Este empedrado va a desaparecer, será sustituido por adoquines de granito. De lo específico pasaremos a lo genérico. Se perderá un material que aún tiene posibilidades de reutilización, cuya procedencia era cercana y reflejaba una técnica constructiva tradicional. Ganaremos en comodidad al haberse anunciado el uso de un adoquín liso.
Y así, poco a poco —no es la única calle que se ha cambiado— se va borrando una de las características paisajísticas del barrio, esas que dotan de una cierta atmósfera y ambiente que forman parte del todo patrimonial —no olvidemos que estamos en un sitio patrimonio mundial.
Siempre hemos pensado que el pavimento del barrio debía ser objeto de un proyecto, en el que era posible armonizar valores y funcionalidad, trabajar desde una perspectiva multivariable del proyecto de paisaje para encontrar una buena solución, pero el Ayuntamiento de Granada —quien hace esta obra— nunca que sepamos ha mostrado el más mínimo interés.
