[PRENSA] ¿Y por qué no resucitamos el sistema de aguas de Aynadamar para el Albayzín?
Toma de agua para consumo humano y animal en el aljibe de Santa Isabel de los Abades, principios del siglo XX.
Hace 50 años, Granada dio la espalda a la Acequia Aynadamar, después de 10 siglos de abastecerla con sus aguas. Gabriel Pozo Felguera nos detalla la historia de este ingenioso y complejo sistema de suministro hidráulico, una obra maestra, con una llamada para recuperar uno de los principales elementos identitarios de la ciudad, porque puede ser posible, como impulsa la Universidad de Granada.
Gabriel Pozo Felguera. El Independiente, 27-10-2024
La ciudad original de Granada −Alcazaba y Albayzín− se nutrió del agua subterránea de Aynadamar desde principios del siglo XI. O quizás desde que era la Florentia romana. Fue un sistema de ingeniería hidráulica exclusivo y peculiar de esta medina medieval. Formado por una red de aljibes y pilares que llevaron agua a todos los rincones, casas, jardines y campos. Mediante un complejo diseño de acueductos, minas, partidores, elevadores y cauchiles. Incluso contó para su gestión con uno de los tribunales de aguas más antiguos de España. Todavía sobreviven en perfecto estado 27 aljibes de su estructura. Pero no están conectados mediante los tradicionales atanores. También fue borrado el último tramo de la acequia a la entrada a la ciudad, entre la muralla de Fajalauza y la Golilla. La Universidad acaba de recuperar unos cuantos kilómetros y ha devuelto el agua al depósito del Moro, en los altos de Cartuja. Esta iniciativa invita a continuar un proyecto de recuperación del que fuera más ingenioso, avanzado y sorprendente mecanismo de abastecimiento de agua de una ciudad hispanomusulmana. Estuvo vivo hasta hace poco más de medio siglo, cuando las tuberías de hierro lo jubilaron y trajeron la comodidad a nuestras casas.
Algunas veces me he preguntado por qué Granada dejó morir el sistema de abastecimiento de aguas de Aynadamar. Una estructura más que milenaria, única del mundo, ingeniosa. Una obra maestra de los ingenieros del agua. Me repregunto si en la actualidad sería posible recuperarla. Volver a resucitarla por motivos históricos, culturales y prácticos. Para utilizar su agua en el riego de zonas públicas y privadas, como fue desde principios del siglo XI. Devolver a la vida el patrimonio granadino más antiguo y valioso que ha tenido jamás.
Me he animado a reflexionar y escribir sobre este asunto tras ver cómo la Universidad ha conseguido devolver el agua de la Acequia Aynadamar al Albercón del Moro que corona los terrenos que fueron de Jesuitas y hoy son del Campus Universitario de Cartuja. Una iniciativa loable y que hay que aplaudir. Que no debería morir aquí; habría que culminarla con la devolución del agua de Fuente Grande hasta los aljibes públicos del Albayzín, que continúan siendo 27, están todos rehabilitados y en muy buen estado de conservación. Sólo falta rematar la conexión del sistema desde la Golilla de Cartuja hasta la compleja red capilar que se repartía por todo el Albayzín, llegaba hasta los hospitales Real, San Juan de Dios y Monasterio de San Jerónimo; incluso llenaba el aljibe situado bajo el atrio de la Capilla Real.
Conservamos tres aljibes bastante grandes: el del Rey (300 m3) y el de la Mezquita mayor (Capilla Real); medianos (entre 50 y 100 m3): San Miguel, San Nicolás San José, Trillo y Polo; los restantes son inferiores a 50 m3. El más pequeño es el de San Luis, de sólo 4,5 m3. En cuanto a su antigüedad, hay al menos cuatro que son de época zirí, entre los años 1013 y 1091 (el del Rey, Tomasas, San José y Capilla Real); algunos del periodo almohade/almorávide; el resto son nazaríes, excepto el del Zenete que es cristiano. La mitad de los que quedan estuvieron relacionados con la existencia de una mezquita u oratorio islámico. En cuanto a sus formas, los grandes están soportados con pilares centrales, casi como si fuesen una iglesia subterránea de varias naves. Se accede a ellos a través de brocales en uno de sus extremos. Son verdaderas joyas arquitectónicas, ninguno igual a otro. Al de San Cristóbal hay que descender varios metros para llegar a su nivel de brocal. El único que es circular es el situado en frente a la casa Abén Humeya, una especie de gran tinaja subterránea.
Se trató de un sistema hidráulico sorprendente que el Ayuntamiento de Granada dejó perderse hace ahora medio siglo, pero del que no han prescrito sus derechos de aguas. Tampoco los de cientos de propietarios de la comunidad de regantes de la capital que conservan ese derecho al agua en sus escrituras de propiedad. El agua de Aynadamar ha regresado casi a las puertas de la ciudad, por iniciativa de la Universidad. Otra cosa muy diferente sería poder llevarla de nuevo hasta los aljibes; lo que fueron sus estanques decantadores y conducciones antes de la muralla han desaparecido, han sido ocupados, en buena parte, por construcciones privadas.
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