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PARA
entender un barrio como el Albayzín, auténtica
referencia granadina, habría que empezar por denunciar
la constante utilización política a la que se ve
sometido por un gobierno local tan inútil como
desconocedor de la verdadera identidad y de las
necesidades de una población enfrentada al abandono y a
una especulación galopante.
Las albaicineras no pueden afrontar los enormes gastos
de rehabilitación en un barrio que se cae a pedazos y
las administraciones demuestran su incapacidad para
frenar el despoblamiento. Su ¿torpe? política de
subvenciones está sirviendo para apoyar a los
propietarios de las grandes y mejores viviendas que, con
ayudas públicas, convierten edificios catalogados
(prácticamente abandonados, en los que malviven, en su
mayoría pensionistas) en 'bloques' de apartamentitos
que, a cambio de mantenerlos o cederlos parcialmente por
unos años, reciben una parte muy sustancial del valor de
la obra y hasta el proyecto gratis; en vez de proceder a
la expropiación por incumplimiento de los deberes de
conservación contemplados en la ley.
Esta división de viviendas amplias en pequeños
apartamentos, incumpliendo en bastantes ocasiones las
fichas-catálogo de protección del edificio, no favorece
el mantenimiento de la población ya que es imposible que
se mantenga una familia en un piso de treinta metros.
Está claro que este tipo de política está diseñada para
inducir a vendérselas a los promotores y prepararle el
desembarco en un barrio que está en el centro de la
ciudad, abandonado, pero céntrico y con las
archiconocidas y publicitadas vistas a la Alhambra y a
la ¿vega?
Abrirle la puerta a la compra de los cármenes y los
solares del barrio a los constructores, significa
ampliar la oferta de suelo, ese suelo tan escaso y, a la
vez, tan necesario para seguir permitiendo el círculo
especulación-financiación que lleva al Ayuntamiento a
proponer en el PGOU como edificables hasta las laderas
calificadas de protección de vertientes de El Fargue y
la fuente de la Golilla. Estos proyectos, planteados por
el actual alcalde y el gobierno del PP en el PGOU,
permitirán un aumento aún mayor de la especulación, del
despoblamiento del barrio y sobre todo de la pérdida de
un barrio Patrimonio de la Humanidad.
El PGOU pretende urbanizar 1.029.460 m2 de suelos de
protección ecológica de vertientes de la carretera de
Murcia (Fargue II a VIII, 3.033 viviendas, el 30% VPO).
Urbanizaciones que no supondrán un aumento de la vida en
la zona como ya se ha demostrado con otras existentes en
la zona y sí provocarán un aumento considerable del
tráfico, embotellamientos, contaminación atmosférica,
acústica Por lo que se planteará la necesidad de nuevas
carreteras, que traerán más casas, más ruido, más
tráfico. Así indefinidamente, si no lo paramos a tiempo.
No es sólo esta la amenaza que se cierne sobre el
Albayzín, también continúa la propuesta del Cierre del
Anillo y la Carretera por detrás de la Abadía. Ambos
casos con una clara vocación de crear 'bolsas de
terreno' que cercanos a una carretera se declararán
urbanizables para mayor enriquecimiento de su
propietario que verá así materializado el 'pelotazo' que
hace tiempo lleva esperando. Todo ello junto con el
proyecto previsto en el Cerro de San Miguel que, lejos
de recuperar el espacio para el disfrute de la
ciudadanía, respetando, en la medida de lo posible, las
viviendas-cueva allí existentes, propone la urbanización
del cerro y la creación de un gran mirador, cual si del
Cañón del Colorado se tratase. Un atentado más al
espacio histórico granadino. En definitiva, conversión
del barrio obrero solidario y participativo en el Parque
Temático oportunista y generador de negocio fácil.
Lo mejor del Albayzín son los albaicineros y
albaicineras, que tienen muy claro la delicada situación
del barrio, pero también que quien lo ha hecho y quien
lo mantiene son ellos mismos, y resisten a la
especulación y a la falta de medios para arreglar sus
casas, a pesar del tratamiento discriminatorio al que
están sometidos en nombre de la oportunista
discriminación política.
¿Tendrán que esperar mucho más para que las dos
administraciones tomen conciencia de que no se puede
asfixiar a un barrio y pretender presentar como solución
lo que no pasa de ser una chapuza?
¿A dónde tiene que acudir la ciudadanía que
mayoritariamente vive en las casillas del barrio,
propias o de alquiler, para pedir subvenciones públicas
que le permitan acondicionar su casa y vivir dignamente
sin verse obligados a abandonarlas? ¿Cómo es posible que
la población pueda hacer frente a esta escalada
especulativa y a la amenaza que se cierne sobre sus
viviendas y sobre su barrio?
La solución tiene que venir de la mano de una política
de subvenciones justa y participativa con especial
atención a personas mayores para evitarles desalojos
forzosos. Los espacios públicos, hoy basureros
peligrosos, deben arreglarse para que puedan ser
disfrutados por la ciudadanía en vez de por las ratas.
Llevar a cabo un plan de infraestructuras definitivo
(colector del Sacromonte, soterramiento de cables,
etc.); el tratamiento integral de los aspectos
medioambientales (ruidos, limpieza, contenedores,
ocupación de vía pública, ordenación de usos, horarios,
solares abandonados); control de entrada del tráfico.
Construir los necesarios e imprescindible equipamientos
sociales y deportivos, sobre todo en atención a las
personas mayores. Promocionar de manera eficaz y
contundente el comercio y la artesanía tradicional,
entre otros elementos de dinamización del barrio. Junto
con el impulso al flamenco y a la zambra, elementos
característicos y únicos del Sacromonte, que permitirá
un crecimiento adecuado y sostenible de Granada.
En definitiva, un plan de choque que devuelva al
Albayzín y al Sacromonte, su antiguo sentido de barrio
trabajador, artístico y patrimonial que tanto pregonan
fuera, pero al que no se dignan entrar más que el día
del patrón, San Cecilio, la Cruz de mayo o las fiestas.
Y, sobre todo, participación ciudadana y libertad para
conseguir que el Albayzín, el Sacromonte, además de
Patrimonio de la Humanidad, estrella de Fitur,
protagonista de especulaciones y desahucios, sujeto de
cambalaches 'históricos', coartada para planes y plenos
y sufridor de listillos de todo tipo que 'solo quieren
lo mejor para el barrio' consiga ser un barrio libre y
habitable. |