Albaicín: el otro planAlejandro V. García Granada Hoy, 23-07-2011 |
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LA Concejalía de Urbanismo de Granada ha
tomado la despótica decisión de no redactar el plan de urbanismo del
Albaicín mientras el PSOE tenga mayoría en la Comisión del Patrimonio,
es decir, hasta que Javier Arenas, El Deseado, no sea la
eminencia de Andalucía. La razón es que la citada comisión, en estricta
aplicación de su labor de supervisión del urbanismo, ha vuelto a
rechazar la propuesta de planeamiento enviada desde el Ayuntamiento para
el Albaicín. El alegato de la citada comisión para oponerse al plan no
es, desde luego, frívolo ni caprichoso sino razonable y concienzudo.
Recordemos algunas: el plan permite modificaciones parcelarias y obras
de sustitución o de nueva planta en edificios catalogados; no protege
convenientemente las cuevas del Sacromonte que, con las del San Miguel,
llevan años soportando una presión especulativa impresionante; propone
urbanizaciones que contravienen la arquitectura tradicional; se asignan
usos hoteleros no justificados y, en el caso concreto de la calle San
Juan de los Reyes, plantea alterar la trama histórica del barrio.
Etcétera. No parece, a la vista de las objeciones, que el desacuerdo de la Comisión del Patrimonio se base en escrúpulos hueros ni en un exceso de sensibilidad proteccionista. El plan que presenta el Ayuntamiento pone, a la vista de los reparos de la Junta de Andalucía, en peligro la supervivencia del Albaicín tal como lo conocemos. El PP antepone la explotación económica y urbanística por encima de la protección. No es nuevo. Ahí está la maniática obsesión de construir artefactos mecánicos en la Alhambra o de abrir carreteras por Jesús del Valle. Lo normal en un país con gestores civilizados sería insistir hasta lograr un acuerdo. El Albaicín no puede depender de un plan desfasado y con veinte años de antigüedad. Pero como la civilidad es un valor ausente en las discrepancias políticas, la delegación municipal de Urbanismo ha decidido desentenderse de sus obligaciones y esperar ¡a que vengan los suyos! Los suyos, naturalmente, son Javier Arenas y sus muchachos que, según este teoría de la fidelidad partidista, no pondrán objeciones a ninguno de los disparates que propongan los urbanistas de su cuerda. Que hay que arrasar medio Albaicín, pues se arrasa, que hay construir una docena de hoteles, pues adelante. Que hay que transformar la trama urbana, pues se cambia. Que hay que abrir un túnel en la colina de la Alhambra, se abre. Etcétera. Yo me resisto a creer que el compadreo político, a la hora de la verdad, llegue a esos extremos de permisividad. Pero otros creen lo contrario. Y eso da miedo. |