El Albayzín tiene un plan

Con preocupación creciente, vemos reflejadas en la prensa opiniones de diferentes personas, unas desde su altura intelectual, caso de D. Joaquín Bosque, otras desde la óptica social, política, o de ciudadano de a pie, en las que se expresan el dolor o la alarma por la situación del Albayzín: por lo que se demuele y se pierde, por lo que se construye y se destruye. Todas las opiniones tienen algo en común: llamar la atención por la mala situación en que se encuentra el barrio, con edificios cada vez mas altos, que convierten los jardines en metros cuadrados y arrasan panorámicas, luz, verdor, y hasta antiguos callejones están siendo engullidos por verdaderos bloques rellenos de mínimos apartamentos.

¿Dónde queda el pequeño patio?¿Donde la vista única?¿Cómo seguir perdiéndose por sus rincones?

Los tiempos cambian, pero el barrio que se configuró con las manos de unos vecinos que ante la necesidad familiar, respondían adosando otro pequeño cuerpo, edificado respetuosamente con su entorno y pactado en convivencia, se resiste a acabar cómo desgraciadamente han acabado tantos pueblos del cinturón de Granada: adosado. Los vecinos, la mayoría de los vecinos, nos resistimos.

También resisten la mayoría de las nuevas personas que se van incorporando al barrio y eligen esta forma de vida tan alejada de la usual. Con más de la mitad del barrio peatonal, quienes lo habitamos queremos seguir llegando a nuestras casas andando, en cuesta y escalones, por callejones estrechos o en coche…hasta un refugio con alma que siempre, aunque los tiempos cambien, estará unos pasos más cercano a la vida que la ciudad clonada.

Y ante el incremento de las rehabilitaciones y obras nuevas, gravita la especulación, el incumplimiento o la dudosa interpretación del mismo Plan Especial que nació para proteger y cuidar este rincón tan singular del mundo.

En este sentido, tenemos que lamentar el artículo publicado el día 19 de diciembre y que bajo este mismo título quiere crear una idea muy equivocada de los vecinos del ALBAYZIN que tenemos la responsabilidad de formar parte de ese Plan Especial, que se ocupa de procurar que lo que queda se conserve y se respete.

Este promotor, después de algunos loables rechazos a actuaciones urbanísticas desmedidas, que compartimos plenamente, va a caer en la exposición detallada, de un proyecto concreto del que omite, para empezar, que es el suyo. Fundamental para conocer el diferente tratamiento que otorga a las obras ajenas y a las propias, a” las vigas y a las motas”.

Gracias a la “peculiar”participación de vecinos, partidos políticos y “notables”del barrio y sobre todo al sistema democrático que lo permite, tenemos acceso a la información, fundamental en un barrio Patrimonio de la Humanidad, en el que se ha abierto la veda y en el que, en poco tiempo, hemos visto desaparecer un cerro, el de Rolando, parte de otro, el de San Miguel, con algo que los promotores llaman Carmenes… de cinco plantas, y una parte muy importante de nuestro Patrimonio, a pesar de nuestro esfuerzo por mantener un modelo de barrio respetuoso con su historia y su patrimonio, por un Albayzín más humano y habitable, desde la independencia y la aportación de todos y cada uno de las vecinas vecinos. Asumimos no sólo el riesgo de equivocarnos en casos concretos, sino también las críticas interesadas, los ataques personales, las acusaciones calumniosas que recibiríamos de quienes sólo miran a su propio beneficio, a pesar del coste que para muchos de nosotros está representando.

Para empezar, la pequeña vivienda que el promotor pretende construir era, y casi es, una fragua adosada al edificio colindante que no sobresale de una tapia de un metro y medio de alta, por lo que permite disfrutar de los jardines vecinos y de unas magníficas vistas, no solo a “la vecina alegante”sino a todo el que pasa, excepto a la antigua familia colindante que, ante el despropósito de verse obligada a desmontar el alero de su finca para poder permitirse el promotor elevar su obra sobrepasando la altura del tejado de esta familia tuvieron que vender su casa por ser imposible para ellos solucionar técnica y económicamente sus requerimientos.

