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PRENSA: La Casa del Aire arde otra vez y el Ayuntamiento le da 15 días a la propiedad para que intervenga

La Administración pide que se asegure el inmueble y se tapie para que no entren más okupas que quiebren la convivencia de un barrio desesperado.

Ideal, 17-05-2022

SERGIO GONZÁLEZ HUESO Granada

La vivienda que ocupa el número 7 de la calle Zenete, en el Albaicín, es un foco constante de problemas para el vecindario. Es la conocida como Casa del Aire, que en menos de un año ha ardido tres veces a causa de las okupaciones recurrentes que sufre. La última vez que tuvieron que actuar los Bomberos fue ayer mismo. Se quedó en un conato que no traspasó por suerte la puerta de una de sus habitaciones gracias a que dos turistas avisaron a los Bomberos tras ver cómo salía humo de uno de sus ventanales desnudos. El suceso tuvo lugar a mediodía y ha supuesto el último triste episodio vinculado a un inmueble que vivió mejores épocas.

Antigua casa de paso entre la citada calle Zenete y Beteta, este lugar lleva desde el 2017 vacío y abandonado a su suerte. El problema es que hoy por hoy es morada frecuente de okupas que van y vienen, lo que supone un problema para la convivencia en el barrio y también para su propia integridad, pues la casa está en un estado ruinoso. Desde la asociación de vecinos del Albaicín han denunciado en numerosas ocasiones esta situación y le han pedido al Ayuntamiento que obligue a la propiedad, que es una inmobiliaria, a que acabe con la situación de riesgo de una vez.

Tras el fuego que hubo a finales de abril y que supuso un verdadero peligro para las casas colindantes, el equipo de gobierno actual ha decidido pasar a la acción. En un oficio al que ha tenido acceso este periódico y que fue remitido el pasado sábado, la Concejalía de Urbanismo y Obra Pública insta a la propiedad de la casa a que ejecute una batería de doce medidas para evitar que el inmueble siga siendo un «peligro para la seguridad pública».

A tenor del informe, tendrá que sanear el interior del inmueble, estabilizar su estructura o retirar aquellos posibles elementos externos, salientes y demás, que puedan desprenderse hacia la calle. Además, el Ayuntamiento le exige a la inmobiliaria que adopte las acciones que sean necesarias para impedir que nadie entre en una casa que «no presenta condiciones de habitabilidad ni de seguridad estructural» para que se habite, según reza el texto.

El documento es, concretamente, una orden de ejecución de obras urgentes de seguridad pública. Por eso se da un plazo límite para iniciar estas actuaciones de tan solo 15 días y un mes para desarrollar toda la obra. En el caso de que la propiedad incumpliera de manera injustificada la orden municipal, el Ayuntamiento actuaría de forma subsidiaria.

La Casa del Aire data de 1940 y es un ejemplo vivo de las típicas casas de paso que había en el Albaicín para salvar la distancia entre dos calles. A pesar de su particularidad, no aparece en el catálogo de bienes inmuebles protegidos, por lo que la propiedad no requeriría ninguna autorización especial de Cultura para ejecutar estas obras. Algo que acerca la solución provisional de un problema que desespera al barrio. Por el momento, sus vecinos se han tomado con alivio el paso dado por Urbanismo. Creen que podría ser el principio del fin de esta pesadilla constante, aunque no cantarán victoria hasta que no vean andamios en la vieja casa abandonada.

«Por primera vez en la vida me he preguntado si merece la pena vivir en el Albaicín»
María es una vecina de la zona del Zenete y está harta de la «inseguridad» que hay en la actualidad en el barrio.

El miedo habita en María desde que vio lenguas de fuego a «diez centímetros» de su vivienda. Fue el pasado 29 de abril de madrugada. Alguien había provocado un incendio en la Casa del Aire, con la que comparte medianera. El susto fue morrocotudo, pero no por lo que pasó, sino por lo que pudo haber pasado. «Nos libramos porque tuvimos la suerte de que pasaban por allí dos personas y avisaron a los bomberos, pero otro día nos quedamos ‘pajarito’. Vivir aquí es hacerlo en la incertidumbre total», señala.

A través del teléfono da rienda suelta a su desazón minutos después de que, por segunda vez en apenas quince días, haya revivido su pesadilla. De nuevo, en su estrecha calle, olía ayer a quemado fruto de otro incendio en la vivienda vecina, esta vez menos grave al ser de día, lo que ha facilitado la rápida intervención de los Bomberos. Explica que el último fuego lo ha provocado un okupa que merodea por la casa abandonada y a la que entra en ocasiones caminando por su tapia. Algo que empieza a ser común en esta zona del Albaicín, su barrio de toda la vida.

María nunca había sentido tanta inseguridad. Alerta de que las viviendas de este barrio patrimonio de la humanidad, además de estar pegadas, tienen la mayoría de sus remates de madera, lo que es fatal si se origina un incendio. Eso sin contar la estrechez de las calles y los problemas que tienen los Bomberos para actuar. Reconoce que lo habló este fin de semana con su marido: «Me pregunté, por primera vez en la vida, si merecía la pena vivir en el Albaicín. Y tanto yo, como él, respondimos, tristemente, que ‘no’», concluye.

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