PRENSA: Las cacas ‘amenazan’ a las ciudades españolas
Los perros lanzan a las calles, plazas y parques españoles 675.000 toneladas de heces. Así se enfrentan las urbes al último gran reto de la urbanidad.
Leer en Ideal, 06-05-206
La sociedad moderna ha hecho avances asombrosos. Hemos aprendido (medianamente) a convivir entre coches y bicicletas en el centro de las ciudades, hemos bajado la tasa de accidentes, hemos dejado de escupir en las aceras, ya no convertimos las habitaciones de los hospitales en el camarote de los Hermanos Marx y hasta hemos dejado de fumar en los bares. Y sin embargo no somos capaces de recoger las cacas de nuestras mascotas. Sus heces son la mancha más visible de las ciudades. Hay calles que a veces parecen campos minados. Se calcula que cada perro arroja al universo 125 kilos de mierda al año. En España hay 5.400.000 canes censados, así que liberan 675.000 toneladas de heces. En las zonas más sucias, los dueños abandonan a su suerte el 40% de toda esa masa y eso, en zurullos, es una inmensidad de kilos: 270 millones.
No hay que ser una gran nariz para darse cuenta de que este es un problema de higiene y educación. Todo alcalde se ha enfrentado al incivismo de las cacas de los perros. La de Madrid, Manuela Carmena, ha sido la última en remangarse para encarar el asunto. La alcaldesa ha elaborado un mapa con los distritos ‘marrones’: Tetuán, Usera y Centro, que no son los que tienen más concentración de perros, lo que demuestra que el problema no está ligado a la presencia de mascotas, sino a la mala educación de sus dueños.
En la capital de España, donde hay censados 270.281 perros, se va a poner en marcha «una gran campaña de multas y se van a quedar sorprendidos porque la ordenanza es muy dura», advirtió Carmena. Sí que lo es. ‘Dejarse’ un mojón puede costar entre 750 y 1.500 euros, 200 euros más de lo que tuvo que pagar de multa un joven en Cáceres por partirle la cara a otro en una Fiesta de la Primavera. Como novedad, propone que los sancionados puedan canjear sus multas por trabajos de limpieza.Una hora por cada 25 euros, unas 30 horas por excremento. Opina la regidora que quizás limpiando las heces de otros perros entiendan lo que se siente cuando alguien pisa las de los suyos.
En 2001, en Madrid contaron una cagarruta cada 500 metros de vía pública, aunque había calles limpias y otras que parecían estercoleros. Hay que separar la dureza de la ordenanza y el celo de la policía ‘anticaca’ porque apenas se tramitaron sanciones: 14 en todo 2014. En San Sebastián, donde como en otras ciudades de costa existe un debate abierto sobre la presencia de los perros en la playa, el año pasado sólo se tramitaron seis denuncias en 2014. En Barcelona se pondrá en marcha este verano, como prueba piloto, un espacio de playa para canes, que podrá ser usado en plena temporada de baño, cuando está prohibida su presencia en la arena.
La caca de perro ‘olvidada’ ha ido escalando de precios. En Bilbao, las multas pueden llegar a los 3.000 euros y en Gran Canaria la factura puede ser de 15.000 euros para los reincidentes.
Otras urbes han optado por echarle imaginación. En los parques de Ciudad de México han instalado unas papeleras que cuando notan el peso caliente del desecho, dan minutos de wifi gratis. En Bristol llenaron las calles de imágenes de niños comiendo mierda de perro, y en Nueva York instalaron unos recipientes llamados Sparky Power que reciclan las heces y con la energía generada iluminan los parques.
En un paquete a casa
Tal vez la más efectiva de las campañas fue la del municipio madrileño de Brunete, que en 2014 ideó una iniciativa en la que voluntarios identificaban a los propietarios olvidadizos, averiguaban su domicilio y les devolvían la mierda en una caja, con toda la escena grabada en un vídeo. La vergüenza redujo la suciedad en nada menos que un 80%.
En cuanto a los métodos más o menos policiales, ha habido de todo. En Colmenar Viejo contrataron en 2014 un detective privado «con mucho olfato» según el propio ayuntamiento. En la comarca de Hyndburn, al noroeste de Inglaterra, fueron más allá y llenaron los parques de policías camuflados que de noche patrullaban a pie equipados con gafas de visión nocturna como las que llevan los soldados británicos en las operaciones militares. En Stafford Borough, una ciudad inglesa del medio-oeste, prefirieron gastar el dinero del equipo en sobornos y recompensaban con cien libras a quien diera el chivatazo de un propietario descuidado. Otros creyeron que lo mejor era directamente sobornar al dueño. En Taipei, la capital de Taiwán, llegaron a ofrecer un billete de lotería a cada uno que llevara una bolsa llena de heces.En pocos días recogieron 14.500 bolsas de 4.000 personas. Una de las ‘contribuyentes’ ganó encima el premio gordo en el sorteo de la lotería.
