La asociación de vecinos del barrio se disuelve cansada del abandono de la administración. La delincuencia común y el turismo masivo están provocando la fuga de los vecinos
El Albaicín es la joya de la ciudad de Granada con permiso de la Alhambra, a la que este barrio mira de frente cada puesta de sol, la más bella del planeta según Bill Clinton. Adorado por los granadinos y aclamado por los turistas, pero denostado por la administración, al menos en lo que a sus vecinos respecta. Así lo entienden quienes ven cómo sus amigos de toda la vida dejan desiertas sus calles asfixiados por la presión turística. El Albaicín se ha convertido en otra cosa, otro barrio. Ya no es el barrio de sus vecinos.
“Es un residencial turístico”
En eso se ha convertido. La turistificación masiva trae de cabeza a los vecinos que aún se resisten a abandonar el Albaicín, tomado hoy por promotores y turistas. Uno de ellos es Lola Boloix, quien hasta hace pocos meses era una de las integrantes de la “Asociación de Vecinos Bajo Albayzin”. Hoy, la asociación se ha disuelto porque sólo 50 personas luchaban por un futuro mejor en sus estrechas callejuelas; llegaron a ser más de 500 hace no demasiados años.
Denuncia Boloix, que es la voz de quienes han vivido junto a ella durante más de 30 años puerta con puerta, que el tejido social del barrio ha desaparecido por completo: “el Albaicín se ha convertido en un residencial turístico, las tiendas del día a día ya solo venden souvenirs y hay supermercados que solo abren los sábados para hacer caja”. Las abuelas, madres, hijos y nietos que poblaban las plazoletas se han transformado en turistas que llegan los viernes cargados de bártulos y se marchan los domingos. Algo, asegura, que ha acabado con la vida vecinal. De lunes a viernes, el barrio queda desierto, “ha perdido toda su identidad”, concluye esta incansable defensora de sus calles.
El
Plan Especial de Protección y Catálogo del Albaicín y Sacromonte, llevado a cabo por el Ayuntamiento de Granada, incluye el uso de los solares que se le da al barrio. Existen, según cifras oficiales,
185 solares destinados a viviendas y apartamentos turísticos, además de otros
29 con finalidad hotelera:
214 edificaciones turísticas en total. Cifras que, asegura Boloix, está llevando a los vecinos a repetir lo que ya se ha convertido en un mantra en el Albaicín:
“me voy, es imposible vivir aquí”. Es ya una conversación cotidiana.
Huyen en busca de una vida mejor
Boloix relata las dificultades que siguen encontrando a diario los que mantienen allí su vivienda habitual: “son todo complicaciones, la administración ha descuidado a la comunidad en beneficio de la economía que deja el turista”. Asegura la que llegó a ser presidenta de la mencionada asociación de vecinos que, como ella, son mayoría quienes tienen que viajar en autobús a hacer la compra porque ya solo quedan un par de supermercados para un distrito de 7.000 personas, si bien Boloix asegura que ya son muchas menos, en torno a 4.000. Además, en numerosas ocasiones los vecinos ven cómo los microbuses que proporcionan el transporte público en el Albaicín no pueden montar a más personas porque entre turistas y vecinos llenan el aforo del vehículo demasiado pronto. Complicaciones diarias que han llevado a quienes han mantenido en pie el barrio durante décadas a dejarlo en otras manos: “me temo que esto ya no tiene más solución”.
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