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PRENSA: Los vecinos del Albaicín vuelven a las barricadas, pero esta vez es contra las autocaravanas

“Visita Granada en furgoneta o autocaravana. En la Abadía del Sacromonte (mágico y chulísimo y pegando al Albaicín), pero atención, solo entrando por la carretera del Fargue, por cualquier otro lado te multarán”.

El Confidencial, 10-06-2022

Es la recomendación de una las muchas páginas web que animan y dan consejos a los campistas para estacionar sus vehículos ante «el atardecer más bello del mundo», con permiso de Alberto Núñez Feijóo. “Destino mágico, ideal para hippies”, termina el post que ahora, desde hace apenas unos días, necesita de una urgente actualización. Los vecinos del Albaicín, hartos de las acampadas ilegales y tras el incendio que arrasó 172 hectáreas a finales de mayo y que se quedó a las puertas de la Abadía del Sacromonte, han levantado una zanja de unos diez metros para impedir el paso a las autocaravanas. Es una obra rudimentaria de ingeniería que, sin una gran presentación en rueda de prensa y de tapadillo, ha conseguido hacer efectiva una reclamación de más de una década impidiendo el paso a los inquilinos no deseados. “De momento está funcionando”, apunta Marga Marín, de la Asociación de Vecinos del Barrio del Albayzín.

La zanja ha surgido de un día para otro y no tiene autoría conocida, aunque sí está beneficiando a los sufridos propietarios de la urbanización que se ubica en el cerro. Aparcar no está prohibido y eso es a lo que se aferran los campistas aunque tengan un sofá sacado junto a la caravana y ropa tendida en una cuerda. “Estamos aparcados”, repiten como un mantra aprendido de las webs que animan a acampar en este entorno. Ahora, además de la barricada, los vecinos han colgado multitud de carteles informando de que no se puede acampar en la zona, algunos de ellos en inglés, ya que muchos de los que deciden pasar unos días —o unos meses— en el Cerro de San Miguel son de nacionalidad británica. El incendio ha provocado también que la Policía Local redoble su presencia, aunque los propios vecinos entienden que no se puedan mantener cuatro guardias.

Carteles colocados por los vecinos. (Cedida)

El fuego se originó por dos excursionistas granadinos que decidieron hacer una barbacoa en pleno monte, pero los incendios en el cerro de San Miguel son habituales todos los veranos y, en muchas ocasiones, tienen su origen en las cuevas ilegales. De hecho, en el verano de 2019 hubo hasta tres incendios en este entorno y dos de ellos comenzaron en estas casas excavadas en la roca.

Estas acampadas se diseminan por todo el barrio y, como apunta Lola Boloix, vecina desde hace más de 45 años, se han llegado a instalar junto al Mirador de San Nicolás y en una placeta junto al colegio Gómez Moreno. “Se quedan meses y meses y cuando pasas los ves hasta cocinando en un infiernillo”, explica Boloix, que también guarda en su retina escenas como una pareja desnuda, junto con su perro, bañándose en el pilarillo de la ermita de San Miguel.

La gestión de los residuos es la principal queja. Cada municipio tiene su propia ordenanza, algunos limitan las horas de estacionamiento y otros simplemente vigilan que no desplieguen elementos prohibidos

Los incendios se repiten de forma cíclica y hace unos meses se produjo un fuego en una cueva ilegal en el que olor del humo ya anticipaba lo que los bomberos iban a encontrar dentro: una plantación de marihuana. También recientemente ardió por tercera vez en menos de un año la histórica Casa del Aire, en el Albaicín, un inmueble del siglo XVII en el que “han llegado a quemar las ventanas porque ya no les quedaba nada más a lo que prender fuego”, asegura Marga. Finalmente, el presunto autor de los incendios fue detenido a mediados de mayo cuando escalaba la fachada para volver a okupar el inmueble. “La Casa del Aire está rodeada de otras casas de vecinos del barrio, que tienen que ver cómo entran en sus patios para acceder a ella”, continúa Marga sobre una situación que de momento parece haberse controlado blindando los accesos.

Vista del Albaicín. (EFE/Miguel Ángel Molina)

Y en ese espíritu de colaboración instalado entre los vecinos se han creado diferentes grupos de WhatsApp para mantenerse informados de los desmanes que ocurren en el barrio. Esta iniciativa partió por el clima de inseguridad y los frecuentes atracos, lo que llevó a los vecinos a organizarse para acompañarse unos a otros cuando tienen que volver de noche. Y además de las acampadas ilegales y la inseguridad, el barrio se desangra por los pisos turísticos, las continuas despedidas de soltero, las esquinas repletas de orines por visitantes que prefieren desahogarse al aire libre antes que tomarse un café, merenderos improvisados tras la muralla nazarí, los grafitis, los botellones en San Miguel Alto frente a la ermita, el ruido de los megáfonos de los guías turísticos… En el barrio habitan de forma estable 7.000 personas, sin contar a los campistas, aunque hay una gran población flotante de jueves a domingo. “Tenemos una alarmante falta de servicios porque el Albaicín tiene más extensión que otros barrios como Pajaritos y Gran Capitán juntos, pero al tener pocos vecinos no recibimos unos servicios de calidad”, continúa Marín.
La ciudad andaluza inauguró un nuevo pulmón verde el pasado mes de febrero. Tras algunos enfrentamientos por su nomenclatura, el Ayuntamiento se ha decantado por el músico Miguel Ríos

Mientras Lola Boloix lamenta el “olvido del barrio en los últimos 40 años”, el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Granada, Miguel Ángel Fernández Madrid, señala que la Policía Local actúa a diario para evitar las acampadas y se está avanzando para prohibir el acceso de las mismas. También se está preparando un plan especial para desalojar las cuevas ilegales en coordinación con los servicios sociales, el paso previo para realizar un corredor verde en la zona, una demanda vecinal de décadas.

Y sobre el pavoroso incendio de hace dos semanas, la Junta ha pedido la declaración de Zona de Emergencia al Gobierno central y el Ayuntamiento de Granada ha anunciado su intención de replantar la zona con 60.000 árboles: 30.000 aportados por la fundación y otros tantos, por los granadinos. De hecho, se ha puesto en marcha una campaña de donaciones porque cada árbol vale 9 euros. Eso sí, de momento, la única actuación que ya está funcionando tras el incendio es la improvisada zanja, otra barricada en el barrio del Albaicín 85 años después de las que pusieron los vecinos al comienzo de la Guerra Civil. Pero como decía el camarero de ‘Irma la dulce’, esa es otra historia…

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