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PRENSA: La Granada que se cae a pedazos

La ciudad tiene un patrimonio histórico y artístico extraordinario, pero no todo se conserva de manera adecuada. Aquí se repasan algunos lugares que piden a gritos una restauración.

Granadaimedia, 30-04-2021

Granada en ruinas

Granada tiene un patrimonio histórico y artístico tan inmenso que sería demasiado pedir que todas y cada una de las piezas que lo componen presentara un excelente estado de revista. Otras ciudades monumentales (Oporto, en Portugal, o Catania, en la isla italiana de Sicilia) no pueden presumir sus joyas arquitectónicas ni la mitad de bien. Pero eso no quita para que haya aquí varios lugares que están pidiendo a gritos una remodelación. Porque de lo contrario, más pronto que tarde dejarán de tener interés para nadie y serán, sencillamente, una ruina. 

Este reportaje no pretende enumerar todos los espacios que, por utilizar la expresión coloquial, se caen a pedazos, pero sí mencionar algunos que están mal y comparten una característica: sobre ellos planeó, o planea, la sombra de la rehabilitación. Fueron y son objeto de planes y proyectos para hacer que recuperen todo su esplendor. En algunos casos, esos planes se olvidaron, en otros continúan adelante. Con la confianza por delante en que así sea, comienza el recorrido por el…

Palacio de los Vargas: ubicado en la calle Horno Marina, que conecta Trinidad con San Jerónimo, es del siglo XVII y la placa que tiene delante de la fachada lo define como «un magnífico ejemplo de casa señorial de Granada, pues sintetiza la tradición constructiva de la nobleza castellana con las aportaciones del clasicismo renacentista y la riqueza decorativa de lo mudéjar». Antigua casa de la familia Salazar, entre sus elementos más destacables está la «monumental escalera barroca», el «amplio jardín trasero» o las originales cocheras y caballerizas. 

Fachada del Palacio de los Vargas, un inmueble muy deteriorado que se construyó en el siglo XVI. Fotos: Lucía Rivas

Ahora mismo, al pasar por delante, hay que echar mucha imaginación para visualizar algo así. Es un palacio absolutamente abandonado, con ventanas rotas, pintadas y grafitis en la fachada y una pinta absolutamente ruinosa. Eso, unido a la situación económica, hace muy difícil que alguien quiera hacerse cargo de su reforma. Aunque se intentó. En 2007, el Ayuntamiento de Granada aprobó el cambio de uso del inmueble para que pudiera transformarse en hotel y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía dio su visto bueno, necesario porque el palacio es un Bien de Interés Cultural. Pero un año después, los propietarios de la casa desistieron de esa idea y, desde entonces, si se ha hablado del sitio es para relacionarlo con okupas que entraron a vivir allí y con incendios que presuntamente provocaron. 

Inmuebles que no están para entrar a vivir

Hablar del Palacio de los Vargas trae a la memoria, por lo demás, otros edificios que, aunque no presentan el mismo grado de deterioro, tampoco están precisamente como para entrar a vivir. Entre otros, el antiguo Hospital de Peregrinos, en Escudo del Carmen y junto a San Matías, que data del siglo XVI y tuvo como última finalidad servir de sede a la Asociación de la Prensa pero que está cerrado desde 2016. A finales de 2019, el ayuntamiento anunció que sería centro de recepción y oficina de turismo y que las obras de reforma, presupuestadas en 150.000 euros, estarían listas en cuatro meses. Después llegó la pandemia y todo quedó en punto muerto. 

En la misma categoría está el Carmen del Negro, en la Cuesta del Chapiz, justo encima del Palacio de los Córdova. Construido también en el siglo XVI, lleva unos cuarenta años durmiendo el sueño de los justos y viendo pasar de largo proyectos que contemplaban, entre otras cosas, que fuera sede del Archivo Histórico Municipal. Ese plan ha vuelto a emerger porque ahora se anuncia que se realizará con fondos del llamado Plan Alhambra, que busca revertir en el Albaicín y otras zonas históricas de la ciudad parte de los beneficios del monumento por antonomasia de Granada. 

No muy lejos de allí, al otro lado del Darro, en la calle Chirimías, hay otro caso de restauración largamente postergada: el Hotel Bosques de la Alhambra, popularmente conocido como Hotel Reúma. Es más moderno, del siglo XX, y es un lugar recurrente cuando se habla de intervenciones arquitectónicas en esa zona. La última de la que se tiene constancia es de 2019 e incluía su mejora en un plan de mejora del entorno donde está enclavado.

El lavadero de la Puerta del Sol, en el Realejo, se pretende adecentar con fondos de la Alhambra.

Cambiamos de tercio y nos vamos al Lavadero de la Placeta Puerta del Sol, un lugar encantador en la parte alta del Realejo. Situado en las proximidades de la antigua Puerta Árabe del Sol, empezó a funcionar en el siglo XIX y era, como todos los lavaderos de entonces, un lugar para socializar y contar cotilleos al tiempo que se hacía la colada. Su valor arquitectónico puede que no sea excepcional, pero es un símbolo para el barrio y da mucha lástima pasear por allí y verlo cada vez peor: sucio, con desconchones, abarrotado de mensajes supuestamente poéticos o directamente obscenos pintados en las columnas… El citado Plan Alhambra contempla una inversión de casi 150.000 para darle lustre. Cuando se haga, se embellecerá sin duda un barrio que tiene otras carencias. Por citar dos, la fachada de la Fundación Rodríguez Acosta que da a la calle Aire Alta está descascarillada, y los frescos de la portada de la iglesia de San Cecilio no lucen nada. 

Iglesias muy mejorables

Pero hablando de iglesias, hay varias que se conservan regular tirando a mal, pero seguramente pocas estén peor que la de San Cristóbal, en el Albaicín. Edificio catalogado, como todos los que se han nombrado hasta ahora, se asegura que es la primera mezquita de la ciudad que se transformó en templo católico, muy a principios del XVI. Nada más contemplar la fachada se ve que no está para muchos trotes. Permanece cerrada al culto.

Tampoco estaban muy allá las iglesias de San Nicolás, junto al famosísimo mirador del mismo nombre, y la de San Andrés, en la calle Elvira, pero las dos están siendo mejoradas gracias, entre otras cosas, a la aportación de feligreses, cofradías y voluntarios en general. En cuanto a la de San Bartolomé, iglesia de estilos mozárabe y renacentista situada en todo lo alto del barrio, llevaba sin celebrar misas desde 1965 y su deterioro era notable. Aún lo es, pero de vez en cuando hay movimiento en su interior porque desde hace seis meses la utilizan fieles de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

La iglesia de San Cristóbal, en el Albaicín, está cerrada al culto.

El itinerario de iglesias del Albaicín a las que vendría bien un repaso no sería completo sin mencionar a la de San Luis de los franceses. Mezquita y, antes aún, templo godo, está desacralizada desde 1842, sufrió un incendio en 1933 y en la actualidad está hueca por dentro. En la campaña electoral de las municipales de 2011, el PP propuso que ese lugar se convirtiera en Museo de la Semana Santa. Aunque las ganó por mayoría absoluta, no llevó a cabo su promesa. 

Pasado árabe mal conservado

Y sin dejar el barrio, que se lleva la palma en cuanto a edificios y lugares históricos no muy bien conservados, conviene detenerse en la Casa Ágreda, palacete del siglo XVI que en los últimos años ha estado más en candelero por su polémica cesión que por sus visitas, ya que está cerrado. O en los baños árabes de Hernando de Zafra, en la calle Elvira y del siglo XII, que el Patronato de la Alhambra se ha comprometido a arreglar. los de la calle del Agua, del XIII, que llevan una década utilizándose como almacén. 

Y, por supuesto, la muralla zirí. Sus tramos más antiguos tienen nada menos que diez siglos de vida y el monumento ha sido objeto de varias actuaciones. Se recuerda, por ejemplo, que cuando el PP estaba en el Gobierno central en 2016, dedicó más de 1,7 millones de euros a adecentarla, una actuación costeada parcialmente por el conocido como 1% cultural del Ministerio de Fomento. Algo se ha hecho, como también se está trabajando en otra joya del lugar, el antiguo hospital del Maristán. No todo van a ser críticas. 

Un trozo de la muralla zirí, que tiene tramos con diez siglos de antigüedad.

Cambiando de barrio y de época nos situamos en el distrito Norte, en lo alto de una colina, más arriba del Monasterio de La Cartuja y de la facultad de Psicología se sitúa el Mirador del Torreón, un templete desde el que se divisa una panorámica de Granada y parte de la vega realmente preciosa. Fue levantado a finales del siglo XIX por la orden de los jesuítas y no sólo se conserva de pena, sino que el espacio que lo rodea está también muy degradado. Se puede entrar con facilidad, pero el uso que se le está dando es el de lugar de encuentro para jóvenes, baño público y, a juzgar por los letreros que se leen en el interior, también de encuentros sexuales. 

El Mirador del Torreón, un hermoso espacio en Cartuja.

El recorrido finaliza en un punto alejado del mundanal ruido: la Hacienda Jesús del Valle, construida también por los jesuítas en el XVII. Siempre fue un lugar de uso fundamentalmente ganadero y agrícola, aunque también se le dio un uso residencial y de recreo, primero para dirigentes de la orden eclesiástica y después, cuando pasó a manos privadas en el siglo XIX, para personas que se lo podían permitir. 

Este inmueble, declarado en 2005 Bien de Interés Cultural, es una auténtica ruina. Su interior ha sido objeto de numerosos expolios y ahora no ofrece más atractivo que ser un sitio para que los senderistas que transitan por el valle del Darro se orienten o descansen.  Ya quedó en el olvido el proyecto de hacer allí un hotel, promovido por la constructora Ávila Rojas en 2014, y nada más se sabe tampoco de otra iniciativa que surgió un año después, impulsada por la Asociación para la Recuperación y Desarrollo integral de Jesús del Valle, que buscaba la explotación de los terrenos mediante el sistema de la permacultura, una apuesta por el desarrollo sostenible «que incorpora el aprendizaje y la educación, y que apuesta por la autosuficiencia», según dijeron entonces sus promotores.

 

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