Un nuevo acto de vandalismo sirve para sustraer una bola de piedra de una cruz del año 1572 erigida en el Albaicín
Leer en Ideal, 10-01-2016
La Cruz de la Rauda ha sufrido un acto de vandalismo en los últimos días. La bola de piedra que coronaba la vertical de la cruz se la han llevado. Esta cruz de 1572, una de las pocas de existentes en Granada del siglo XVI, fue destruida en 1932 en las revueltas republicanas del 10 de agosto. Un vecino del Albaicín -apodado el Chirri-, cuyo descendientes viven a pocos metros de esta plaza mirador, se llevó a su casa los trozos de la cruz que quedaron servibles y prometió que si él y su familia salían vivos de la Guerra Civil la volvería a levantar en el mismo sitio donde fue derruida. Así fue. Tras levantarla de nuevo, sobre el año 1945, le incluyeron un fleje de hierro rematado en los tres extremos; el superior y dos laterales con bolas de piedra. Una de ellas se la han llevado, aunque no hay signos de más daños, ni siquiera a la hora de retirarla de la parte superior de la vertical originaron más desperfectos en el resto de la cruz.
«Nos hemos dado cuenta hoy de que no estaba el remate de piedra de arriba y aquí no hemos visto movimiento de nadie con escaleras para llevársela», advirtió ayer Antonio Cortés, un vecino cuya casa está en el mismo mirador.
Investigación
La Policía Local se personó ayer por la tarde en la misma cruz para levantar un atestado por lo sucedido y abrir una investigación para tratar de esclarecer este último acto vandálico.
La cruz está ubicada en las faldas del Cerro del Aceituno, a los pies de San Miguel Alto, en la calle del Olivo, junto a una pequeña plaza conocida como La Cruz de la Rauda. A sus pies se encuentra todo el entramado de calles albaicineras como la placeta del Mentidero, calle San Luis, y plaza del Salvador, entre otras.
El Ayuntamiento de Granada adecentó esta plaza en los años noventa y la Fundación Albaicín restauró la cruz, víctima de este último acto vandálico, hace apenas cuatro años.
«Es una pena que pasen estas gamberradas con objetos que tienen tantos siglos y que significan tanto para el barrio, porque están cargados de historia», se lamentó ayer Dolores Martínez, hija de la mujer que desde 1945 se encargaba de que esta cruz tuviera encendidos dos farolillos alimentados con velas y aceite sustituidos en los años noventa por otros dos de luz eléctrica. Si el miércoles la gamberrada se centró en la pintada del Arzobispado, ayer le tocó a la Cruz de la Rauda.
