PRENSA: Un mar de antenas que ahoga el Albaicín
Una investigadora de la UGR centra su tesis en el gran impacto visual de los receptores de televisión y cables en este barrio Patrimonio de la Humanidad. La doctora en Historia del Arte ha ideado el primer método científico para medir con cifras la contaminación visual
Leer en Ideal, 29-02-2016
María Ángeles Sáez es licenciada en Historia del Arte, bueno, ahora doctora en Historia del Arte gracias a una tesis que ha puesto el Albaicín (y la Alhambra, mirador natural de este barrio señero) patas arriba. También es granadina y peleona. Esto último viene al caso porque no se limita a pensar que algo esta mal y a dejar que esa idea sea algo efímero, sin más. Prefiere pasar a la acción e intentar hacer algo para que las cosas cambien. Y eso fue lo que llevó a esta investigadora a ponerse pesquisas a la obra para intentar dar un golpe de timón a la contaminación visual en este barrio Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. «El objetivo último de mi tesis no es otro que la ciudad esté en condiciones», explica sin rodeos.
María Ángeles toma entre sus manos un vasto libro que recoge páginas y páginas de un trabajo exhaustivo sobre el impacto de la presencia de antenas de televisión y de cableado en estos enclaves históricos pero no de ahora, sino a lo largo de los siglos. «He recogido la historia a través de la percepción; la visual como una realidad cambiante», señala. Desde aquellas alteraciones en los patios del palacio nazarí que hicieron que no se percibiera igual la colina a la intervención de Carlos V en la Cuesta de Gomérez o aquella urbanización de lujo que no prosperó. Pero fue la industrialización y la llegada de los elementos tecnológicos -primero la electricidad, luego el teléfono y posteriormente la televisión- lo que alterarían definitivamente el horizonte de una paisaje que es santo y seña de la ciudad granadina.
Hasta 40 metros
Esta investigadora de la Universidad de Granada apunta una clave. Las antenas, además, se tienen que colocar a unas alturas muy elevadas hasta de 40 metros, porque la señal choca con la muralla zirí y eso afea aún más un paisaje que debería protegerse no sólo por su belleza sino por ley, porque es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. «Un conjunto monumental de una ciudad de las más visitadas del mundo debe estar más decente y puede hacerlo», defiende. Y ella quiere aportar su grano de arena con una tesis que ha querido que sea más práctica que teórica, que acerque el conocimiento a la gente «y que sea útil y cercana a los ciudadanos».
Para ello, ha elaborado tablas en 18 puntos distintos, estratégicos, del Albaicín, en los que ha realizado una comparativa de la contaminación visual tanto por antenas como por cables tanto en 2011 como en 2015. No ha sido sólo una valoración basada en la subjetividad. La novedad que introduce esta investigadora de la UGR y que es el método que aporta en su tesis doctoral es que, por primera vez, ha diseñado una fórmula matemática para poder medir la contaminación visual, al igual que se hace con la acústica. Una suma de factores de ponderación de cuánto estorban los cables y las antenas del 0 a 1 más otro nivel subjetivo para ambos parámetros. De la conjunción de ambos índices, se obtiene un valor de 0 al 5 de la contaminación visual. «Puede ser para una calle, un edificio, una zona», subraya, aunque podrían añadirse, llegado el caso, otros factores como la basura o los grafitis..
Y, ¿qué resultados arroja sobre el Albaicín? Las mediciones se han realizado en puntos como la plaza de Santa Ana, Carrera del Darro, Paseo de Los Tristes, San Juan de los Reyes o Plaza Nueva. Y el veredicto es: suspenso. Aunque se observa una leve mejoría respecto a 2011. Si hace cinco años la contaminación visual era de 3,1 sobre 5 (el máximo), en 2015 resultó de 2,6 sobre 5. El peor dato se obtiene en la calle San Juan de los Reyes (4,6) y el mejor en la placeta de la Victoria (0,2). «Lo más grave es que la mitad de las antenas son antiguas y no sirven para nada, pero no se retiran», se lamenta, al tiempo que llama la atención de que muchas de las que se están colocando son de mayores dimensiones por ‘desconocimiento’ de los instaladores.
«La parte baja del Albaicín está muy degradada, las calles están llenas de cables. Al menos las de arriba, el Mirador de San Nicolás y el entorno están algo mejor», sostiene. Y es que hay dos normativas que deberían además marcar el paso. De una parte la Ley de Patrimonio Histórico obliga a la retirada de las antenas que ya no tienen uso. De otra, la normativa obliga a que en las nuevas construcciones se instale un único receptor para toda la comunidad de propietarios, pero alguien deben velar por ello. El eterno problema.
Antena camuflada
Ya en 2011 María Ángeles Sáez, que ha contado para la elaboración de su tesis con especialistas en telecomunicaciones, publicó un artículo de gran repercusión en el que proponía situar en la ladera de la Alhambra una antena de televisión camuflada en forma de árbol que permitiera mitigar esa contaminación visual. Gran parte del barrio se quedaba en «sombra» respecto al emisor de Parapanda. En muchos casos, la señal llega rebotada en la propia Alhambra y, en consecuencia, muy distorsionada. Eso explicaba la longitud de varios metros de los mástiles de las antenas. Poco después, en el Palacio de los Córdovas, se dispuso un discreto reemisor envuelto en tela de saco. Pero aún no cubre toda la señal. «La gente va tomando conciencia; antes no tenía conocimiento», añade.
Su propuesta corrió como la pólvora. Incluso a pie de calle. Recuerda entre risas cómo un vecino la abordó y le espetó: «¿No irá usted a quitarme la antena? Mire que me ha costado 300 euros». Esa no, pero recuerda que hay cantidad de elementos que «no sirven para nada» y que deben desaparecer del horizonte tan fotografiado y tan universalizado como el Albaicín, que sirve de telón de fondo a los millones de visitantes de la Alhambra.
María Ángeles no se queda sólo en la tesis, que por cierto ya ha presentado y con buena nota. Sigue trabajando en ampliarla y en mejorarla. Y quiere que su método, su fórmula para medir el impacto visual, se incluya en el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Albaicín, que contengan una ficha de catalogación de las calles para que los instaladores conozcan el estado de cada zona. «¿Cómo es posible que haya un mapa sonoro de la ciudad y no un mapa de contaminación visual, con lo importante que es?», se pregunta.
Apuesta también porque el Ayuntamiento de Granada «tenga un gabinete técnico especializado en esta materia» para que los técnicos que tengan que instalar dispositivos de telecomunicaciones sean bien orientados sobre la saturación de las zonas, así como que la universidad granadina incluya en las carreras de ingeniería asignaturas de disciplina patrimonial. Así, no se repetirán errores del pasado y, en el futuro, las antenas y los cables se pondrán con orden y concierto.
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