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PRENSA: La leyenda de los hermanos Quero: los maquis de ciudad que atemorizaron a Granada

Los cuatro hermanos se convirtieron en una auténtica leyenda en los años cuarenta con una forma de actuar atípica con su guerrilla urbana.

Ideal, 07-02-2021

Antonio, Pepe, Pedro y Paco Quero Robles. Esos cuatro nombres, unidos por lazos de sangre y también por su causa común contra el régimen, pusieron en jaque a las autoridades granadinas en los años cuarenta y forjaron una leyenda cargada de capítulos. Algunos de ellos se ajustan a la realidad y otros les fueron adjudicados a maquis granadinos aunque nunca los cometieron. Todo ello queda recogido en obras como ‘Hijos de una guerra: los hermanos Quero y la resistencia antifranquista’, de Jorge Marco.

Los Quero fueron unos guerrilleros del Albaicín que comenzaron a sembrar el miedo en la ciudad en la década de los cuarenta, en plena postguerra. Tras alistarse en el ejército republicano, Antonio y Pepe acabaron en la cárcel al terminar el conflicto armado en 1939. Lograron fugarse. A partir de ahí, se unieron a sus hermanos para formar una partida de guerrilleros , según explica el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada Claudio Hernández Burgos.

No estaban ligados a ninguna ideología, «aunque a partir del año 45 el Partido Comunista trata de hacer de la guerrilla una parte de su programa para derrocar a Franco», recuerda Hernández Burgos. Eran «vecinos en armas con una ideología poco definida». Algunos autores han apuntado que eran anarquistas, aunque lo único que realmente está probado es que se declaraban antifranquistas. Quedó demostrado que los hermanos, al menos algunos de ellos, tenían incluso convicciones católicas y portaban medallas de la Virgen.

En los años centrales de la década de los cuarenta se convirtieron en una auténtica leyenda, tanto que incluso se les atribuyó acciones de las que realmente no fueron protagonistas«A estos hechos se fueron agregando otros atribuidos por el imaginario colectivo, como el secuestro y asesinato del coronel Milans del Bosch o la muerte del inspector de policía Julio Romero Funes», cuenta en su libro Jorge Marco.

Actuaban en circunstancias muy distintas a las del resto de guerrilleros. La mayoría perpetraban sus actos en zonas rurales, de hecho se les conocía como ‘los hombres del monte’. En Granada también los había. Los Quero actuaban en zona urbana, en Granada. Además, lo hacían a plena luz del día, sin cubrirse el rostro e «incluso en fechas tan señaladas como el Día de la Cruz», apunta Hernández Burgos. Llegaron a enfrentarse a la policía en pleno centro de la ciudad.

Portada de IDEAL de 1946 que recoge la muerte de uno de los hermanos Quero
Portada de IDEAL de 1946 que recoge la muerte de uno de los hermanos Quero / IDEAL

La gente empezó a tener miedo y se generaron leyendas que con el tiempo se ha demostrado que no eran ciertas. Se apoyaron en el resto de la familia, tíos y primos, para poder llevar a cabo sus actos.

Un botín de medio millón

En julio de 1945, con las tropas nazis completamente derrotadas y la Segunda Guerra Mundial a punto de terminar, solo queda Japón, «varios grupos aprovecharon la coyuntura para emprender acciones que pudieran desestabilizar al régimen de Franco», explica, Hernández Burgos, profesor de la UGR. El día 6 de ese mes los hermanos Quero cometen un doble atraco. Secuestraron a un miembro de una de las familias más acaudaladas de Granada, los Rodríguez Acosta. Pidieron por Manuel un rescate de 250.000 pesetas. Además, en plena Gran Vía secuestraron al comerciante Andrés Sánchez Montes, al que también pidieron una enorme suma de dinero (225.000 pesetas). Casi medio millón de pesetas recaudadas en un solo día, una cifra astronómica para la época. Mayor fue el botín recibido (500.000 pesetas) por retener tres días en una cueva a un general.

Relato de César Girón sobre la muerte del último de los hermanos Quero.
Relato de César Girón sobre la muerte del último de los hermanos Quero. / IDEAL

Antes ya habían cometidos sonados secuestros contra militares del Régimen. Según cuentan los propios familiares de las víctimas, no hacían daño a sus víctimas, e inclusos sus secuestrados destacaban la amabilidad procesada durante las horas de cautiverio. Solo en una ocasión, en otro secuestro, acabaron matando a una persona, el empresario Indalecio Romero, por la que también pedían un rescate «tras un grito de la mujer del secuestrado que los asustó». Y no fue a manos de ninguno de los hermanos, sino de otro miembro de la banda. Se les fue de las manos. Generalmente, «sus víctimas eran liberadas una vez pagado el rescate», puntualiza Hernández Burgos. Una decena de secuestros a sus espaldas, entre otros muchos actos, llevaron de cabeza a las autoridades entre 1941 y 1947.

Jorge Marco cuenta en su obra que, tras huir del Albaicín ante las continuas batidas de la policía, fueron cambiando de ubicación por el centro de Granada. Incluso usaron un par de fruterías cerca de la Catedral como parapeto para construir tras ellas refugios.

El progresivo perecer de la leyenda

Los vecinos de Granada se debatían entre el miedo por sus actos y la gratitud de quienes eran ayudados por estos guerrilleros urbanos, pues repartían parte de sus ganancias entre familias necesitadas y represaliados. De ahí que se les comparara con ‘Robin Hood’.

Su ocaso fue acorde a la vida la filo de la navaja en la que se vieron abocados desde su juventud. Según cuenta Jorge Marco en su libro, los hermanos habían pactado que se suicidarían antes que dejarse atrapar. Algunos cumplieron su palabra y otros no tuvieron ni siquiera esa opción. Pepe murió en 1944, a los 29 años, tiroteado durante un secuestro por el hijo del capturado. Pedro sí se pegó un tiro al verse acorralado por la policía en el Sacromonte en 1945.

Uno de los sucesos más conocido fue la muerte de Paco Quero, muy cerca del Ayuntamiento. Se produjo un tiroteo, huyeron hacia el Realejo y lo abatieron en la calle Solares. Una persecución que comenzó en la Plaza de los Lobos y que acabó con este joven de 24 años en el suelo y con el rostro desfigurados por la cantidad de disparos que había recibido. Ocurrió en marzo de 1946.

Un año después, delataron la ubicación de Antonio en una vivienda del Camino de Ronda de la capital granadina. Aguantó allí atrincherado casi tres días hasta que puso fin a su vida. Recordaba el abogado y escritor César Girón en las páginas de IDEAL hace unos años que todos los vecinos fueron desalojados, se montó un amplio despliegue policial y se vivió un tiroteo de película. Junto a Antonio había varios miembros de la banda. Uno murió por las balas de la pistolas policiales, otro decidió entregarse pero Antonio Quero le pegó un tiro cuando estaba llegando al cordón policial. Incluso llegaron a llevar al padre y una hermana del guerrillero para convencerle de que se entregara. Nadie logró que no apretara el gatillo y se suicidara.

Con los líderes del clan familiar caídos, recuerdan los historiadores que las represalias contra la familia fueron «terroríficas». Con el ocaso de los Quero se cerró la leyenda de los maquis de ciudad más famosos del país.

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