[PRENSA] Casa de los Mascarones, el refugio del genio
La Casa de los Mascarones, situada en lo que hoy día es la calle Pagés, fue el gran refugio creativo de José de Mora. Su primer ocupante también fue un ilustre de Granada, el escritor barroco Soto de Rojas, quien escribió el celebérrimo poema ‘Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos’, referido posteriormente por Federico García Lorca en sus conferencias. José de Mora adquirió la Casa de los Mascarones -denominada así por los rostros que decoran sus fachadas- en 1685 y la habitó hasta que murió en ella en 1724. Ahí residió junto a su esposa Luisa de Mena, con la que no tuvo descendencia.
A su vuelta de Madrid, se instaló allí tras la realización de una serie de reformas. Según cuenta uno de sus biógrafos, Antonio Palomino, al escultor no le gustaba nada que lo vieran trabajar ni sus propios amigos. ¿El motivo? Por aquel entonces los oficios manuales no eran considerados nobles. De Mora, sin embargo, lo entendió siempre como una actitud intelectual, como el arte de crear.
«Lo que está claro -asegura Juan Jesús López-Guadalupe, comisario de ‘El Barroco espiritual’- es que José de Mora encontró en la Casa de los Mascarones la tranquilidad para la creación». Él laboraba en soledad. Nunca tuvo discípulos ni aprendices. Era un artista autosuficiente: no solo modelaba, sino que también pintaba y policromaba. Una solvencia parecida a la que tenía el gran referente de la Escuela Granadina de Escultura, Alonso Cano, cuyos modelos, como la Inmaculada, fueron reinterpretados por sucesores como Pedro de Mena o el mismo José de Mora.
El estudio lo tenía en la planta baja de la Casa de los Mascarones. La razón era sencilla: la madera pesaba mucho. En un espacio aledaño recibía a los clientes. Mostraba sus piezas sobre un bufete cubierto de terciopelo carmesí. Era generoso y con un trato excelente. Está documentado que en la Casa de los Mascarones José de Mora hizo Jesús de la Sentencia (1685), el Cristo de la Misericordia (1688) y el San Bruno chico del Monasterio de la Cartuja (1690).
En estado de ruina
El caserón morisco situado en el número 20 de la calle Pagés fue actualidad a principios de julio de 2025 por su inclusión en la Lista Roja del Patrimonio por encontrarse en estado ruinoso. Y volverá a serlo en lo que resta de año porque la Delegación de Cultura ha encargado un estudio para que la Comisión de Patrimonio determine si se inicia la incoación del expediente para la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima figura de protección dentro de la comunidad autónoma de Andalucía. No hemos de olvidar que la Casa de los Mascarones está enclavada en el corazón del Albaicín, un barrio catalogado como Patrimonio de la Humanidad.
El aspecto actual de la finca dista mucho de corresponderse con el que tuvo en su origen
El aspecto actual de la finca dista mucho de corresponderse con el que tuvo en su origen. Esta zona de Granada se encontraba extramuros hasta el siglo XIV, sin que presentara una ubicación de tipo urbano. A mediados del XIV se cercó el arrabal del Albaicín con la erección de la muralla conocida como la de Don Gonzalo. A partir de ese momento surgieron núcleos dispersos de viviendas entre amplios espacios agrícolas y pequeños cementerios islámicos. En el XVI se hicieron muchas más viviendas, al concentrarse buena parte de la población morisca. Es cuando se construyó los Mascarones y las casas que, posteriormente, Soto de Rojas compró como solares para incorporarlas como carmen.
Hay mucha documentación que evidencia la relación de la Casa de los Mascarones y su entorno con Soto de Rojas. La recopiló uno de sus dueños, José Ladrón de Guevara, y posteriormente la publicó Antonio Gallego Morell por las referencias que se han hallado en el Archivo Histórico Municipal de Granada.

