Sueños locos

Alejandro V. García                                                Granada Hoy, 16-09-2011

JAVIER Arenas actuó el fin de semana pasado con notable éxito ante sus seguidores de Granada con el monólogo el Conseguidor o el omnímodo omnívoro. Arenas subió al proscenio y dijo sí a todas las peticiones que le habían pasado sus correspondientes granadinos: sí al asalto a la Alhambra, sí a la reorganización de Sierra Nevada, sí al plan Albaicín tal como lo entiende el alcalde, sí, en fin, a toda esa inmensa carta a los reyes magos que el PP local ha ido escribiendo a lo largo de dos décadas y que no ha logrado poner en pie. Arenas, por supuesto no entró en detalles. En estos promisorios momentos sólo vale el asentimiento: da igual qué signifique y cuáles sean sus consecuencias. Arenas tiene el deber de entusiasmar no tanto a sus votantes como a sus compañeros de partido para que se vuelquen en la lucha final. La reorganización del Patronato de la Alhambra y de la empresa que administra la estación de esquí, dando mayor presencia al ayuntamiento, no es una iniciativa mala en sí misma. A mí me da igual cuántos puestos acapare el PP y quién cobre las dietas en un sitio o en otro. Lo único que debe preocupar es la gestión, es decir, el uso que se haga de esa mayoría en la administración de un bien público. Y la verdad es que, si tenemos en cuenta algunos indicios, es para recelar.

La primacía de los criterios de explotación turística sobre los conservacionistas están en la base de casi todas las iniciativas que el PP ha elevado a lo largo de los años respecto a la Alhambra. No han sido muchas pero todas inquietantes: la colocación de un funicular que enlace la alcazaba con el Albaicín, la construcción de un tranvía o, últimamente, de un ascensor con el pretexto de las incomunicación (?) entre la colina y la ciudad. Sierra Nevada inspira los mismos sueños aparatosos: la construcción de un teleférico entre la capital y Pradollano, aunque para ello sea menester invadir espacios protegidos de los parques. Y ya puestos, y como complemento necesario, una ligera ampliación del área de esquí tal como proponen con contumacia ciertos empresarios.

Arenas también dio el sí a un plan del Albaicín apoyando en gran medida, como dijo el alcalde hace un par de días, en la iniciativa privada, es decir, en el interés y el beneficio empresarial, un plan que conlleva, entre otras lindezas, la reinvención de la calle San Juan de los Reyes. En otros comentarios anteriores he expuesto mi esperanza de que las leyes, por un lado, y el sentido común, por otro, impidan estos desmanes por más que el partido de Arenas cope las cámaras de presentación, los salones de plenos, los consejos, los patronatos, las cofradías, las hermandades de regantes, las bodas, los bautizos y los entierros.

No es miedo a un abstracto cambio de poder, sino temor a que todos esos sueños locos adobados a lo largo de décadas de impotencia terminen en un desafuero.