Por las piedras de la Carrera del Darro ya no botan las maletas. Salvo durante este puente del Pilar, no hay un torrente de turistas que transcurra en paralelo al cauce, como en años atrás, pero queda algún visitante que a media mañana se asoma al bordillo en busca del río:«Qué bonito está, con todo tan verde». Así es: el Darro luce más natural que nunca, lo que da color a la fotografía de recuerdo, pero pone en alerta a los vecinos de la zona baja del Albaicín. Advierten de que una crecida del río en caso de tormenta puede acabar en inundación si no se retiran las ramas y los árboles invasores. No sería la primera vez.