Estreno del documental de Chus Gutiérrez
Álvaro Calleja
‘Sacromonte: los sabios de la tribu‘ es el título del documental que la directora de cine Chus Gutiérrez tiene previsto estrenar el martes, 20 de mayo, en el teatro Isabel la Católica de Granada. Es, según la realizadora, un intento por recuperar la memoria del Sacromonte a través del testimonio de los más ‘sabios’, las leyendas vivas del flamenco que sufrieron el desastre de las inundaciones de 1963.
Chus Gutiérrez profundiza en la relación del barrio troglodita y el arte del flamenco y para ello ha contado con la participación de todo el elenco de artistas que tiene sus raíces en las cuevas: Angustias Ruiz Navarro ‘La Mona’, Raimundo Heredia Heredia, María Altea Moya ‘La Coneja’, Manuel Torres Sánchez ‘Niño de Osuna’, Curro Albayzín, José Ferrer González ‘Niño de las Almendras’, Manuel Santiago Maya ‘Manolete’, María Guardia Gómez ‘Mariquilla’ y Vicente Maldonado Maldonado ‘El Granaíno’.
No faltan a la cita Rafael Amargo, Estrella Morente, Antonio Carmona, Eva Yerbabuena, Juan Andrés Maya y Marina Heredia; artistas de otra generación ya consagrada que permanecen unidos al barrio por el flamenco, un arte que ha actuado de cordón umbilical en el Sacromonte. GranadaiMedia mantuvo el pasado mes de febrero una conversación telefónica con la directora granadina para conocer los detalles del rodaje.
¿Cuándo se grabó el documental y cuándo está previsto su estreno?
Las imágenes se grabaron a lo largo de 2012 y 2013. Estamos terminando el montaje y la idea es estrenar en mayo en Granada.
¿Cómo surge la idea de hacer un documental sobre el Sacromonte?
Conozco a Curro Albayzín desde que era pequeña. Mis padres me llevaban a su tablao y él venía a algunas fiestas que organizaban mis padres en Madrid. Nos reencontramos en 2011, me contó lo que estaba haciendo, los libros que había escrito y también me trasladó su preocupación y obsesión por la recuperación de la memoria del Sacromonte. Amo Granada y amo el Sacromonte, y pensé que había material estupendo para hacer un documental. La idea era basar el documental en las personas que vivieron justo antes las inundaciones de 1963, gente mayor que aportase su testimonio. O lo hacíamos en ese momento o, si esperábamos, quizá fuese ya demasiado tarde.
En el reparto también aparece una generación de artistas jóvenes. ¿Están también reflejados sus testimonios?
No exactamente. Nos interesaba hablar con las personas mayores. La base del documental es la memoria. Hemos querido reflejar cómo era el Sacromonte, cómo vivían, qué cantaban, cómo era el mundo de las zambras, cómo era la llegada de los extranjeros, cuando todos se levantaban y ellas estaban ya vestidas de gitana por lo que pudiera pasar… Es verdad que hemos hecho una apartado musical, pequeños shows en los que participa gente joven. La idea era dejar claro que ha habido una transmisión, que han aprendido lo que saben de sus mayores.
Como granadina, ¿qué recuerdos tiene del Sacromonte?
De niña no tengo recuerdos porque me voy de Granada a las 8 años. Quizá mi primer recuerdo sea de finales de los 70. El ambiente entonces era más de discotecas y bares. No recuerdo ir a ver flamenco al Sacromonte. También decían que era un sitio peligroso pero eso siempre me ha atraído más que espantado. Ya más reciente he vuelto al Sacromonte, a Casa Juanillo, a la zambra de Curro Albayzín…
En el documental también se incluye el episodio de las inundaciones de 1963 narrado por alguno de los protagonistas. ¿Hay un antes y un después en el Sacromonte después de aquel desastre?
