El nuevo director de la Alhambra: «El turismo tiene también un límite que, si se rebasa, empieza a ser depredador»
Se habla de la necesidad de «abrir» la Alhambra al Albaicín. ¿En qué consistiría esa apertura?
La Alhambra y el Albaicín son como miradas en espejo; se miran una al otro. Desde el Albaicín la vista fundamental es la Alhambra, y desde la Alhambra lo que se ve es el Albaicín. Los dos tienen una declaración conjunta de Patrimonio de la Humanidad. Ahí la Alhambra debe colaborar en el mantenimiento del Albaicín, sobre todo de monumentos singulares (ya se ha hecho con la Dobla de Oro, el Bañuelo, la Casa Horno de Oro…). Pero también podemos continuar con otros sitios. Se acaba de restaurar la Cuesta de los Chinos, y el reto está a los pies de la Alhambra, en el Paseo de los Tristes, el Carmen del Granaíllo y el Hotel Rehúma, para recuperar esa zona pensando más, también, en los ciudadanos que en los turistas. Y en los niños.
Entrevista completa en El Diario.es
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