A un lado, la Catedral asoma sobre los edificios mientras la Vega se esconde en el horizonte. Al otro, pintadas, excrementos y cristales rotos. También un aljibe, el del Zenete, que en 2017 celebrará su quinto centenario a los pies del Albaicín. «En un barrio Patrimonio de la Humanidad, a escasos metros de Gran Vía, está probablemente el peor jardín de Granada».
Son palabras del vicepresidente de la asociación de vecinos Bajo Albayzín, Juan Antonio Sánchez, sobre un enclave «que da pena». A este depósito de inspiración islámica -pese a que su construcción es posterior a esta etapa- se llega por la calle Zenete, un carril estrecho paralelo a la calle Elvira en el que esquivar los excrementos se convierte en tarea compleja. En las tapias situadas bajo el aljibe ya se exhiben las pintadas, pero es al torcer la vista hacia su puerta cuando el destrozo se magnifica.
Por la escalinata que asciende hasta la entrada se observan los primeros graffitis, que proliferan por el costado izquierdo. Al fondo quedan un banco y un muro de ladrillo plagados de firmas y dibujos. A la derecha, la puerta del aljibe. Entre la verja exterior y la puerta interior, esta última abierta, se acumulan los cristales.
Junto al embovedado, también cubierto por las firmas, un sendero de piedra conduce hasta el ‘Ojo de Granada’, uno de los miradores albaicineros más visitados por los jóvenes. Por este camino se puede acceder a un pequeño terreno plagado de desperdicios: litros de cerveza, botellas de plástico, bolsas, más excrementos, cristales rotos, colillas… En este punto, paso de subida hacia el barrio histórico, no son pocos los turistas que en una tarde cualquiera, como la de este jueves, se detienen a observar los contrastes entre el centro de la ciudad y este jardín situado en zona protegida.
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