PRENSA: La albaicinera que muestra a Europa cómo era Granada hace 100 años
La cibernovela de Marga Marín, en la que su abuela Conchita cuenta cómo era el día a día en 1920, llega a Rumanía gracias a un proyecto europeo como herramienta de integración.
El Albaicín hace 100 años era bastante diferente del barrio que es hoy día. Sin embargo, los problemas y preocupaciones de su gente, al menos en muchas ocasiones, eran bastante parecidos a los que hoy habitan sus calles y mantienen vivo al barrio. Esa es una de las conclusiones que se puede extraer tras la lectura de ‘Diario de una Albayzinera 1920’, una cibernovela de la albaicinera Marga Marín en la que cuenta, a través de su abuela Conchita, los sucesos que tuvieron lugar hace algo más de 100 años, en 1920. Un proyecto que surgió a través de la asociación de vecinos del Albaicín y que, tras un gran trabajo por parte de su autora, dará el salto a otros lugares gracias a un proyecto con fondos europeos.
La idea encuentra su origen en 2018, pero no fue hasta un año más tarde cuando comenzaría a hacerse realidad. «Lo que quería era realizar una comparativa de cómo era la vida en el barrio antes, irnos un siglo atrás y mostrarlo», cuenta a IDEAL Marga Marín, la autora de la novela. Sin embargo, no se trata de una novela normal, sino que consiste en una cibernovela de entrega diaria que, además de en texto, también se ofrecía con audio para llegar al máximo número de personas posible. Comenzó a escribir el 1 de enero de 2020, año en el que la pandemia llegó para cambiarlo todo, y desde entonces publicó una nueva entrega cada día hasta la llegada de 2021.Todo ello a través de una protagonista única, Conchita, abuela de Marga y también del Albaicín, que contaba, siendo todavía una joven, lo que iba pasando cada día del año. «Habla sobre cómo era la vida en el taller, ya que su madre era modista, cómo era mi abuelo, de los aprendizajes de lo que le pasaba… Todo es verídico», asegura. Y es que, además de contar las vivencias de su familia, también relata algunos de los hechos más importantes que sucedieron en la época: «Tuve muchísimo trabajo de documentación, si no nos hubieran confinado no sé cómo podría haberlo hecho».
El objetivo de todo esto era el de «poner en valor el Albaicín habitado», algo que durante los últimos tiempos no se tiene mucho en cuenta. «Del barrio se vende siempre sus calles, la típica estampa de los miradores, sus tapias… Pero no se tiene en cuenta de que el Albaicín no tiene sentido sin sus habitantes, no es un monumento, sino un barrio habitado que por eso es Patrimonio de la Humanidad». Esto es algo que aclara poniendo un ejemplo: mientras que antes podían vivir prácticamente con las puertas abiertas, ahora es algo imposible ya que tienen que convivir cada día con guías turísticos, músicos, el ruido de los bares… «Quería dar valor al Albaicín humano, porque si se pierde no habrá manera de mantener vivo el barrio». 366 capítulos, por coincidir en año bisiesto, y prácticamente 12 horas de audio para resumir 1920 entero. Una novela que llegó a su fin pero que todavía hoy es utilizada como herramienta de educación social, para generar interacción entre jóvenes y mayores del barrio y para fomentar la lectura.
Conchita se va de viaje
La iniciativa de Marga cosechó un gran éxito y, según detalla, en el primer año de vida de ‘Diario de una Albayzinera 1920’ sumó más de 50.000 visitas. «Yo lo hacía para la gente del barrio, no pensaba si me iban a leer más o menos». Pero su cibernovela traspasó las fronteras de Granada llegando a gente en Madrid, Asturias y otros puntos del país. Entre sus muchos lectores se encontraban Juan Antonio Rosado y Ana Polo, también albaicineros, que se dedican a gestionar proyectos que buscan beneficiar a la sociedad a nivel internacional, algo que hacen a través de Apdi Group. «Cuando conocimos el proyecto de Marga nos enamoramos de la idea desde el primer minuto porque casaba perfectamente con lo que hacemos», explica Juan Antonio.
Tanto él como Ana pensaron automáticamente que el proyecto podía tener mucho recorrido y decidieron promoverlo a nivel europeo para que pudiera se sostenible y se extendiera. «Después de mucho trabajo hemos conseguido llevar la idea de esta cibernovela a Purchena (Almería) y a Rumanía», cuenta Juan Antonio. Un proyecto conjunto en el que cuentan como socios con FUITEC, el Ayuntamiento de Purchena y la comunidad Harghuita en Rumanía, compuesta por ciudadanos de húngaro. De este modo, en estos lugares se desarrollara su propia cibernovela como la que desarrolló Marga, pero con sus propios personajes e historias.
«El proyecto de Conchita supone una herramienta increíble para trabajadores sociales y permite desarrollar un montón de actividades», detalla Ana, que comenta como es un «nexo perfecto» entre generaciones. «Será una herramienta de integración y para recuperar raíces, permitirá que los jóvenes se acerquen a las generaciones más mayores». Pero, además de desarrollar el proyecto en estos dos nuevos lugares, también se traducirá toda la historia de Conchita, como sucede con todos los proyectos europeos. «Se traducirá al inglés, al rumano y al húngaro. Además, creemos que esto solo es el primer paso de un proyecto continuo que queremos que se extienda y tenga una vida muy larga», dice Juan Antonio.
Homenaje a su abuela
Marga formará parte de este proyecto como asesora y ya tiene en la cabeza nuevas entregas con su abuela Conchita como protagonista. «Me gustaría publicar un libro como tal aunque sí que me planteo realizar otra entrega de la cibernovela, en este caso algunos años más tarde, cuando Granada mpezó a desarrollarse más», explica la autora, que reconoce sentirse «encantada» con que su obra haya inspirado todo esto porque «todo lo que sea mejorar un poco el mundo me parece genial».
Además de como herramienta educativa y sociocultural, ‘Diario de una Albayzinera 1920’ también es un gran homenaje a su abuela, pero no solo a ella, también «a todas las mujeres». «Mi abuela me mataría si se llega a enterar de todo esto», cuenta entre risas. «Era una gran lectora y tuvo que dejar la escuela para ayudar en casa, le habría gustado mucho ser el personaje de una novela». Eso sí, tiene claro que no se habría librado de que le dijera «la que me has liado, niña».
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