Por supuesto. Como comunidad se desintegra totalmente. La expulsión de todo el barrio conllevó la pérdida de una forma de vivir, esa transmisión de unos de otros. Y se pierde también lo que es una comunidad en la que todos se conocen. Era gente muy humilde y eso hacía que hubiese un apoyo de unos a otros.
Pero el Sacromonte anterior a las inundaciones era un lugar marginal…
Absolutamente marginal. Vivían como en una selva, eran salvajes, ciudadanos que vivían al margen de la sociedad. Las condiciones de vida eran durísimas. Lo cuenta Curro Albayzín en una de las entrevistas pero, pese a las dificultades, sus recuerdos son los de haber vivido momentos felices. Ya se sabe que la memoria es selectiva pero no se niega en ningún momento la dureza de aquellos años. Para Curro era una época maravillosa. Es la contradicción del ser humano.
¿Qué escenarios se eligieron para el rodaje?
Además del Sacromonte hemos grabado en distintos lugares de Granada. Estuvimos en el Polígono de Almanjáyar con Raimundo Heredia Heredia y Palmira. Rodamos en la cueva de Curro la parte musical y también nos acercamos a casa de todos ellos: del niño de Osuna, acudimos a Plaza Larga para grabar a la Porrona, a casa de la Coneja en Madrid, a la de Pepe Habichuela…
En el documental aparece José Ferrer, el ‘Niño de las Almendras’, recientemente fallecido. ¿Qué recuerdos guarda de aquella grabación?
Tuvimos la suerte de entrevistarle en 2012. El Niño de las Almendras era antológico. Todo un personaje, era un niño con más de 80 años. Era un hombre maravilloso y tenía una memoria impresionante, te hablaba de cada detalle, de cada sitio donde había actuado, con quién había actuado… Muy divertido, con un enorme sentido del humor, con esos zapatos pintados con Titanlux, puro arte.
¿La figura de Enrique Morente está presente?
Enrique está ahí porque muchos de los entrevistados recuerdan la época en la que trabajaron con él y todos hablan con mucho cariño y sobre todo con mucho respeto y placer por coincidir con él. Intentamos contactar con Estrella Morente pero no fue posible por problemas de agenda.
Se refirió con anterioridad a la necesidad de recuperar la memoria del Sacromonte. ¿Por qué?
Se trata de un lugar que ha sido muy especial y sigue siéndolo a pesar de todo. Es un lugar que empiezan a visitar los románticos, donde se han hecho un montón de películas, ha inspirado a muchos músicos y artistas; un lugar de visita obligada de todos los actores, reyes… Incluso de astronautas. El Sacromonte tiene algo que siempre ha sido inspirador. No me puedo imaginar cómo era antes de las inundaciones pero realmente debía ser un lugar muy especial porque vivían donde trabajaban: las zambras eran sus casas pero era el lugar donde desarrollaban los espectáculos, los niños eran salvajes, estaba lleno de gente trabajando en la fragua, las canastas, el baile… Ha tenido un gran poder de atracción. Incluso Michalle Obama viene a España y uno de los pocos sitios que visita es una cueva del Sacromonte. Algo tiene que tener para que la gente quiera ir al Sacromonte.
¿Crees que se sienten poco reconocidos los artistas del Sacromonte?
Por lo que cuentan, no se sienten nada apoyados por las administraciones. En mi pequeña investigación he comprobado que apenas se ha considerado el arte de los gitanos del Sacromonte. Ha habido grandes estrellas y las hay hoy en día. Ahí están Monolote, Mario Maya, la Coneja, Mariquilla, los Habichuelas, Curro…. Todos ellos grandes artistas pero como grupo nunca se les ha considerado en el mundo flamenco. Los entrevistados se quejan de la poca atención, de lo poco que se ha invertido en reconstruir el barrio, en cuidarlo y promocionarlo.
¿A qué cree que puede ser debido que no tengan el reconocimiento artístico?
Es complicado saber la razón. Quizá a que se ha considerado que su flamenco se dirige a turistas y que no tiene la condición de arte.
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