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A las puertas del cielo

Granada conserva importantes restos de su recinto defensivo, un legado histórico de gran interés pero no siempre bien cuidado

Entre estos restos se encuentran, la Puerta de Elvira, la Puerta Monaita, Puerta de Fajalauza, Puerta de las Granadas, Puerta de Bib-Rambla.

Leer a Pablo Rodríguez en Ideal, 24-01-2014

Si Granada es el paraíso -algo de lo que no puede dudar nadie que la haya visitado alguna vez-, está claro que los arcos de entrada que todavía conserva la ciudad son las puertas del cielo. La capital nazarí guarda espléndidos ejemplos de arquitectura defensiva, hermosas construcciones que servían de entrada a la ciudad y a través de las cuales se pueden revivir importantes episodios de la historia granadina.

Puerta Elvira

Entre los accesos que todavía conserva Granada, el más importante de todos es el de Elvira. El poderoso arco que se levanta a pocos metros de la Gran Vía tiene el privilegio de contar la historia entera de la ciudad a través de sus piedras. Levantada en época zirí, era la vía de acceso más fácil para los viajeros que venían a la ciudad desde la cora de Elvira. La puerta, con dos arcos en recodo y un patio intermedio, tenía comunicación directa con el corazón de la ciudad a través de la calle Elvira.

En sus cercanías se levantaba un enorme cementerio musulmán, conocido como Sahl Ben Malik, un espacio situado entre la puerta y el actual Hospital Real y donde los arqueólogos descubrieron hace dos décadas más de 2.000 enterramientos. El mismo cementerio se situaba siglos después, en época nazarí, junto a la puerta. Entonces los arquitectos reales deciden transformar el acceso y construyen el arco exterior, con forma de herradura, que es el que se puede contemplar aún hoy. Este nuevo elemento queda protegido por dos impresionantes torres defensivas que la constituían en un bastión muy difícil de traspasar para las tropas enemigas.

La conquista de Granada cambió las necesidades defensivas de la ciudad. Algunas de sus puertas son embellecidas, entre ellas la de Elvira, con transformaciones estéticas destacadas como las realizadas para la visita de Carlos V en 1526. De esa época permanecen aún restos en la puerta que simulan un diseño almohadillado de la estructura mural. En 1612 se eliminan la barbacana triple que protegía el arco y se construyen casas pegadas a la muralla más cercana. Son las mismas que escoltan aún la puerta.

Hoy en día la puerta vive una segunda juventud. Fue restaurada hace ya una década y es mirada con interés por los turistas que se acercan hasta aquí. Aunque su valor histórico es excepcional, el arco ha sufrido en los últimos años la acción del vandalismo con pintadas denunciadas por los vecinos.

Puerta Monaita

Muy cerca de Elvira se levanta aún una de las puertas más antiguas de la ciudad. La Puerta Monaita, Bab al-’Unaydar, sigue asombrando al mundo de la misma forma en que lo hacía en el siglo XI, época en la que fue construida. Se trataba de un acceso muy importante de la ciudad, un bastión que permitía llegar a los viajeros a la Alcazaba Vieja. Los arquitectos granadinos diseñaron un impresionante aparato defensivo que la hacía prácticamente inexpugnable. Dos puertas en recodo con un patio central difícil de atravesar por unos enemigos que antes debían sortear una rampa con varios giros que aprochevaba a la perfección la orografía de la zona. Es sin duda un diseño arquitectónico innovador en la época y que por primera vez se planteaba en territorio andalusí.

Diferentes transformaciones se realizaron en tiempos sucesivos, tanto al final de la época zirí como en sucesivos periodos, desde el nazarí hasta el cristiano. Algunos de los elementos que la definían han desaparecido en ese transcurso de siglos, como el arco que comunicaba la puerta con el antiguo alcázar. Tampoco queda rastro de la rampa, que ha sido transformada en una escalinata de ladrillo imposible en la época.

También es reseñable el mal estado en que se encuentra a pesar de las acciones realizadas en décadas pasadas sobre el monumento. Las pintadas y el asalto de los jóvenes, que lo utilizan como lugar de fiesta, han provocado algunos daños en la antigua puerta. En cualquier caso Monaita ejerce como un poderoso imán para los que se atreven a subir la cuesta de Alhacaba hasta aquí.

