[PRENSA] La Fundación Enrique Morente abrirá su espacio en San Nicolás en 2026
El logo de la Fundación Enrique Morente Foto: FEM
El proyecto, que lleva años gestándose, estará ubicado en la casa familiar situada en el Mirador de San Nicolás
Granada sigue consolidando su estrecho vínculo con Enrique Morente, una de las figuras más influyentes y queridas del flamenco contemporáneo. Su legado, que trascendió lo estrictamente musical para convertirse en un puente entre tradición y vanguardia, se materializa en la Fundación Enrique Morente, cuya sede se ubicará en la histórica casa familiar del Albaicín, junto al mirador de San Nicolás.
El proyecto, que lleva años gestándose, comienza a tomar forma como un espacio de referencia cultural abierto tanto a la ciudad como al mundo.
La idea de crear una fundación dedicada a Enrique Morente no fue ajena al propio artista. Según relata su hija Soleá Morente, el cantaor ya había imaginado su casa como un lugar de encuentro para distintas disciplinas. “Esa casa la llamó Casa de la Tradición y la Traducción. Era su manera de expresar lo que siempre defendió: que los artistas tenemos el compromiso de traducir lo que nos enseñaron a nuestro tiempo”, explica la cantante, en una conversación con GranadaDigital desde la vivienda familiar.

El proyecto no busca únicamente conservar archivos, recuerdos y objetos personales del maestro, sino dar un paso más. En palabras de Soleá, se trata de crear un espacio vivo, dinámico y en constante diálogo con la cultura contemporánea. Queremos que sea un lugar donde se cuide y se promueva el legado de mi padre, pero también un espacio polivalente en el que dialoguen diferentes disciplinas: música, pintura, arquitectura, filosofía, gastronomía…”, detalla.



Un lugar físico y virtual
La Fundación tendrá su corazón en el Albaicín, un enclave cargado de simbolismo para la familia Morente y para la propia historia de Granada. Desde su terraza se contempla una de las vistas más reconocibles del mundo: la Alhambra enmarcada por Sierra Nevada.

Pero el proyecto no quiere quedarse solo en lo local. La idea es que, además de la sede física, exista un acceso virtual que permita acercar el legado del cantaor a cualquier persona interesada, independientemente de dónde viva.
“También queremos que tenga un acceso virtual, para llegar a gente de todo el mundo”, señala Soleá, subrayando la voluntad de universalizar un patrimonio artístico que siempre se caracterizó por derribar fronteras. En este sentido, la fundación proyecta un archivo digital con grabaciones, escritos, entrevistas y materiales inéditos que puedan ser consultados de forma abierta por investigadores, aficionados y curiosos.
El espíritu de Enrique Morente
Más allá de los planes concretos, lo que late detrás de la Fundación es la filosofía que inspiró toda la carrera de Enrique Morente. Innovador y respetuoso a partes iguales, el cantaor entendía el flamenco como una raíz en continua evolución. “Creo que estaría contento, porque la idea ya nació de él”, asegura Soleá cuando se le pregunta qué pensaría su padre al ver lo que se prepara.
La propia denominación del proyecto ha tenido su debate interno. “A él no le gustaba la palabra ‘fundación’ porque decía que olía a mármol (ríe), pero el espíritu es suyo”, comenta su hija. Y es que Morente nunca concibió la cultura como algo inmóvil o petrificado, sino como una energía viva que se nutre de la mezcla y la reinterpretación.

Un proyecto ilusionante para Granada
La Fundación Enrique Morente se suma a otros espacios de la ciudad dedicados a figuras universales del flamenco, como la Casa de Falla o el Centro Federico García Lorca. Sin embargo, su carácter polivalente y abierto a diferentes lenguajes artísticos lo convierte en un proyecto singular.
Granada, que siempre fue cuna y escenario de la creatividad de Enrique Morente, se prepara así para ofrecer un lugar en el que su voz siga resonando, no solo a través de grabaciones y recuerdos, sino también en el diálogo entre artistas de distintas disciplinas.
“Es uno de los proyectos más apasionantes que tengo ahora mismo”, confiesa Soleá. Y en esa ilusión late la certeza de que el espíritu de Morente continúa vivo en cada acorde, en cada idea y en cada encuentro que se fragüe en la casa del Albaicín.
Con la Fundación Enrique Morente, la ciudad no solo rinde homenaje a uno de sus hijos más universales, sino que abre la puerta a un espacio cultural llamado a proyectar a Granada en el mundo.