La “singular” Comisión del Plan Especial, le comunica en diciembre del 2001 que su proyecto supone una modificación del Plan Especial y que acomodar dos viviendas con sótano, bajo y alto en 40m2 nos parece desmedido. Más adelante, le advierte nada menos de que puede comprometer perspectivas de interés, bloqueando visuales…y por último, en abril de este año y ante la evidencia del volumen proyectado y las alegaciones más que razonables y sensibles aportadas por vecinos, se le solicita una réplica a escala real montada con un andamiaje que permita establecer con precisión la consecuencia de lo proyectado (Art.3.8,título III de las ordenanzas), a lo que el promotor se niega y lo sustituye por una cuerda colocada a no se sabe que altura.

Cualquier ciudadano sensibilizado con su patrimonio (colectivo, naturalmente) suscribiría esta propuesta, que esperamos se lleve a la práctica para poder comprobar si lesiona o no los intereses generales relacionados con el paisaje, la memoria, la cultura, la historia, la economía y hasta con la democracia participativa a la que, según manifiesta, tanto y de forma tan notoria ha contribuido, aunque nos vamos a permitir manifestar su mismo estupor y decepción, pero por todo lo contrario.

Hay un aspecto de su crítica hacia los representantes vecinales en la Comisión de Seguimiento del Plan que es ciertamente preocupante. Las afirmaciones del promotor presentan una semejanza notable con las vertidas en fechas recientes y en otro periódico granadino por un concejal, responsable en su momento de esta Área. Ambos se quejan de inconsistencias y demoras de la Comisión en la tramitación de expedientes y, para resolver el problema, abogan por la creación de una nueva Comisión de carácter exclusivamente técnico, expulsando así a los representantes vecinales, lo que nos plantea graves interrogantes y no sólo para el futuro del Albayzín, sino para el funcionamiento general del sistema democrático. No se tiene en cuenta que la planificación urbana, y especialmente la de protección, trata de solucionar problemas sociales, económicos, culturales,… y no sólo constructivos. Por otra parte nosotros somos los primeros interesados en reducir los plazos, lo que podría conseguirse con una adecuada y completa documentación y proyectos ajustados a las normas o dictámenes.

La Constitución española reconoce la importancia de la participación de los ciudadanos. A la hora de hacer balance de sus 25 años, cabría señalar el escaso desarrollo del asociacionismo y de la participación ciudadana, como uno de los principales déficit de nuestra democracia. Lamentablemente, posiciones como las manifestadas apuntan a la consolidación de un sistema que admite la participación popular sólo en las elecciones, para refrendar y legitimar la acción de los partidos políticos. Pero cuando esos mismos ciudadanos se toman en serio su participación en la gestión de lo público, entonces algunos prefieren una tecnocracia. Es decir, que las decisiones, en este caso sobre el urbanismo o el modelo de ciudad, se confíen sólo a los técnicos, quizá porque en razón de sus conocimientos, se les presume “imparciales” y “neutros”. Llevado al extremo tal razonamiento, podría llevar a situaciones paradójicas para quienes lo propugnan y peligrosas para todos: si los técnicos “saben” y son “imparciales”: ¿para qué hacen falta los políticos?

Por último, las descalificaciones que vierte, no sólo el promotor, sino las que pone en boca de diversos funcionarios técnicos y políticos (que suponemos no serán los mismos que han comentado su continuo deambular por pasillos y moquetas para conseguir la aprobación de su proyecto) suponen un alto grado de desprecio hacia la participación ciudadana y un tufo elitista francamente superado por un sistema social que nos iguala y protege.

Fdo. Manuel Navarro Lamolda

Presidente de la Asociación de Vecinas y Vecinos Bajo Albaicín