prístino de un bien? Porque se juntan la superposición, la transformación y la adaptación de un lugar a lo que representa cada cultura”.
La paradoja del hotel Reúma es que se adquirió para lo que pide la Academia: echarlo abajo. Era el año 2000 y costó 130 millones de pesetas (780.000 euros). Mateo Revilla, que dirigía el Patronato alhambreño, anunció meses después una inversión de 150 millones de pesetas (900.000 euros) para demoler el antiguo hotel y abrir un paseo en la ribera del cercano río Darro. Casi 1,7 millones de euros para un derribo que se justificaba porque era una reliquia sin más valor que el sentimental al que los granadinos simplemente se habían acostumbrado con el paso del tiempo.
En 2004, María del Mar Villafranca asumió la dirección de la Alhambra. Y puso en marcha la redacción del plan director que se aprobó en 2007. Tras una reflexión amplia, cuenta, tomaron “una decisión, quizá conservadora, pero con sentido: recuperar el edificio porque el hotel Reúma formaba ya parte de la identidad de ese borde de la Alhambra”. Identidad previa a aquel 1910 porque el hotel no era una construcción de nueva planta, sino erigida sobre el antiguo carmen de Santa Engracia, antes carmen de Romayla, construidos más de un siglo antes. Según Villafranca, la idea era “darle la consideración de embajada de la Alhambra en la ciudad, dando respuesta a la eterna controversia de que la Alhambra estaba fuera de ella”. La exdirectora cree relevante también el valor inmaterial del aprecio de los granadinos, que en cierto modo lo adoptaron y hasta le pusieron apodos.
Esa idea —y obligación derivada de aquel plan director aún vigente— la han aceptado los sucesivos directores del recinto hasta llegar al actual, Rodrigo Ruiz-Jiménez, que defiende un proyecto que, por otro lado, ya está en marcha. Ruiz-Jiménez recuerda que un Informe de Impacto Patrimonial realizado por la Universidad de Sevilla avala la intervención como “factible y correcta“. ”Guste más o menos, y aunque quizá no sea el mejor ejemplo, es el único edificio con ese estilo arquitectónico en la ciudad”. En año y medio y tras una inversión de 1,9 millones de euros, el hotel Reúma tendrá una función expositiva y de atención a visitantes, a los que se mostrará “la evolución de la ciudad, del Albaicín y de la Alhambra”, de modo que sea, concluye, “un regalo del Patronato a la ciudad”.
Un regalo envenenado, según el informe radicalmente contrario a su rehabilitación de la Real Academia de Bellas Artes, firmado por Antonio Almagro Gorbea, investigador jubilado de la Escuela de Estudios Árabes del CSIC. Este escrito se refiere al hotel Reúma como “una construcción de pésima calidad con elementos ajenos a la tradición arquitectónica de la ciudad y del entorno, fuera de lugar”, y que “atenta contra el aislamiento de la ciudad palatina”; “una ruina romántica”; “en cualquier otro sitio, nadie se hubiera preocupado por él y se habría derribado sin ningún escrúpulo” porque “la persistencia en el tiempo de un daño no puede ser esgrimida como razón de su continuidad”. La conclusión es: “Se debe proceder a la demolición”.
Noelia Silva Santa Cruz y Susana Calvo Capilla, doctoras del Departamento de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, se alinean en una respuesta escrita a este diario con la postura de la Academia: “Aunque el hotel Reúma pueda resultar un elemento históricamente sedimentado y haya podido cobrar un cierto carácter identitario, configurando un paisaje cultural o sentimental para la población, su construcción supuso un atentado contra la esencia del monumento nazarí, por lo que la explicación de que el edificio-centro de interpretación serviría como nexo de unión de los palacios y la ciudad no tiene sentido y es una transgresión de la esencia misma del monumento”, subrayan.