La única medida que ha funcionado en el mundo de manera drástica es el CSI perruno. Comenzó en ciertas comunidades de vecinos acomodados de California, donde a principios de este siglo recogían elADNde la escena del crimen fecal y lo mandaban a analizar para dar con el dueño. El primer paso era obligar a quienes quisieran vivir en esas exclusivas urbanizaciones a censar el ADN de sus canes. Pese a que varios municipios en España han anunciado que copiarán esa medida, los únicos que la han llevado a cabo han sido los de Xàtiva, en Valencia. En otoño de 2014 entró en vigor la medida que obligó a todos los vecinos a censar a sus 3.500 mascotas. El comienzo fue muy efectivo, aunque se enfrió cuando se supo que el concejal encargado de la operación (bajo la alcaldía de Alfonso Rus, detenido en enero por corrupción) había montado la empresa que se iba a encargar de los análisis. En la actualidad imponen una quincena de multas al año y solo actúan cuando hay un problema «en alguna calle», explica la concejal de Medio Ambiente, Pilar Jimeno, que cuenta que en tres años han reducido la presencia de heces en parques, plazas y jardines en un 85%. «A la gente le entra mucha responsabilidad y educación cuando sabe que tenemos el ADN de su perro. Resulta verdaderamente efectivo».
Análisis de sangre
El proceso de implantación es farragoso al principio, pues necesita cambiar las ordenanzas para obligar a los dueños a someter a sus animales a un análisis de sangre y quedar catalogados en una base de datos genética. Después es sencillo. Por 35 euros se analiza el resto y si coincide, lo paga el dueño y, si no, es que el perro no está censado, así que el análisis crea un retrato robot del can: «Nos dice si es grande, pequeño, el color del pelo…». Lo explica Óscar Ramírez, un doctor en genética que está al frente de CanID, un proyecto de la empresa Vetgenomics que está a las puertas de comenzar a trabajar en la Seo de Urgel y Sitges, entre otros municipios catalanes.
Los problemas de higiene se han convertido en asuntos de orden público y generan enfrentamientos entre dueños de perros y vecinos muy enfadados con razón. Quizás uno de los casos más extremos y desagradables fuera el del exalcalde de Muñoveros, en Segovia, quien, molesto por los regalos de los perros del pueblo, sacó la escopeta por la ventana de su casa y descerrajó un tiro a un perro que paseaba con su dueña de doce años. «No llores, que te compro otro», le gritó a la chiquilla. Siempre puede ser peor. Harto de que la mascota de un vecino le ensuciara el jardín, el año pasado un vecino de Palm Beach mató al perro y a su dueño a machetazos. Después la policía lo abatió a tiros.
Ordenanzas por ciudades
Bilbao. Es la segunda con las multas más caras después de Gran Canaria. Se pueden pagar hasta 3.000 euros por no respetar la ordenanza de limpieza. En Gran Canaria los reincidentes pueden ser multados hasta con 15.000 euros.
Málaga. Tramita un censo genético de perros para establecer un sistema de sanciones a través del ADN de las heces. La multa oscila entre los 150 y los 600 euros.
Valencia. Obligan no solo a recoger, sino también a limpiar el área ensuciada.
San Sebastián. En algunas zonas como el Palacio Real no se podía pasar ni siquiera con el perro atado. Solo seis multas en 2014.
Valladolid. Entre 30 y 150 euros de sanción. Se multó en 2014 a 28 vecinos, el doble de todas las sanciones de Madrid.
Granada. En Granada hay 36.000 perros censados y el Ayuntamiento ha instalado 400 zonas para que hagan sus necesidades.
Santander. La capital cántabra es una de las ciudades con las multas más bajas: entre 60 y 90 euros.
Gijón. Existe un debate importante sobre el acceso de los perros a la playa. Las multas oscilan entre los 150 y los 300 euros.
Logroño. En 2009, la policía municipal llegó a detener a un vecino por negarse a recoger los excrementos de su perro. Ha lanzado la campaña ‘Todos tenemos necesidades’.
Murcia. Se pueden pagar hasta 1.500 euros de multa. El consistorio intentó ‘educar’ a los dueños incívicos con la campaña ‘No seas marrano’.
Badajoz. Las multas más graves son de 1.500 euros para reincidentes.
Madrid. En 2014 se pusieron solamente 14 sanciones por no cumplir con la ordenanza de limpieza. Las multas llegan a los 1.500 euros y la más leve es de 750. Los multados podrán redimirse de las sanciones con horas de trabajos de limpieza.
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