[PRENSA] Se venden “paraísos cerrados” en el Albayzín. Razón: burguesía en retirada
Gabriel Pozo Felguera nos ofrece, probablemente, el mejor reportaje que nunca antes hayas leído sobre los cármenes, una vivienda exclusivamente granadina, del Albayzín, su origen, su historia y un recorrido alucinante, con abundantes imágenes y curiosidades, por los más conocidos o singulares. Por el mejor cronista de Granada, que no obvia una crítica a la evolución del histórico barrio, atormentado por el turismo desaforado.
Suenan tambores de venta de grandes cármenes en el Albayzín. Cada vez con mayor intensidad. El barrio de los jardines colgantes babilónicos vuelve a estar de moda. El carmen más histórico y con más pedigrí, el de los Cipreses, también ha colgado el cartel de “Se vende”. Por sólo 5,5 millones. Son ya media docena las grandes quintas albayzineras que están en venta, en negociación o a punto de firmar escrituras. Pero no se espera que una familia burguesa granadina suceda a otra, como ocurría hasta ahora. Son grandes fortunas extranjeras o fondos de inversión los que preguntan, para sumarlos a su oferta turística. O a satisfacer sus caprichos. Todo el mundo quiere venir a la acrópolis, no tanto para vivirla como para turistear. En la Carrera del Darro, unos fondos de inversión se han hecho con tres casonas para hoteles. Los habitantes autóctonos merman mientras sus calles y miradores se abarrotan de visitantes. Callejones de la ruta de los miradores necesitan semáforos para ordenar el paso de grupos. Se da un febril movimiento de albañiles reconvirtiendo viviendas familiares en apartamentos turísticos. El que tiene un carmencillo bien situado, tiene un tesoro… si decide reconvertirlo para turismo.
Hace ya más de diez años que una desavenencia entre los seis propietarios del carmen de San Agustín ─la familia Pérez-Pire García─, sobre el uso hostelero del lugar, acabó en su venta. Lo adquirió el emir de Qatar por una cifra astronómica (17 millones de dólares, cantidad publicada). Desaparecía otra más de las familias burguesas conocidas del barrio durante las últimas décadas.
También los propietarios medianos y pequeños de casas siguieron la estela de vender o adaptar sus casas para uso turístico. Tras la estampida postcovit-19, el Albayzín se ha puesto a rebosar, al igual que el centro de Granada. Sus calles y miradores parecen cañadas reales, con grupos numerosos que se entrecruzan y se mezclan sus rebaños por cordeles y descansaderos. Lo inundan todo. Ha aparecido la nueva modalidad del turismo “de descenso”: los autocares sueltan en la carretera de Murcia y los dejan chorrear por las laderas hacia el valle del Darro y el centro. Pícnic en bolsa. Y los recogen en el Salón. Sin apenas gastar un euro en la ciudad. Sólo dejan latas y bolsas tiradas.
A esa especialidad se suma el turista de maleta rodante y apartamento turístico. Calculan que ya hay un veinte por ciento de casas en el Albayzín, entre las legales e ilegales, que se destinan a uso vacacional de fin de semana. Son cifras creíbles. Lo demuestra la cantidad de gente que se ve de jueves a domingo arrastrando valijas por los empedrados del barrio. Antes, el único ruido que se oía dentro de nuestras casas eran las herraduras de los burros del Piki acarreando materiales; ahora los cascos han sido sustituidos por las ruedecillas de las samsonite.