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Estampas de la Puerta de Elvira

Os ofrecemos un extraordinario paseo por el entorno de Elvira, guiado por Gabriel Pozo Felguera, que parte de una placa de mármol que durante 269 años elogiaba las bellezas de Granada. No dejes de leer este reportaje que te descubre la evolución de la fortaleza de la Puerta de Elvira, y su vida rica vida social y comercial, hasta la apertura de la Gran Vía.

Leer en El Independiente, 09-02-2020

  • El alcalde mayor dedicó un poema a Granada alabando su belleza y su grandeza cuando marchó destinado a la Universidad de Alcalá

  • La placa de mármol con el epigrama estuvo colocada 269 años en el arco de la Alhacaba, hasta que fue demolido en 1879

  • La desfigurada fortaleza de la Puerta de Elvira llegó a contar con otras tres arcadas dobles menores, demolidas durante el siglo XIX

  • El entorno de la Puerta de Elvira era uno de los principales puntos de atracción social y comercial hasta que se abrió la Gran Vía en el siglo XX

Durante 269 años, una enorme placa de mármol con un poema en latín despedía a quienes abandonaban Granada para siempre. O les informaba de las bellezas que contenía la urbe. Estuvo colocada en una de las puertas interiores de la fortaleza de Elvira, la entrada principal a la ciudad. Fue escrito, grabado y colocado por quien fuera alcalde mayor de Granada entre 1607 y 1610; el poema muestra el enamoramiento que se llevó de esta ciudad por su grandeza y belleza de sus monumentos. La puerta en cuestión era una de las cuatro que formaban el Castillo de Elvira y daba acceso a la Cuesta Alhacaba; fue demolida en 1879. Al menos la enorme lápida se conserva todavía. El entorno de la Puerta de Elvira fue hasta principios del siglo XX un importantísimo foco social y comercial de Granada, con aspectos un tanto desconocidos para el gran público. Aquel epigrama es un símbolo de la impresión que se llevaban los viajeros tras conocer las bellezas de Granada durante los primeros siglos de la etapa cristiana.

Los corregidores y alcaldes mayores de las ciudades más importantes eran enviados por el rey hasta el primer tercio del siglo XIX. Solían ser altos funcionarios extraídos de entre la judicatura, la universidad, la iglesia o la nobleza y permanecer en el cargo unos cuatro años de media. En 1607 fue enviado a Granada el jurista Pedro de Antequera y Arteaga (1575?-1642), procedente de la universidad de Alcalá de Henares. Llegó para ayudar en el gobierno de la ciudad al corregidor Mosén Rubí de Bracamonte y Dávila.

El momento que les tocó vivir a los dos fue sumamente delicado, pues en enero de 1610 tuvieron que encargarse de la expulsión de España de 2.026 moriscos que residían en Granada. Eran ya realmente pocos, pues la gran mayoría habían sido extrañados a Andalucía y Castilla al final de la guerra de las Alpujarras (1569-71). Por este motivo, el famoso epigrama puede entenderse como doble motivo: la congoja personal de Pedro de Antequera por abandonar la que era por entonces una de las grandes y bellas ciudades del Reino; y, por otro lado, la amargura de dos millares de granadinos de toda la vida al ser arrancados de sus raíces ancestrales.

(…)

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