OPINIÓN: El problema urbanístico del Albaicín. «Arma arrojadiza» política y otras cuestiones técnico-jurídicas. Por Emilio Martín Herrera. Arquitecto Técnico y Licenciado en Derecho.
Aunque publicado en julio de 2018 en la revista Alzada, puede ser de interés conocer esta opinión, aunque no se comparta, sobre el problema urbanístico del Albayzín, ahora que vuelve a ponerse en debate el PGOU y en que forma afectará al barrio pese a contar con un Plan Especial de hace 30 años y de varios intentos de actualización, siempre fallidos.
La encrucijada urbanística del Albaicín. Un Conjunto Histórico dentro de la Granada histórica.
Granada tiene problemas urbanísticos de primer orden, y hace gala de una escasa agilidad para afrontarlos. Es una Ciudad (un Municipio) muy especial desde el punto de vista urbanístico, y muy extraña desde los enfoques y las previsiones “políticas” para su solución.
Se dice que en Granada las posibles soluciones a los problemas vislumbrados se convierten en polémicas. Somos un territorio atado a la polémica, a la desunión, a la violencia verbal en las discusiones, y a la falta de soluciones.
Aquí se tardan lustros en materializar proyectos, y nunca los vemos terminados.
Granada es extremadamente singular por su belleza, por su paisaje, por sus posibilidades. Y, singular, en la perdida de oportunidades.
Dos elementos territoriales y urbanísticos básicos conforman el ser de esta Ciudad: su carácter histórico-artístico y su belleza natural manifestada en sus estribaciones y su Vega. Y estos dos condicionantes, objeto de destrucciones y sobreprotección ruinosa, han marcado su crecimiento y su aislamiento.
Es posible (y sería interesante) un debate general sobre el limitado escenario de desarrollo urbanístico de nuestra Ciudad. Sería hasta conviene y sano afrontarlo si prejuicios ni perjuicios, porque es evidente que otras Ciudades Andaluzas avanzan a buen ritmo, y Granada se aleja cada vez más de un desarrollo adecuado.
Pero también es posible analizar el problema de forma parcial, aportando opiniones sobre problemas específicos, que se enquistan con el tiempo.
El carácter histórico-artístico de Granada es una pieza angular de su ser. Ya fue declarada como tal en 1929, y el ámbito de esta declaración fue fijado de forma definitiva por el 24 de junio del año 2003.
Un territorio de suma importancia, definido singularmente dentro del Conjunto Histórico de Granada, lo constituye el barrio morisco del Albaicín, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994. Es la huella genuinamente árabe en la Ciudad, junto con la Alhambra y el Generalife.
Nadie ha cuestionado (por lo menos a nivel teórico) la necesidad de proteger este barrio de la Ciudad. Siempre se ha hablado de la necesidad de preservar su trama urbana y su idiosincrasia en esta estribación del Municipio. Y, sin embargo, no se consigue detener su deterioro.
Este barrio ha sido lugar de residencia de clases pudientes de la Ciudad pertrechas en su maravillosos “Carmenes”. Y sitio de habitación de las clases populares, hasta su éxodo masivo en los años 70 y 80 a barrios periféricos en busca de una mayor y mejor habitabilidad. Hoy día es un barrio de “Carmenes”, de población estacional y de actividad turística, con muy poca
presencia de población autóctona. Conviene señalar esta evidencia para no llevarnos a engaño sobre la necesidad de la recuperación del barrio como residencia de los granadinos, porque pocos granadinos “de los de antes” habitan ya el Albaicín.
Desde la cobertura que daba la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985, se plasmaron los primeros intentos por establecer una ordenación urbanística acorde con las necesidades de rehabilitación de la edificación, de conservación de la trama urbana, y la recuperación social del mismo. Y desde el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de 1985 se
“abogó por la defensa de la ciudad histórica previendo la necesidad de redactar planes especiales de protección sobre los ámbitos de los conjuntos históricos declarados”1.
En realidad, la posibilidad de una intervención sensata de rehabilitación y conservación de un barrio de estas características, solo puede abordarse desde una inversión contundente de la Administración coordinada con la inversión privada. No es suficiente con una regulación protectora que límite las condiciones de actuación de las iniciativas particulares. No basta con
prohibir. Es necesario intervenir y, en todo caso, facilitar una intervención dirigida a la dotación de infraestructuras y servicios (básicos para su habitabilidad), acordes con la características de la trama urbana del barrio. Es necesario rehabilitar el patrimonio edilicio o reconstruirlo de forma adecuada.
Se puede afirmar que la inversión pública directa ha sido muy limitada en este barrio. Más limitada en lo últimos años de recesión económica. Quizás las intervenciones más destacadas haya que situarlas en el periodo de los primeros seis o siete años de la década de los 2000, por ayudas a la rehabilitación de edificios y la obra pública desde el Ayuntamiento, la Junta de
Andalucía, y a través programas europeos2.
La inversión privada es aun más deprimente. Frente a las 398 licencias de obra mayor solicitadas en el resto del Conjunto Histórico en el periodo 2010-2015, en el Albaicín han sido 191.
Se ha solicitado la rehabilitación o construcción de 92 viviendas en el barrio, mientras que en el resto del Conjunto Histórico la cifra ha sido de 211, y en toda Granada, sin contar el Albaicín, 1.411 (todo esto en el periodo de recesión).
Pero es que, además, las dificultades para esta inversión privada son evidentes. Otro dato elocuente: frente a los 322 días de media que se ha tardado en conceder una licencia por parte del Ayuntamiento en Granada en el periodo 2010-2015 (de obra mayor o menor, teniendo en cuenta los periodos de interrupción para presentación de documentación o de informes
sectoriales), en el Albaicín se ha tardado 496 días.
Es muy complicado, para la iniciativa privada, plantearse una inversión en el barrio del Albaicín. La que sea. Aunque sea para rehabilitar un edificio de gran interés. Y la conclusión es, que sin una intervención económica importante de la iniciativa publica y privada, el barrio será una ruina tarde o temprano (ya lo es).
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