En busca del Albaicín soñado
La asociación alternativa creada hace 12 años recoge en un blog todas la actualidad del barrio Sus calles son elegidas cada día por miles de turistas para pasear.
Leer a Lourdes Mingorance en Granada Hoy, 22-03-2015
Un día el Albaicín más reinvidicativo decidió configurar un nuevo colectivo para transformar el barrio. Así surgió hace doce años la asociación de vecinos del Bajo Albaicín, que cada día se patea las calles para localizar todos y cada uno de los desperfectos. Esa pasión por mejorar la zona, a veces aderezada con cierta polémica, se desgrana cada día en el boletín diario que envían a los medios de comunicación. Así, la agrupación, formada por alrededor de 500 socios, no cesa en su empeño de conseguir su Albaicín soñado, y ha creado una página web donde las fotodenuncias y las peticiones al Ayuntamiento de Granada son constantes.
Plaza Nueva, Calle Elvira, la Carrera del Darro o el Paseo de los Tristes son los lugares más emblemáticos de un barrio que se desborda cada fin de semana. Ningún turista desea perderse un romántico paseo por las calles del Albaicín, donde el caminar fresco por la humedad del Darro regala a la vista una panorámica de la Alhambra millones de veces observada, visitada y fotografiada.
También en esta zona se encuentra la iglesia de Santa Ana o la Cuesta del Chapiz, por donde cada Miércoles Santo asciende el Cristo de los Gitanos acompañado de María Santísima del Sacromonte en su camino hacia la Abadía. Es precisamente el enorme interés de los turistas por visitar esta zona el que más molestias genera a los vecinos. Los albaicineros de la parte más baja tienen que convivir cada día con el ruido de los turistas que pasean a todas horas por sus calles, la subida de los taxis por la Carrera del Darro o el tránsito de microbuses entre semana y del tren de la Alhambra de lunes a domingo. «Hay gente que, cansada del ruido, termina por mudarse a otra zona de Granada», explica la presidenta de la asociación de vecinos del Bajo Albaicín, Lola Boloix.
Es esta despoblación la culpable de que muchos negocios tradicionales hayan cerrado y, en su lugar, aparezcan tiendas de souvenirs, de artículos de estética árabe o de postales e imanes. «Echamos de menos más comercios en esta zona porque tenemos que ir muy lejos para ir a comprar», relata Boloix, a quien no le convencen los medios de transporte que discurren por el barrio. En un principio circulaban los microbuses que subían a todo lo alto del Albaicín. Sin embargo, este servicio fue primero sustituido en 2012 cuando el Ayuntamiento de Granada decidió peatonalizar la Carrera del Darro y el Paseo de los Tristes. En su lugar se puso en funcionamiento la polémica Diabline que también trajo conflicto. El pasado año y ante la presión vecinal, se decidió abrir de nuevo el tránsito a los taxis, a los microbuses y al tren de la Alhambra, pero con una excepción: los microbuses no podrán subir durante los fines de semana. Lo que ha dejado, según cuenta Boloix, aislados a los vecinos de esta parte baja.
Otra de las peticiones que tiene esta asociación es incrementar las labores de limpieza. Según denuncia la asociación, todavía hay vertidos en el Darro. Aunque la suciedad es el principal quebradero de cabeza. Boloix es capaz de mostrar los contenedores con más basura, las esquinas con más pintadas y ríos de orines en el barrio del Albaicín en un corto paseo de veinte minutos. «No paran de decir que Granada es turismo pero hay que hacer un mantenimiento mayor», explica Boloix, que critica que calle Elvira ha pasado de ser una vía principal de la ciudad a ser el «callejón de atrás».
La entrada al Aljibe del Zenete construido en el siglo XVI y de estética mozárabe es la prueba fehaciente del vandalismo y la suciedad en el barrio. Las pintadas salpican toda la bóveda, donde numerosos jóvenes acuden a hacer botellón y utilizan el hueco que queda para hacer sus necesidades. Por todo ello, Boloix exige una intervención no solo en el patrimonio, sino de forma general en un barrio por el que cada día pasean cientos de personas.
Ese es el reto y lo que piden también el resto de agentes y partidos políticos de la ciudad que andan enfrascados en una polémica sobre los fondos para adecentar el Albaicín, declarado Patrimonio Mundial hace veinte años. Mientras el alcalde pide a la Alhambra que suba el precio de la entrada dos euros, la gente lo que pide es que se actúe de forma inmediata en un barrio que así lo merece. Mientras llega ese momento o no, los vecinos del bajo Albaicín continúan con su lucha apoyada en una página web donde recogen todas sus propuestas de mejora. Un espacio abierto a la participación ciudadana donde también se comparten las actividades que realiza, como el concurso de fotografía del Albaicín para captar las distintas miradas del barrio.
Pese a los inconvenientes que tiene vivir en el barrio, los vecinos se declaran auténticos enamorados de la zona. Es difícil no ceder ante el encanto en un entramado de calle de piedras que cuenta en cada paso la historia de la ciudad, que tuvo su mayor influencia en la época de los nazaríes y que constituye uno de los núcleos antiguos de la Granada musulmana, junto con la Alhambra, el Realejo y el Arrabal de Bib-Arrambla. En el Centro de Interpretación del Albaicín, ubicado en la Casa de Zafra, se desvelan este y otros secretos.
María Gámez es una de las jóvenes que ha decidido mudarse recientemente al Bajo Albaicín. Cansada de vivir en Pedro Antonio entre altos edificios, el pasado mes se mudó a una de las calles que desembocan en el Paseo de los Tristes y está encantada. «La gente que pasea son turistas, siempre van de buen humor. Las vistas son muy bonitas. Es como vivir en un pueblo dentro de Granada», afirma sobre el barrio que considera más bello de la ciudad. Aunque reconoce que a veces hay mucho ruido, sobre todo por la noche, considera que es un lujo estar tan cerca del centro en una zona histórica por la que se puede pasear. «El ambiente es perfecto. Todo es bonito en el Albaicín», dice.
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