PRENSA: El ‘microbotellón’ se dispersa por Granada
Tras el cierre del botellódromo, las concentraciones se desplazan a una veintena de calles y plazas. Aunque la Policía Local hace un balance positivo de este mes, el viernes se desalojaron unas 200 personas del Mirador de San Nicolás.
Leer en Ideal, 09-10-2016
Desde que el 1 de septiembre se cerrara el ‘botellódromo’, la pregunta estaba sobre la mesa: ¿qué va a pasar con el botellón en Granada? Un mes después, la respuesta también está sobre la mesa: el botellón, o mejor dicho, los microbotellones, están en las calles y en las plazas. A pesar de que la Policía Local hace un balance positivo de este tiempo, los agentes ya han localizado dieciocho puntos en el mapa que se han convertido en el centro de la diana en lo que a botellones se refiere. Espacios que no concentran multitudes ni que, a priori, suponen una gran preocupación pero que evidencian que el botellón se ha diseminado por la urbe. Desde el Zaidín pasando por la Chana, el centro, el Realejo y, especialmente, en el barrio del Albaicín, donde la pasada madrugada la policía desalojó a unas 200 personas del Mirador de San Nicolás tras las quejas vecinales.
La dispersión del botellón a pequeña escala es un hecho. Cambian los espacios y también los métodos e IDEAL pudo comprobar las nuevas rutas y espacios en los que el botellón gana terreno. Todo empezó en el N9, autobús que lleva directamente al Mirador de San Miguel Alto.
Desde hace unos meses, este autobús se ha convertido en una línea habitual que conecta a los jóvenes con una de las zonas preferidas para hacer botellón. Los grupos llenan sus bolsas en supermercados del centro y en pocos minutos están en un espacio único -con toda la ciudad a sus pies- y lejos de bloques de vecinos que puedan quejarse. La pasada madrugada en dicho el mirador había unas 35 personas. Parejas y pandillas con sus bolsas de bebidas (también neveras para mantener frescas las latas de cerveza) que pasaban el rato sin generar demasiado jaleo. La escena se repite no sólo por la noche, durante los fines de semana, el mirador también congrega a gente al mediodía y por las tardes, pero, en realidad, el Albaicín Alto no es realmente problemático. Hay que bajar un poco más y adentrarse en el corazón del barrio.
Son puntos como el Mirador de San Nicolás o el Huerto del Carlos donde la cosa se complica. En ambas zonas sí hay vecinos alrededor y es más fácil generar molestias, especialmente, cuando empieza a caer la noche y a la pequeña concentración de gente se le suman timbales, guitarras o cánticos, algo habitual entre los habituales que acuden al Huerto del Carlos. La noche del jueves al viernes allí había varias pandillas haciendo lo propio, al igual que una unidad de Policía Local que estaba controlando la zona.
Sin duda, es en el Albaicín donde los microbotellones han encontrado su mejor sitio. No hay que caminar demasiado para caer en la Plaza de los Carvajales. Otro de los miradores más bellos de la ciudad y otros de los puntos elegidos para juntarse a tomar unas cervezas disfrutando de las vistas. Pasa igual con la Plaza Liñán, otra a la que la policía ha tenido que acudir durante este tiempo ante la alerta ‘botellonera’.
La zona de Elvira y Triunfo también están en el punto de mira policial. Las famosas escalerillas de Hacienda son proclives para que se reúnan pequeños grupos que luego acceden a varios locales que hay en la zona. Los restos de haber bebido allí son evidentes de jueves a domingo. Pasa algo parecido a las espaldas de uno de los hoteles que hay justo en el arco del Elvira. La céntrica zona de ocio con infinidad de locales para tomar algo es ‘carne de cañón’ para reunir a grupos que antes de irse a los bares se toman algunos tragos a pie de calle.
Otros espacios
Y es que ya lo dice el refrán: cuando se cierra una puerta, se abre una ventana y el hecho de que el espacio de ocio (donde estaba permitido beber alcohol) se haya cerrado, no quiere decir que no aparezcan otros para acoger botellones.
Según fuentes internas de la policía también se ha detectado la práctica del botellón en el Cuartel de las Palmas, ubicado del Paseo de la Bomba, donde, por ejemplo, los restos estaban a simple vista la pasada noche. Litronas y latas llenaban las papeleras y los bancos. El efecto botellón se deja notar.
Más tranquilo estaba el Zaidín, y el Parque Cruz de Lagos o la Plaza de la Hípica donde son habituales las concentraciones estaban vacías. También estaba en calma la Plaza Sor Cristina, aunque este emplazamiento sí se considera más conflictivo. La plaza se encuentra entre varios colegios mayores y está cercana a Pedro Antonio, por lo que es normal que se den cita allí antes de bajar a la zona de los bares.
Durante este mes sin botellódromo, los agentes de policía también se han tenido que desplazar a otras zonas de la ciudad. En la Chana, a la calle de la Virgen de la Consolación que se encuentra junto a un parque, también ha sido objeto de llamadas que alertaban de concentraciones al igual que en la calle Torres Capitán en el Camino Bajo de Huétor o en las inmediaciones del carril bici de Arabial.
Soluciones a medio plazo
El jefe de la Policía Local, José Antonio Moreno, insiste que el botellón no es algo que se vaya a erradicar en un mes y que las medidas para abordarlo deben afrontarse a medio y largo plazo. «Es más, nosotros somos conscientes de que es a partir de ahora, en octubre, cuando pueden aparecer más problemas», explica. El agente señala que siguen recibiendo llamadas -aunque algunas caen en saco roto porque cuando llegan no hay botellón- y que mantienen la política de las sanciones cuando detectan la concentración. Moreno mantiene que la situación que hay actualmente no es preocupante y que no se están registrando datos que sean muy diferentes a cualquier fin de semana habitual.
El jefe policial detalla que las actividades alternativas colaboran para cambiar las costumbres de los jóvenes y ayudan a que el control de este fenómeno sea algo coral y más sencillo. El resultado tardará en llegar pero ya se está en el proceso, advierte.
El intercambiador en el botellódromo, muy complicado
Los vecinos que durante nueve años han sufrido los efectos del espacio de ocio de Arabial reclamaron hace unos meses que la zona cambiara de uso y que se le buscara una finalidad que «borrara toda la historia pasada». Entre sus propuestas, la que más les convencía era la de crear un intercambiador de autobuses y vehículos, ya que la zona se ha convertido en uno de los puntos clave para servicios de transporte compartido. La plataforma vecinal entregó un proyecto al Ayuntamiento pero, tras el estudio y el análisis de la iniciativa, los técnicos de Urbanismo ven muy complicado poner el intercambiador en esa zona. Básicamente, porque el botellódromo se encuentra encima de un aparcamiento y hay dudas de que el techo del parking pueda soportar el peso de los autobuses y el tránsito continuo de los mismos. En cualquier caso, el Consistorio mantiene otras alternativas para la zona entre las que se encuentran habilitarla como plaza con aparatos saludables, entre otras ideas.
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