PRENSA: A vueltas con Romayla
Mucho nos preocupa que la zona se llene de mesas de bar con música incluida o sea recinto de botellones; aunque el cerrarse selectivamente en función de horarios y acceso al Hotel Reúma nos parece adecuado.
Nuestra Asociación de Vecinos del Barrio del Albayzín se ha mostrado en varias ocasiones favorable a la adecuación de ese espacio, frente al Promaaseo de los Tristes, como parte de un itinerario peatonal por la orilla izquierda del Darro. Se ha licitado un proyecto suscitando opiniones muy encontradas, lo que se hubiera evitado debatiéndolo públicamente antes de su aprobación.
En un proyecto así, con tantos componentes y posibles soluciones, no es fácil conseguir unanimidad de juicio, ni es fácil ser objetivo. Opiniones habrá muchas; todas son respetables, pero ninguna es la verdad absoluta.
Hay que estudiarse el proyecto para ver si el ascensor es «de vidrio» o con algo de vidrio, y si es de veras muy visible; si el hormigón de los muros estará visto o revestido de bolos o ladrillo como los existentes; si el número de árboles por talar se compensa con los que se plantan. Hay pues que analizar con objetividad técnica el proyecto para no caer en alarmismos tan carentes de fundamento como, quizá, de inocencia.
Mucho nos preocupa que la zona se llene de mesas de bar con música incluida o sea recinto de botellones; aunque el cerrarse selectivamente en función de horarios y acceso al Hotel Reúma nos parece adecuado.
Falta un espacio de juegos infantiles. Aún esperamos que un día vuelva a haber niños en nuestro barrio, cuando una pareja joven no haya de esperar años para conseguir la licencia de obras de su casa.
Hay quejas sobre los estudios arqueológicos. Se han realizado en parte y el proyecto prevé más actuaciones, que sus detractores consideran insuficientes. No nos pronunciaremos sobre ello; pero quizá esa presunta insuficiencia se deba a que, no habiendo ningún particular a quién cargarle la totalidad del costo de las excavaciones, restauración y puesta en valor de los restos como hace Cultura con los albaicineros, se haya decidido reducir la actuación arqueológica.
Pensamos que las barandillas, la iluminación led o los pavimentos previstos son modificables antes de la contratación, incluso en la ejecución; pero también pensamos que ni estas cuestiones del proyecto de Romayla, ni siquiera su arqueología, que tanta polvareda levanta, sean los problemas más graves que tiene el patrimonio del Albaicín. Más grave es el deterioro paisajístico de la ladera de San Miguel, las construcciones ilegales en el entorno de la muralla nazarí (espacio supuestamente bajo control y vigilancia de Cultura), y los graves problemas de convivencia que se generan en un suelo cuya inmediata gestión urbanística venimos reclamando en cumplimiento del vigente PGOU y sin vincularlo a una innovación del mismo que solo serviría para retrasar la solución. Más grave nos parece también el falseamiento y contaminación visual de espacios urbanos como las Caldererías, convertidas en burdas copias de zocos árabes llenos de mercancía chabacana cubriendo las fachadas y deteriorando lamentablemente la imagen de nuestro barrio.
Nuestra asociación de vecinos lleva años denunciando estos hechos, y nos habría gustado tener el apoyo de algunos de los colectivos detractores del proyecto de Romayla. Nos preguntamos dónde estaba la Real Academia de Bellas Artes granadina (y su madrileño primo de Zumosol) cuando, repetidamente, hemos puesto de manifiesto estas situaciones y Cultura prefería mirar para otro lado mientras se ensañaba con el dintel de un hueco o la textura de fachada de la casa de un vecino.
Bien pudiera ocurrir que los dirigentes políticos, convencidos de que cualquier actuación generará protestas de unos u otros, se harten de enfrentarse a estériles debates narcisistas y concluyan que no merece la pena buscar financiación para nuevos proyectos en el barrio porque finalmente no se podrán ejecutar. Y los convenios alcanzados decaerán mientras se pontifica doctamente sobre si son galgos o podencos, alpañata o empedrado.
ANTONIO JIMÉNEZ CASTRO Presidente de la Asociación de Vecinos del Barrio del Albayzín
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