Las
minicomisarías son la base de la seguridad en Japón, que tiene menos
delincuencia que otros países avanzados
El
Periódico, 06-09-2008
En Japón
solo hay 0,05 robos anuales por cada 1.000 habitantes, mientras que en España se
superan los 2, según los datos de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE). Igualmente bajo es el número de de delitos
violentos, que no alcanza los 0,5 por 1.000 (en España son más de 3 y en el
Reino Unido, líder de la OCDE, más de 10). Los homicidios son asimismo
relativamente escasos, alrededor de 1,1 cada año por 100.000 habitantes, igual
que en España y una quinta parte de los que se producen en EEUU.
El despliegue policial en comisarías de barrio es citado a menudo para explicar
el bajo índice de criminalidad japonés. "La segura y pacífica vida
comunitaria japonesa la mantiene el sistema de las koban (minicomisarías)",
declara el Departamento Nacional de Policía al valorar el funcionamiento de los
14.000 centros que esta policía comunitaria, que existe desde hace más de 100
años, tiene repartidos por todo el país.
Pocos pero notorios
Japón tiene un solo cuerpo de policía, aunque con distintas ramas y unidades y
una estructura adaptada a sus 47 provincias. A pesar de contar con solo 181
agentes por cada 100.000 habitantes (280 en España), la presencia policial es
notoria, gracias a los koban. Estos pequeños destacamentos situados en
zonas urbanas cuentan con un mínimo de tres agentes que desarrollan funciones de
vigilancia, aunque en zonas turísticas su actividad principal es guiar a
viajeros perdidos. Su versión rural, el chuzaisho, es una especie de casa
cuartel para un solo agente, que puede vivir con su familia.
Los agentes destacados en las minicomisarías (un 20% del total) salen a
patrullar por el barrio en coche, en moto, a pie o en bicicleta, y también se
ocupan de mantener el contacto con las entidades locales y recabar su
colaboración.
Recientemente, en un encuentro con entidades vecinales, el jefe de una
minicomisaría de Kioto explicaba que la delincuencia ha bajado en los últimos
años en el barrio, y atribuía parte del mérito a la ciudadanía: "Tal vez es
porque ahora la gente se atreve más a llamar la atención a los jóvenes cuando
hacen algo que no está bien", dijo, aunque añadió que han aumentado algunos
delitos más sofisticados:
"Una tercera parte de los hechos denunciados son robos de bicis y motos. Pero
es preocupante la proliferación de timos a ancianos".
A los representantes vecinales lo que más les preocupa son las reuniones de
jóvenes a partir del atardecer, en los parques o delante de los convini (minisupermercados
abiertos día y noche), a las que consideran viveros del delito. Por ello, en el
barrio se hacen rondas periódicas de ciudadanos, aprobadas por la policía, para
llamar la atención a los causantes de problemas. La federación de entidades
también quiere revisar la iluminación del barrio: "Para la seguridad, la luz
es fundamental. Las patrullas también son útiles, pero iluminar es muy
efectivo", afirmó su presidente.
Cerco a los exhibicionistas
En Japón se producen pocas violaciones (0,1 por cada 10.000 habitantes, por 1,4
en España), pero existe una gran sensibilidad hacia los exhibicionistas, otro
tema fijo en las reuniones de seguridad. "En el barrio, de vez en cuando, se
produce alguna denuncia. Por los testimonios de las víctimas creemos que hay
cuatro, pero hasta el momento no hemos podido obtener descripciones claras",
explica el jefe del koban.
Además de concienciar y coordinar a los vecinos, los koban mantienen un
registro de todas las casas del barrio, donde constan todos sus habitantes y sus
ocupaciones. Los policías pasan periódicamente a preguntar si ha habido cambios
o hacen la consulta por teléfono. El registro es voluntario y normalmente los
vecinos colaboran, pero "el problema es que el 50% de la gente no está en
casa y el 20% son ancianos que nunca cogen el teléfono", explica un policía
destinado en un koban.
Y es que esta forma de vigilancia comunitaria debe afrontar hoy el hecho de que
cada vez los lazos sociales son más frágiles y hay más gente que trabaja lejos
de su hogar, solo regresa para dormir y no conoce a sus vecinos. Los policías de
barrio explican que últimamente reciben denuncias de niños que han visto a gente
rara que les ha dicho algo, y a veces se trata simplemente de ancianos del
vecindario que actúan sin mala voluntad y a quienes los niños desconocen.
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