Ciudades castellanas

Ángel Esteban                                                                Granada Hoy, 06-05-2009

ACABO de llegar de un viaje por tierras castellanas, junto con algunos compañeros de fatigas, y el comentario de todos ha sido unánime: los políticos que han dirigido el Ayuntamiento de Granada los últimos veinte años (los actuales también) deberían pasarse unos días en Salamanca, Segovia, Toledo, Ávila, y ver cómo se mima una ciudad a la que se quiere. Quizá, los que vivimos en Granada, estamos tan acostumbrados a la mierda, que cohabitamos con ella con una naturalidad porcina, con o sin gripe. Si exceptuamos Recogidas, la Fuente de las Batallas, Reyes Católicos, el Salón y dos o tres calles más, la mugre es parte de nuestra idiosincrasia. Las fachadas asquerosas, los papeles por el suelo, las innumerables pintadas, las cagadas de los perros o de sus dueños-pies-negros, todo es un continuo despropósito. Y lo cierto es que se puede tener una ciudad limpia y bien puesta, como lo demuestran esas maravillas castellanas.

En Salamanca, por ejemplo, la parte nueva no desentona con el centro histórico, y en la parte antigua no hay una pintada, pero sí algo mucho más artístico, que son los nombres de las calles e incluso de las casas escritos con letras semigóticas, todas iguales, en colores acordes con los de las fachadas.

¿A qué se han dedicado los gobiernos locales de Granada en estas décadas? ¿De qué sirve hace un carril bus en Pulianas (tiempo y dinero inútil), si a los dos días se levanta toda la calle otra vez? ¿De qué sirve poner andamios y llevar instrumentos a la muralla contigua al Arco de Elvira, si luego se pasa un año todo patas arriba, sin haber rehabilitado nada? ¿Para qué se levanta la Constitución hasta Doctor Olóriz, justito antes de las elecciones, si el resto de la calle lleva casi dos años sin tocar, en un estado lamentable? ¿Habrá que esperar a que haya otras elecciones? ¿Tanto cuesta salir a la calle y ver cómo está la ciudad? ¿O es que los que manejan las pelas para hacer todo esto se encierran todos los días en los Mondragones y en la Plaza del Ayuntamiento y ni ven lo que pasa?

En otras ocasiones me he referido concretamente al Albaicín, que ya casi no tiene remedio, y podría ser la joya de España y casi de Europa. Creo que esa guerra, por mucho que haya todavía románticos que saquemos constantemente los fusiles, la hemos perdido definitivamente. Pero que la ciudad entera parezca tercermundista y recuerde a las películas del siglo XVIII, con poblaciones envueltas en una marea de porquería interminable, es absolutamente intolerable. Tomen nota, plis, y visiten Salamanca con papel y lápiz.