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PRENSA: Un Museo “popular”

Casa Agreda fachada

Hasta los cojines. Mi procesador de textos es tan serio que, al escribir la tercera palabra del título de esta columna, ha cambiado una o por una i. Por su cuenta y riesgo. Y sin pedirme permiso.

Leer a Jesús Lens en su blog, 22-05-2016

Es muy probable que, por mi furioso teclear, el portátil haya detectado un notable grado de irritación y de ahí que su Inteligencia Artificial esté cuidando mi futuro como columnista, al evitarme el uso de un lenguaje grueso y obsceno que les amargue el café del domingo por la mañana.

Cuando conozcan el porqué de mi cabreo, quizá les parezca desmedido. Y no les faltará razón, que estos días están pasando cosas mucho más importantes que lo de la Casa Ágreda. Pero me altera, sobre todo, como síntoma. Como metáfora. Y sobre ello versa mi columna de hoy domingo, en IDEAL.

Porque el PP, en un alarde de no sé cómo definirlo, pide ahora que la Casa Ágreda se convierta en el Museo de la Ciudad, después de haber sido los propios Populares quienes cedió su uso a la Federación de Agencias Internacionales para el Desarrollo (AIDE), desoyendo el clamor popular y vecinal en contra de dicha cesión.

En realidad, la cosa es muy sencilla: cuando el PP sentaba sus reales en la Plaza del Carmen, lo de la Casa Ágreda era un marrón. De cojines. Porque había que rehabilitarla. Que hablamos de un Palacio del siglo XV. Y eso cuesta una pasta gansa. ¿Qué hacer? Cederla a un organismo con músculo financiero suficiente como para invertir 5 millones de euros en su arreglo. Que AIDE pueda desarrollar su trabajo en cualquier edificio de oficinas es lo de menos. Lo importante para un ayuntamiento estrangulado era el Money.

Con el cambio de gobierno municipal, el hiperactivo y ubicuo Paco Cuenca ha paralizado la impresentable cesión de la Casa Ágreda. Y es en este punto en el que el PP reclama que se convierta en Museo de la Ciudad. ¿Por qué? Porque así fuerza a la Junta de Andalucía a gastarse los 5 kilos de billetes. Lo del Museo, al PP le importa una higa. De lo único que se trata es de joder.

Este tipo de maniobras son pensadas y diseñadas por individuos que, supuestamente, deberían dedicar su tiempo y su ingenio a mejorar la vida de los ciudadanos. Pero no. Ellos están a otras cosas. ¡Y luego se sorprenden y se molestan cuando les llaman Casta!

Categoría:Novedades, Prensa
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