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¿Es deseable un Albaicín patrimonio de la humanidad?

Vista Albayzin 2014

Ya está bien. Algunos estamos hartos de tanta hipocresía. Nos quejamos de que los gamberros destrozan el Albaicín, que han aparecido pintadas indiscriminadas en las fachadas y si preguntamos al alcalde nos dirá que los autores son delincuentes y les echará a los que lo han hecho la culpa de todo mientras tratará de colocarse en el lado de las víctimas. A eso se le llama cinismo. Aquí sólo hay un responsable y es el equipo de gobierno municipal, que no gasta un euro en un barrio que si estuviera en Sevilla o en Córdoba habrían mimado con esmero y lo habrían convertido en portada de las principales revistas turísticas del mundo.

Leer a Jesús Toral en El Independiente de Granada, 07-05-2015

En mis casi 15 años de periodista en Granada no he podido dejar de visitar el barrio cada cierto tiempo acompañado de mi cámara para tratar de robos indiscriminados a turistas, de dejadez absoluta de algunos rincones extremadamente bellos, de olores insoportables, de okupas en edificios abandonados e incluso de ataques violentos a varios vecinos por la noche, con impunidad, a falta de vigilancia policial. Es paradójico que al equipo de gobierno municipal se le llene la boca cuando habla de que el Albaicín fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco el 17 de diciembre de 1994, dentro de la categoría de grupos de edificios urbanos por “un rico legado de la arquitectura árabe vernacular con la que armoniosamente se combina la arquitectura tradicional andaluza” y sin embargo no se le caiga la cara de vergüenza por haber permitido que en más de 20 años no haya hecho absolutamente nada para recuperarlo y ponerlo en valor.

En el año 1990 se elaboró el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Albaicín (PEPRI) y Sacromonte para establecer las reformas y futuros diseños de proyectos pero como el Sacromonte sólo aparecía en el título o tal vez porque no hay que dar cuentas del gasto del dinero público a los ciudadanos, en 2006 se volvió a pagar a un equipo de trabajo 100.000 euros, después de 2 años de estudio, para adaptarlo al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Un informe en el que, increíblemente nadie tuvo en cuenta las opiniones de los vecinos del barrio, “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, como si el despotismo ilustrado del siglo XVIII hubiera renacido. Desde 2006 hasta 2014 el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía no han dejado de pelearse para llevar la razón con un resultado obvio: el abandono del barrio. El año pasado se archivó finalmente el PEPRI sin una actuación alternativa. Al equipo de gobierno municipal nunca le ha importado que la UNESCO haya alertado de la dejadez del barrio, de la falta de seguridad y limpieza, del proceso de despoblación que está padeciendo en los últimos años, todo lo cual está poniendo en serio riesgo la declaración de patrimonio de la humanidad. No voy a caer en la trampa de hacer comparaciones odiosas de calles en perfecto estado del centro que se reconstruyen mientras que a otras zonas, como el Albaicín, nunca se las ha tenido en cuenta. Por supuesto que para el alcalde y su equipo hay vecinos de primera y de segunda, no me cabe la menor duda. ¿Y no tendrá que ver todo esto con el hecho de que vivir en el Albaicín sea incómodo, por culpa de las cuestas, y que eso ha permitido que su población esté compuesta por granadinos de toda la vida, con casas heredadas de sus familias, y de clase media? O dicho de otra forma: ¿No tendrá que ver todo esto con que las ricas fortunas de la capital decidieran en un momento determinado asentarse en otras zonas de Granada? Cada vez tengo más claro que muchos políticos, cuantos más años llevan en su puesto, más se esmeran en hacer política para perpetuarse en el cargo y no por el bien común. A nadie del equipo de gobierno de Granada parece importarle la declaración de la UNESCO porque a nadie, en realidad, le importa. Es más, si me apuras, incluso les puede interesar que sea eliminada porque ser patrimonio de la humanidad conlleva limitaciones e importantes restricciones a la hora de construir, pero… ¿Y si desaparece de la noche a la mañana? Tal vez de esa forma podrían erigirse edificios más altos, tirar casas con valor histórico, poner escaleras mecánicas o teleféricos…¡Vamos! Impulsar el barrio de forma que algunos supuestos amigos a los que algunos supuestos políticos puedan deber favores se vean beneficiados de ello…y así, quizás, los gobernantes empezarían a interesarse por él y pensarían en comprar una casa antes de que se revalorizara…Es la única explicación al hecho de que un lugar tan especial como el Albaicín, lleno de historia, de rincones bellísimos y de edificios catalogados se encuentre en plena decadencia y no se utilice como reclamo en una ciudad que vive esencialmente del turismo. Tan increíble como evidente.

Categoría:Novedades, Prensa
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