PRENSA: El insostenible turismo que desplaza a los vecinos y desvirtúa los centros históricos
Málaga, Córdoba o Granada son tres de las capitales andaluzas donde los fenómenos de la gentrificación y la turistificación se han hecho fuertes
Leer en La Voz del Sur, 18-06-2018
El problema empezó a hacerse preocupante cuando Lola Boloix se dio cuenta de que le era más fácil comprar un imán de la Alhambra que un litro de leche en su barrio del Albaicín granadino. Manolo Cuello, vecino de la Axerquía baja cordobesa, hace tiempo que ve el centro histórico de su ciudad convertido en un auténtico parque temático lleno de turistas. El malagueño Óscar Agudo ha visto a más de un vecino abandonar el centro de la capital de la Costa del Sol ante la imposibilidad de pagar los cada vez más insostenibles alquileres.
La gentrificación y la turistificación han llegado para quedarse en algunas de las principales capitales andaluzas. Estos fenómenos se han ido desarrollando sin control y, para cuando nos hemos querido dar cuenta, el problema se ha hecho una bola de tan grandes dimensiones que parece difícil imaginar que pueda haber una vuelta atrás.
El centro histórico de Córdoba es uno de los más grandes de España. Aproximadamente unas 34.000 personas residen en él. Manolo Cuello es el presidente de la asociación vecinal de la Axerquía. Calcula que a día de hoy, diferentes plataformas turísticas ofertan unos 2.700 apartamentos turísticos, todos en el casco histórico. Desde el colectivo que representa Cuello llevan meses reivindicando que se establezca un umbral que ponga techo a la proliferación de apartamentos. “Ha habido un intento de regularización por parte de la Junta, pero un porcentaje muy alto escapa de esta regulación y está fuera de control. Estas personas no pagan impuestos y supone una sustitución de una población autóctona a otra flotante que afecta al comercio de proximidad y que provoca la huida de vecinos del centro”.
Este hecho viene aparejado al aumento de los alquileres, tanto de las viviendas como de las plazas de garaje. En Málaga —la ciudad andaluza que más sufre este problema—, Óscar Agudo, presidente de la asociación del centro histórico, explica cómo los alquileres de viviendas de dos o tres dormitorios han pasado de los 500 o 600 euros a los prácticamente mil, una subida que, obviamente, no va aparejada a la de los salarios. En el Albaicín, entorno declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Lola Boloix, presidenta de la asociación de vecinos del señero barrio granadino, señala que allí han pasado de ser una comunidad de 20.000 habitantes hace diez años a unos 4.000 actualmente. “Ya casi se puede decir que es imposible venirse a vivir aquí a menos que tengas dinero, pero a precios razonables ya es imposible. Incluso los dueños modestos se las alquilan a personas que las destinan a alquileres vacacionales”, afirma. Lo cierto es que de los más de 500 apartamentos turísticos que la plataforma Airbnb oferta en el Albaicín, sólo 240 están inscritos en el Registro de Turismo de Andalucía, tal y como obliga la ley.
Pero los vecinos que no han decidido abandonar sus barrios se ven cada vez con más problemas. La propia Lola afirma que según la zona del Albaicín ya se hace prácticamente imposible hacer una compra medianamente normal, la típica para llenar la nevera. “En la Carrera del Darro —el más conocido como Paseo de los tristes— afirma que antes podía contar siete tiendas de comestibles. Ahora prácticamente todo son bares, hoteles o tiendas de souvenirs. “Negocios que a los vecinos no nos sirven para nada y eso hace que la gente se vaya. Creo que solo queda una tienda, y prácticamente es para un desavío, porque suele tener precios más caros”.
El uso del espacio público es otro tema que preocupa en los centros históricos. Los veladores pueblan las principales calles para mayor gloria de los turistas, y luego está el tema del sobreuso de ese espacio. En Córdoba, Manolo Cuello enumera desde la Semana Santa, pasando por las cruces de mayo —“que se han convertido en botellones”—, carreras deportivas, el festival Riu Mundi, el Festival de Circo Contemporáneo o la Noche Blanca del Flamenco. “No es necesario que todo se celebre en el centro. Hay barrios extramuros que pueden acoger perfectamente algunas de estas actividades y además sus negocios hosteleros se verían beneficiados”. Pero hay otro problema, el ruido que genera todo este espacio. En el Albaicín, Lola señala que abundan edificaciones que no están acondicionadas para soportar ruidos y música callejera, algo muy común en el barrio granadino. “Aquí las casas son de una planta o dos como mucho, y en verano muchos bajan a la planta baja para estar más frescos, pero si alguien se te pone en la esquina tocando, a ver quién lo aguanta. Eso hace que este barrio se haya convertido en incómodo”.
Todo, además, se justifica con la creación de puestos de trabajo relacionados con el turismo. “Pero cuando se hablan de los millones de turistas que vienen no se habla de los contratos creados. Se argumenta que eso es así, pero el trabajo es precario, y este parece que es el objetivo, poniendo en cuestión la calidad de vida de las personas que viven en los cascos históricos”, denuncia Manolo Cuello.
¿Está perdida la batalla? Los vecinos tienen claro que “no tenemos ni el tiempo ni el dinero para pelear si lo comparamos con la gente del turismo y del empresariado, que además suelen tener sus gabinetes jurídicos. Solo tenemos a nuestros gobernantes para que nos representen, pero a veces ni eso”.
0 Comentario