Los matojos secos de casi un metro de altura invaden el cerro con un alto riesgo de que pueda producirse un incendio. A ello hay que añadir las basuras, el ganado (una actividad impropia de este espacio protegido), la indisciplina urbanística permitiendo obras, los coches que aprovechan los caminos, antes inexistentes y abiertos para las actuaciones en las cuevas ocupadas, la muralla deteriorada, pintada y rodeada de matojos… Un espacio digno de figurar en cualquier lista roja de deterioro urbano, sin que ningún gobierno municipal haya sido capaz de poner freno y dar solución definitiva a lo que pudo ser un inmejorable espacio para el barrio y la ciudad.
Hierbas y matojos secos por todo el cerro y junto a la muralla. Se ha limpiado la parte extramuros, que da a los Cármenes de San Miguel en Haza Grande y un pequeño tramo junto a la escalinata de granito:
Actividad ganadera:
Basura acumulada junto a la muralla, y también escombros:
Coches:
El lamentable estado del paso de la muralla, que se «comió» el presupuesto de una inversión para mejorar el cerro, y que seguramente nadie debe utilizar, salvo para llenarlo de mierda y basura:
Mientras la verdadera sufre el paso del tiempo, se cae a pedazos o su maltrata con pintadas:
