El río donde fluye el arte

Ángeles Peñalver                                                Ideal, 21-02-2009

En el frescor y la belleza del Darro se han inspirado desde el poeta Federico García Lorca al pintor López Vázquez, pasando por músicos como Ángel Barrios
Artistas de la talla de Claude Monet, Camille Pissarro y André Derain se inspiraron en el río que sesga Londres, el Támesis, para concebir algunos de sus irrepetibles cuadros. Las aguas del Sena, en París, cautivaron a numerosos pintores decimonónicos como William Turner, Camille Corot y Eugène Boudin, entre otros. Pero la fascinación de algunos creadores por los ríos, donde ningún hombre puede bañarse dos veces (Heráclito), no es exclusiva ni de lugares ni de artistas remotos. «No hay un curso de agua más pequeño en el mundo entero, tan poco merecedor de llamarse río, que sea tan famoso. El Darro [...] es un río importante, único, singular...; el más célebre de los pequeños ríos del mundo, que rivaliza con nombradía e historia con los Nilo, Tigris, Eufrates, Amazonas, Mississippi...», figura en la introducción del libro 'En torno al Darro. El Valle del oro', de César Girón López.
El Darro, sempiterno y bullicioso caudal que discurre por las faldas de la Alhambra, ha dado rienda suelta a leyendas y es piedra angular de todo tipo de manifestaciones artísticas.
Basta dar un paseo por su orilla a la altura del Paseo de los Tristes -esté el termómetro marcando la frialdad del invierno granadino o la canícula insoportable del estío de interior- para percibir en directo y a diario los ritmos de decenas de músicos llegados de insospechados rincones del planeta.
Ni truchas ni oro
Ya no quedan truchas en sus aguas (desaparecieron en los años 90) ni hay buscadores de oro en sus orillas (fue así hasta mediados del siglo XX), pero sigue siendo fundamental para artistas contemporáneos como Juan Vida, que comentó hace cierto tiempo: «Si fuera alcalde de Granada volvería a sacar el río Darro desde Plaza Nueva hasta el final de la calle Reyes Católicos, y soterrar el tráfico en este recorrido».
La brevedad del Darro -que llega al mundo en Huétor Santillán y perece en el también granadino río Genil- fue suficiente para enamorar las manos de escultores como el sacromontano Luis Heredia Amaya (1920-1985), que realizó su 'Embrujo gitano' (1971) a la vera de estas aguas. El artesano anheló convertirse en escultor desde siempre y de pequeño se escapaba de la escuela para irse a este río, donde encontraba el barro para hacer pequeñas esculturas. Cuando volvía a la fragua, su gente echaba sus figurillas al fuego. Pero él no cejó en su empeño a lo largo de su vida.
En todos los tiempos
César Girón señala que el Darro, con sus murciélagos y vencejos sobrevolándolo, ha estado presente en la imaginería de «casi todos» los creadores que han pasado por Granada: «Poetas, pintores, grabadores, músicos y demás artistas».
«Se encuentra su rastro en manifestaciones que abarcan desde los poetas árabes hasta figuras actuales como Villena y Carvajal, pasando por Lorca. En pintura, su momento de oro llegó con los grabadores del Romanticismo. Después, hasta contemporáneos como José Guerrero y Manuel Rivera han plasmado este río en sus obras abstractas», comenta el escritor.
En torno al Darro, escribió Francisco Izquierdo en 'La Granada fingida', hay mucha leyenda literaria, sobre todo la que se refiere a las historias de la Cofradía del Avellano, intelectuales de la Generación del 98. «Decían que iban a tomar las aguas de aquella fuente y a realizar tertulias, cuando en realidad pillaban unas borracheras de mucho cuidado. Ganivet llevaba garrafas de orujo de Diezma a aquellas reuniones», delató Izquierdo, de cuya lectura se desprende que en aquellas escenas campestres Rusiñol se solía enfrascar en el orujo junto a Ganivet, Ruiz de Almodóvar y López Calera, entre otros.
El escritor Álvaro Salvador recuerda el libro de poemas 'Paseo de los Tristes' (1986), de Javier Egea, como una obra cuyas páginas están impregnadas del ambiente del Darro, donde solía pasear. «Más referencias a este lugar se hallan en autores del Siglo de Oro como Pedro de Espinosa», abunda Salvador.
Pintura
El pintor Miguel Rodríguez-Acosta recuerda haber dibujado a su manera una impresión de lo que pudo ser el Darro a mediados del siglo XIX: «Cuando no iba soterrado, y debió ser muy característico y antihigiénico». «El turismo se sigue concentrando en su corto tramo, aunque creo que los artistas modernos ya no se preocupan de esas cosas tan tópicas», apostilla. Rodríguez-Acosta apunta a 'Chubasco en Granada', pintado por Muñoz Degrain hacia 1870, como la obra cumbre que inmortaliza este paraje.
El pintor Manuel López Vázquez, albaicinero nacido en los años 20, decía que el Darro era un lugar donde «la inspiración surge por todos los rincones». Su última obra, la colección 'El agua y Granada', nació a raíz de un cuadro en el que plasmó una panorámica inédita, 'Primavera en el río Darro'. «Aunque la Carrera del Darro es una de las calles más pintadas en el mundo entero, nunca se había hecho desde esa perspectiva», dejo dicho este hombre que solía evocar una Carrera del Darro repleta de pintores entre los que destacaba López Mezquita.
Éste último artista y López Vázquez coincidieron como alumnos de Rafael Latorre, un profesor que el primer día de clase lanzó sin pensárselo dos veces la goma de borrar de López Vázquez por una ventana que daba al río Darro. «Esa lección significaba que hay que pintar con un solo trazo, como hace Picasso. Nunca la olvidé», comentó el albaicinero.
El sonido que el río lleva
El compositor Ángel Barrios (1882-1964) «nació en el Albaicín y luego se trasladó a la Alhambra, por lo que los alrededores del Darro fueron poderosamente importantes en su vida», valora el presidente de la Academia de Bellas Artes de Granada, José García Román, quien destaca en la obra de Barrios 'En las cuevas del Darro', una seguidilla para piano. En su producción se cuenta otra obra orquestal titulada 'Una copla en la Fuente del Avellano'.
«Las zambras del Sacromonte, fundamentales en el cante y en el baile, están indisolublemente vinculadas al Darro», comenta Reynaldo Fernández, director del Centro de Documentación Musical de Andalucía. «La 'Baladilla de los tres ríos' de Lorca ha sido cantada y musicada por infinidad de flamencos», añade el musicólogo. Tanto Manzanita, Marisol, Nati Mistral, Juanito Valderrama, Pepe Albaicín como Pata Negra han puesto voz a esta copla: '¡Ay, amor / que se fue y no vino! / Guadalquivir, alta torre / y viento en los naranjales. / Dauro y Genil, torrecillas / muertas sobre los estanques'.
Otra figura esencial de la copla española como Antonio Molina rindió tributo a estos parajes en el tema 'La fuente del Avellano', aquel pregón que decía: 'Qué fresquita baja hoy / el agua del Avellano / el agua del Avellano / que en Graná vendiendo voy. / Al pie del Generalife / en las márgenes del Darro / hay una fuente famosa / la fuente del Avellano'.
Y discos tan importantes como 'La leyenda del tiempo', de Camarón, fueron escuchados por primera vez por sus intérpretes frente a este río. «Cuando se terminó la grabación en Madrid cogí una copia del casete y me bajé con Kiko Veneno a Granada. La primera escucha la hicimos en mi furgoneta, con Jaime El Parrón, los tres sentados frente al Darro. Siempre lo recordaré», rememoraba hace poco Ricardo Pachón, productor de 'La Leyenda...'.