Aguas residuales y mal olor a la puerta de casa
Una vecina de la calle Zenete, en el Albaicín, denuncia el vertido de aguas residuales a las puertas de su casa sin que el Ayuntamiento y Emasagra le hayan dado una solución a un problema que le persigue desde hace más de 10 años.
María Castillo García es una vecina del Zenete que desde hace más de diez años viene soportando la salida de “aguas fecales y malos olores” por la rotura de una tubería de las viviendas que tiene encima de su carmen. Ella sostiene que el vertido a las puertas de su casa, en el número 48, “no es un asunto personal sino un problema de salud pública y de medio ambiente” puesto que el reguero acaba encharcándose en la plazoleta que sirve de mirador a vecinos, niños y turistas.
Hasta ahora todas sus quejas y escritos de denuncia han caído en saco roto. Ni el servicio de Inspección de Salud de la Concejalía de Medio Ambiente, ni Emasagra ni el Departamento de Disciplina Urbanística han resuelto un problema que afecta también a la vivienda colindante –hoy vacía y ayer con ocupas-, cuya fachada se ha agrietado como consecuencia de la humedad. También se ha dirigido a la Asociación de Vecinos del Bajo Albaicín para recabar su apoyo, que ha dado traslado de su queja.
Los inspectores de Medio Ambiente, que cursaron visita al lugar el pasado mes de enero, pusieron en duda la existencia de un foco insalubre dado que “las aguas que discurren por los alrededores de la vivienda no desprenden malos olores ni hay signos de que se trate de aguas residuales”. Emasagra, que hizo lo propio en mayo, comprobó que las filtraciones y humedades existentes en la zona provienen de las bajantes de viviendas que se encuentran en un plano superior, “cuya reparación corresponde a los propietarios de la mismas”.
En su escrito, Emasagra se compromete a poner el problema en conocimiento del departamento de Disciplina Urbanística del Ayuntamiento de Granada para que “estudie la situación y realice las actuaciones pertinentes”. Nada se ha vuelto a saber.
Las casas, a las que se refiere Emasagra, se encuentran en el Carril de la Lona y Cruz de Quirós, con cuyos propietarios María ha tratado de buscar una solución al problema. La afectada asegura que los vertidos se producen por el colapso de los darros a través de una tubería “inadecuada” que está siendo utilizada por construcciones recientes. “Nadie hace nada, ellos están en un plano superior y en principio ni se enteran ni se dan por enterados ya que este problema sólo afecta a los que vivimos debajo”, admite María, quien dice sentirse “impotente”.
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