Puerta de Fajalauza

Junto al Cerro de San Miguel se levanta todavía la puerta de Fajalauza, una de las dos entradas -la otra es la de San Lorenzo- que quedan en pie de la cerca que rodeaba el arrabal del Albayzín. Sus orígenes hay que buscarlos en el siglo XIV, cuando se origina este núcleo más allá de las murallas de la ciudad. Es una acceso de estilo directo, más sencillo que los recodos de Monaita o de la Justicia, en la Alhambra.

Se trata de una puerta muy transformada respecto a su estado original. Ya en las últimas décadas del reino nazarí fue restaurada, aunque los cambios más importantes llegaron con la conquista castellana. En el interior se alzó una capilla que no fue eliminada hasta el pasado siglo XX. Hoy en día muestra un estado de conservación envidiable gracias a las últimas actuaciones.

Al ser puerta de acceso del arrabal, no debía haber vivido grandes gestas en sus jambas. Sin embargo, tuvo su página de gloria pocos años antes de la conquista de la ciudad por los reyes Isabel y Fernando. Boabdil, que acababa de ser soltado por parte de las tropas castellanas que lo retenían, entró en la capital por esta puerta para hacerse con el poder que entonces ostentaba El Zagal. El monarca consiguió llegar hasta el corazón del Albayzín, donde fue proclamado nuevamente rey de Granada y quedó protegido por sus fieles.

Puerta de las Granadas

El último camino de esta ruta lo hacemos subiendo la cuesta de Gomérez. En esta impresionante calle que asciende entre las faldas del Mauror se levanta la Puerta de las Granadas, una monumental construcción que debe su diseño al arquitecto Pedro Machuca, a quien también se le atribuye los trabajos del Palacio de Carlos V.

Quizás debido a que fueran ideados por la misma persona, ambas construcciones comparten la piedra almohadillada que tanto llama la atención a los visitantes. Se trata de un arco triunfal en el que destaca sobremanera el escudo del Emperador. El símbolo imperial queda enmarcado por dos figuras, la Paz y la Abundancia, a las que rematan tres pequeñas granadas que dan nombre al conjunto.

Se trata de un acceso sencillo, con una gran apertura que comunica con los bosques de la Alhambra y otras dos más pequeñas que la escoltan. Aunque hoy en día se pueden atravesar las tres, existen testimonios gráficos de comienzos del XX en las que los dos arcos pequeños permanecían tapiados.

Puerta de Bib-Rambla

Fue al arquitecto conservador de la Alhambra, Leopoldo Torres Balbás, a quien Granada debe la pervivencia de uno de sus símbolos más antiguos. Él fue responsable de la reconstrucción del famoso Arco de las Orejas, también conocido como la puerta de Bib-Rambla, en el Bosque de la Alhambra, donde hoy sigue. Aunque las piedras se amoldan perfectamente al aroma salvaje de este espacio verde, no siempre estuvo aquí.

Como el nombre reseña, la puerta de Bib-Rambla se alzó en un callejón cercano a la plaza ya en el siglo XIV. Se trataba de una puerta monumental fuertemente protegida por un torreón cuadrado. Un arco, el mismo que se puede ver todavía, daba acceso a la verdadera puerta. Un balcón coronaba el conjunto en el que, según cuenta la leyenda, se clavaban las orejas cortadas de los criminales de la ciudad. Durante siglos perduró junto a Bib-Rambla, aunque desgraciadamente el tiempo provocó importantes daños en el monumento. En el siglo XIX, con las corrientes que pedían eliminar las cercas que constreñían las ciudades, algunos círculos de Granada pidieron su derribo. En 1873, según cuenta el periodista Juan Ramón Olmos, la petición del Cabildo para eliminar la puerta provocó una polémica a nivel nacional.

El propio Estado otorgó la categoría de Monumento Nacional a la puerta con la intención de protegerla del derribo. Sin embargo, finalmente la piqueta se llevó por delante este símbolo de la cultura nazarí. Sus piedras quedaron acumuladas hasta que fueron rescatadas por Torres Balbás en la década de los años 30.

La Puerta Monaita, uno de los accesos más antiguos de la ciudad / GONZÁLEZ MOLERO

La Puerta Monaita, uno de los accesos más antiguos de la ciudad / GONZÁLEZ MOLERO

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