Por las piedras de la Carrera del Darro ya no botan las maletas. Salvo durante este puente del Pilar, no hay un torrente de turistas que transcurra en paralelo al cauce, como en años atrás, pero queda algún visitante que a media mañana se asoma al bordillo en busca del río:«Qué bonito está, con todo tan verde». Así es: el Darro luce más natural que nunca, lo que da color a la fotografía de recuerdo, pero pone en alerta a los vecinos de la zona baja del Albaicín. Advierten de que una crecida del río en caso de tormenta puede acabar en inundación si no se retiran las ramas y los árboles invasores. No sería la primera vez.
En el Darro hay un desbordamiento cada 23 años, de media. En su historia hay evacuaciones, graves reventones de la bóveda y víctimas mortales. El último episodio similar, aunque ni de lejos tan serio como los de décadas atrás, ocurrió en 2013, cuando la Carrera quedó anegada durante una tormenta.
El plan de inundaciones de la ciudad no contempla al Darro como principal peligro: la primera zona que se anegaría en caso de riadas es el PTS. Las rejillas de seguridad del Darro evitarían el colapso del embovedado que cubre al caudal a su paso por elCentro. Pero hay que tener en cuenta, y de ello advierten los vecinos, que el ‘túnel’ puede quedarse pequeño desde la misma entrada en Plaza Nueva, que se taponaría si se acumulan el lodo y las ramas arrastradas desde más allá del puente junto alRey Chico.
El presidente de la asociación de vecinos del Albaicín, Antonio Jiménez, reclamó soluciones al Ayuntamiento en la última junta de distrito. No piden un desbroce, sin más, sino una limpieza a fondo en la que también se corten los árboles invasores, en especial los aliantos. Asegura que los encargados de desratizar el cauce –este es otro problema– no pudieron ni siquiera acceder a todas las zonas en su última visita al río.
Predominio del verde
IDEALpudo comprobar que hay tramos en los que apenas se ve el agua desde la Carrera. Incluso zonas en las que los árboles, frondosos aún, se comen el pretil del río. A los pies del hotel Reúma parece algo más despejado, pero pasado el puente de las Chirimías el verde predomina sobre la tierra y el agua.
La limpieza y desbroce son responsabilidad del Ayuntamiento desde el puente del Rey Chico hasta que sale de la capital, ya unido al Genil. La última se hizo en 2009 y ha supuesto una sanción de 300 euros por no pedir correctamente la autorización a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir –órgano que delega en los consistorios las actuaciones en los cauces urbanos–. Además, el Ayuntamiento tendrá que reponer tres aliantos que se cortaron. El Consistorio recoge las quejas de los vecinos y anuncia que intervendrá en el río, e incluso tratarán de obtener una autorización a largo plazo de la CHG que evite malentendidos y trámites que demoran las actuaciones.
Grupos ecologistas protestaron tras las talas de 2019. Los vecinos comprenden esta postura, pero recuerdan que se trata de una cuestión de seguridad. Quieren que el Darro siga coloreado de verde, pero siempre que no suponga un riesgo.
